20 años sí son algo

Lorena Sánchez
15/11/2016

Otro noviembre, en 1998, un joven trovador llamado Santiago Feliú invadía el conocido patio de las yagrumas en Muralla 63, con el concierto Futuro Inmediato, para enarbolar un único estandarte: la canción de autor cubana. En aquel entonces, el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau inauguraba ese ciclo formidable que pasaría a llamarse A guitarra limpia, un territorio de libertad sonora por el cual han transitado varias generaciones de trovadores.


Fotos: Kike

Dieciocho años han pasado ya desde aquel concierto primigenio y para celebrar el onomástico de A guitarra limpia llega la exposición fotográfica 20 años sí son algo, de Enrique Smith Soto (Kike), la cual también se inserta en las festividades por los 20 años de la fundación de la institución cubana y que quedó inaugurada este sábado 12 de noviembre.

Capturadas por el lente de Kike —diseñador de La Jiribilla, vinculado al Centro Pablo desde 2007— aparecen entonces en la muestra imágenes extraordinarias, momentos cumbres en el quehacer sonoro del Centro.

“Esta expo era un poco más grande”, comenta Kike, “y abarcaba más años de mi trabajo en el Centro, pero al final se decidió reducir la muestra a 20 instantáneas, coincidiendo con el aniversario 20 de la institución. La curaduría de Víctor Casaus y María Santucho hizo entonces que se enfocara en esos momentos paradigmáticos de A guitarra limpia”.


 

Así aparecen ante el espectador fotografías de Silvio Rodríguez, Heidi Igualada, Santiago Feliú, Teresita Fernández y otros trovadores que pasaron por el patio; pero también una serie de detalles, objetos, paisajes en torno al espacio y al Centro. Porque, desde su propia concepción del arte gráfico, Kike defiende la idea de la fotografía a partir de lo que narran las imágenes.

De acuerdo con Víctor Casaus, director del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, “la expo es fruto del talento y ojo artístico de Kike, símbolo de las generaciones más jóvenes que transitan por este lugar de encuentros y cultura, una manera de reconocer su andar por esta institución”.

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Este 12 de noviembre llegó al patio de las yagrumas una de las agrupaciones con más trayectoria en el universo musical en la Isla: Moncada. El grupo, con 40 años de historia, de la mano de su director Jorge Gómez recibió el Premio Pablo, la más alta distinción que entrega el Centro “a personalidades e instituciones cubanas o de otros países que se hayan destacado en investigaciones, obras de creación y acciones encaminadas a promover y defender los valores de la identidad cultural y solidaridad entre los pueblos”.

Con su concierto la agrupación propuso desandar los “caminos populares de la música cubana y los ritmos caribeños”, mientras que quienes acompañaron a los artistas —a decir del propio Casaus— saldaron “una deuda histórica y familiar con un grupo que desde su formación se vinculó a la nueva trova cubana, un legado que es reconocido con este premio otorgado por el Centro”.

Por su parte, Jorge Gómez comentó en sus palabras de agradecimiento: “Cuando comenzamos a encontrarnos con ciertos tipos de música, no se nos ocurrió que nuestras vidas estuvieran ligadas a ellas de esta manera. El Centro nos ha enseñado el verdadero significado de la poesía. Cualquiera que sean los tiempos de cambio, ojalá la canción sea necesaria para otras cosas y no para insistir en que el pasado se convierta en futuro. Estamos aquí y vamos a seguir estando”.

Y es que A guitarra limpia ha construido un perfil cada vez más dinámico a lo largo de sus 18 años. Al trovador solitario se le sumaron con el paso del tiempo otros colectivos que lo acompañaron. “A guitarra limpia es ya un nombre genérico”, asume Kike, “pues el espacio se ha diversificado. Que esté tocando Moncada en este patio no es casual, por ejemplo. Acá hemos asistido al performance no solo de trovadores, sino también pianistas y otros formatos de orquesta. Se trata entonces de un espacio para la música, con un sentido de intercambio cultural que ha logrado expandirse e integrarse en toda esta zona de La Habana Viaja, donde el Centro Pablo se ha convertido en un pequeño corazoncito cultural”.