13 Bienal de La Habana. La construcción de lo posible

Nelson Herrera Ysla
25/9/2018

Dentro de pocos meses se ha de inaugurar la 13ª edición de la Bienal de La Habana, luego de más de 30 años de iniciada. En aquel momento, 1984, apenas existían 4 ó 5 eventos de tal magnitud en el mundo, y uno solo en América Latina. Hoy, la cifra sobrepasa la cantidad de 100, aunque no todas mantienen su frecuencia con regularidad, pues no es fácil mantener un evento de tal naturaleza en medio de incertidumbres políticas e ideológicas, crisis migratorias, guerras locales de influencia regional, beligerancias comerciales y globales, golpes inconstitucionales de estado y violencia de géneros, sobre todo en países en vías de desarrollo, aunque también ocurre, de un modo u otro, en zonas de mayor desarrollo.


Para esta edición hemos pensado explorar nuevas experiencias, más allá de los espacios habituales de exhibición,
así como de la manera de concebir su plataforma curatorial. Foto: Ministerio de Cultura

 

Muchos han sido los desafíos que ha debido enfrentar el equipo organizador y de curadores en cada edición de la Bienal de Habana, al adecuarse a tan complejas circunstancias y asumir los necesarios cambios en estructura y funcionamiento. Al mismo tiempo, se han debido tomar en cuenta y sumar otras de carácter interno, las cuales, sin embargo, no han hecho más que impulsar el evento a planos relevantes de respeto y reconocimiento dentro de Cuba y a nivel internacional.

Para esta edición hemos pensado explorar nuevas experiencias, más allá de los espacios habituales de exhibición, así como de la manera de concebir su plataforma curatorial. El punto de partida son ciertas complejidades de propuestas artísticas contemporáneas, apoyadas en redes de colaboración entre artistas y expertos de toda índole, entre arte y comunidades, más la trascendencia de la arquitectura y el diseño como expresiones influyentes en el comportamiento individual y social a nivel urbano. Hemos trazado diversos ejes conceptuales que resalten tales complejidades y reafirmen otras convencionales, cuyo peso y trascendencia cultural sigue siendo relevante en la visualidad contemporánea.

Como primer elemento a considerar, el escenario principal de la Bienal, la ciudad de La Habana, acogerá 2 grandes propuestas artísticas localizadas en dos de sus conocidas arterias urbanas: el Malecón y los bordes del Centro Histórico y la calle Línea, en la zona de El Vedado, a lo largo de sus 3 kilómetros de longitud. En el primer escenario se situarán, en su tramo de acera, solares yermos y edificaciones, conocido ya como el proyecto colectivo Detrás del Muro, curado por Juan Delgado Calzadilla y con la experiencia de 2 ediciones anteriores. En la calle Línea, bajo la conducción de la arquitecta Vilma Bartolomé, ideas fundamentales de arquitectura y diseño podrán materializarse en una suerte de Corredor Cultural. Se trata de  un recorrido peatonal, particularizado en 4 tramos, con el fin de crear un nuevo centro de atención ciudadana como no ha experimentado La Habana en sus últimos 50 años. La propuesta trae una reforma de aceras, calles, arboledas, señales y una reanimación gráfica de fachadas de los más importantes teatros, librerías, cafés y restaurantes, galerías y museos de la ciudad, en busca de estimular la peatonalización de la capital del país tal y como sucede hoy en importantes urbes del mundo.

La red de instituciones culturales en La Habana Vieja, Centro Habana, El Vedado y Playa, continuará acogiendo obras e intervenciones de artistas invitados dentro y fuera de sus espacios, como ha sido habitual desde las primeras ediciones de la Bienal.  

El énfasis, como siempre, se hace en la invitación de creadores de América Latina y El Caribe, África, Asia y Medio Oriente, con la inclusión puntual de creadores de Europa y Norteamérica.


Tantos proyectos y ciudades involucradas permitirán, aproximadamente,
la participación de casi 300 artistas de Cuba y de otras regiones del mundo. Foto: Internet

 

Pero algo realmente singular de esta edición 13 es el hecho de exponer proyectos artísticos en otras ciudades del país menos familiarizadas con la Bienal. Para esta ocasión, se ha tomado en cuenta el desarrollo de estas expresiones en cada localidad y las posibilidades de insertar otras más novedosas.

Es así como en la ciudad de Pinar del Río se relanzará, durante los días de la Bienal, el proyecto pedagógico con niños y adolescentes La Farmacia, del artista Juan Carlos Rodríguez. En Matanzas se abrirá por primera vez el espacio cultural Ríos intermitentes, organizado por la artista María Magdalena Campos, donde se desarrollarán acciones con diversas expresiones culturales. En la ciudad de Cienfuegos se hará realidad el proyecto colectivo Mar Adentro, con esculturas e instalaciones en las orillas del antiguo muelle real, gracias a la participación de 4 artistas y 2 arquitectos de esa urbe. La ciudad de Camagüey dará continuidad a su Festival Internacional de video arte, dirigido por Jorge Luis Santana, con enlaces al público de la Bienal de La Habana, en tanto forma de participación activa. Por último, el artista Wilfredo Prieto propone una instalación a cielo abierto de 1 kilómetro, basada en el símbolo del infinito, como modo de intervenir el paisaje rural de una zona central aledaña a la autopista nacional, en la provincia de Sancti Spíritus. Este mismo artista, además, propone realizar un Taller con creadores extranjeros invitados por él en su espacio de trabajo cerca del río Almendares, al oeste de La Habana.

Formarán también parte de la Bienal el proyecto La conexión infinita, a cargo del equipo de curadores del Museo Nacional de Bellas Artes, el cual exhibirá obras de artistas contemporáneos cubanos, en interacción con las colecciones permanentes de la institución y con instalaciones en la planta baja abierta. A su vez, en el centro de arte Factoría, ubicado en La Habana Vieja y bajo la dirección y curaduría de la española Concha Fontenla está prevista la exposición Intersecciones, con obras de artistas cubanos, brasileños y africanos en todo su espacio físico.

La Bienal de La Habana, pues, se abre a la trama urbana de manera amplia. Incorpora la participación de otros curadores y se extiende a otras ciudades del país como modo de experimentar otras realidades en lo visual y cultural, y en busca de otros públicos que la hagan cada vez más democrática, a sabiendas de los riesgos que esto conlleva. Tantos proyectos y ciudades involucradas permitirán, aproximadamente, la participación de casi 300 artistas de Cuba y de otras regiones del mundo, sin contar la extensa red de instituciones culturales de La Habana que se sumarán al proyecto general de la Bienal con sus propuestas colaterales al evento internacional.