A llorar a Papá Montero ¡Zumba! Canalla rumbero

Rafael Lam
15/8/2018

Investigadores de universidades de otros países me han preguntado por el personaje de Papá Montero, del cual muchos hablan pero pocos saben a ciencia cierta de quién se trata.

El personaje era muy popular por su fama de bailador, lo cual ha motivado que se inspiraran en su figura para sainetes, en los cuales se usa música de Eliseo Grenet, quien brilló con luz propia. Así es que Arquímides Pous utiliza el popular personaje de Papá Montero, para de esa manera entrar en la vida cubana como héroe arrabalero.


Foto: ACN
 

 El personaje ha sido utilizado por Nicolás Guillén y Emilio Ballagas, en “Sóngoro consongo” (1931), en “Cuaderno de poesía negra” (1934) y “Reyes del Golfo de México” (1924).

Alejo Carpentier, en la página final de su famoso libro La música en Cuba, termina hablando del pintoresco personaje: “Y sigue presente el hombre de la calle, el espíritu garboso, ocurrente y chévere de Papá Montero, el ‘ñáñigo de bastón y canalla rumbero’, que Alfonso Reyes cantaba cierta vez en un poema famoso”.

Carpentier le otorga al rumbero categoría de protagonista en su libreto lírico “Manita en el suelo”, escrito para el compositor Alejandro García Caturla en la década de 1930. El propio Carpentier, al concebir en 1927 su primera novela, ¡Ecué-Yamba-Ó!, cita entre otros cantos arrabaleros este son de Papá Montero, del que se servirá el maestro Roberto Sánchez Ferrer al trasladar el argumento de esa obra carpenteriana a la ópera estrenada en 1986 con el mismo título.

Asimismo, varios pintores se han inspirado en el mítico personaje. Mario Carreño ofrece una imagen plástica de la fábula en su óleo de 1949, “Los funerales de Papa Montero”. Otros dos plásticos son Emilio Fernández de la Vega y José Chiú, entre muchos más.

Por último, el cineasta Octavio Cortázar recrea la historia de Papá Montero en el mediometraje producido por el ICAIC en 1991, “La última rumba de Papá Montero”.

Con el nombre de Papá Montero se han designado también a distintas personas reales o imaginarias. Por ejemplo, el pelotero Adolfo Luque, famoso pitcher de las Grandes Ligas y las series nacionales, era llamado de este modo por sus fanáticos.

La creación de Arquímides Pous se ha instalado de lleno en nuestra cultura, en nuestro folklore, en nuestra mitología popular y, como todo buen mito, se ha revestido de características y versiones contradictorias que contribuyen en gran medida a reforzar su leyenda.

¿Papá Montero existió o no existió?

El escritor camagüeyano Manuel Villabella, en su obra “!Zumba, canalla rumbero!” (pp.42-43), asegura que Papá Montero fue un personaje real de nombre Luis Felipe Montero, popular rumbero de San Luis que se ganaba la vida alquilando su fotingo en su lejano pueblecito. Sin embargo, según González Echevarría en su obra citada, Papá Montero era natural de Sagua la Grande, la ciudad de Wifredo Lam, Antonio Machín y Osvaldo Farrés.

Arquímides Pous tomó el apodo del conocido chofer para crear un vividor, una calavera como las que abundaban en el país, quienes se hacen pasar por muertos para obtener beneficios económicos en la ciudad de Santiago de Cuba.

Existe un argumento sobre Papá Montero, de los hermanos Gustavo y Francisco Robreño en 1901 en el teatro Alhambra, con el título de “Tin Tan te comiste un pan”. Mientras que Pous le concede amplia participación al “negrito” y al gallego.

En la década de 1960 se utiliza el tema de Papá Montero para la puesta llamada “El velorio de Pachencho”, de los hermanos Robreño, con éxito notable.

El personaje de Papá Montero ha mantenido su popularidad, sirve de inspiración a otros artistas de distintas épocas. En ello ha colaborado el tema musical de Eliseo Grenet:

Señores/ Los familiares del difunto/

Me han confiado/ Para que despida el duelo/

Del que en vida fue/ Papá Montero/

A llorar a Papá Montero/ ¡Zumba! Canalla rumbero.

¿Quién fue Arquímides Pous?

Arquímides Pous era bachiller en el Colegio Hermanos Maristas, después marcha hacia La habana y matricula en la carrera de Medicina en la Universidad de La Habana, abandona los estudios, para penetrar en el mundo de la farándula, se enrola con el músico Eliseo Grenet, porque estaba destinado a revolucionar el teatro vernáculo.

Fue un gran actor, autor y empresario vernáculo, hombre de teatro integral de inquieta actividad creadora, conquistador de sueños inalcanzables, rompedor de esquemas y de obstáculos infranqueables, su popularidad fue indetenible. Triunfó rotundamente en el Teatro Martí, el Payret, el Molino Rojo. Viajó por todo el país, por Europa y América, dando a conocer el teatro vernáculo cubano. Creó su propia compañía siempre con la dirección musical de Eliseo Grenet, un verdadero genio, de los más grandes y grabados de la música cubana.

Este músico fue perseguido por los esbirros del presidente Gerardo Machado, logró en Nueva York introducir la conga de salón y triunfó también en España y Francia, donde cualquiera no triunfaba en aquel entonces. Su obra es inmensa y solo menciono, ante todo “Papá Montero”, “La Mora”, “Si muero en la carretera”, “Las perlas de tu boca”, “Tabaco Verde”, “Rica pulpa”, “El tamalero”, “Mamá Inés”, “Facundo”, “Lamento cubano”, “Negro bembón” y la recreación del sucu suco: “Felipe Blanco”.

En una época como la de hoy, en que el nuevo teatro vernáculo persiste en el humorismo cubano, es muy importante volver a Arquímides Pous, a los fabulosos personajes del teatro nacional. Gracias al aporte del licenciado Enrique Río Prado, (Premio de Teatrología Rine Leal 2014), en su libro Arquímides Pous: Una vida para el teatro cubano, verdadera joyita publicada recientemente por la editora Alarcos del 2016.

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