Puede que el 14 de febrero sea la fecha signada en el calendario para celebrar el Día del Amor y la Amistad, mas no debe convertirse en el único momento del año en se ponga de manifiesto este sublime sentimiento. Por suerte hay quienes durante 365 jornadas, y más si las hubiera, dan sólidas pruebas de cuánto puede amarse realmente. En Cuba sobran los ejemplos. Uno de ellos es el proyecto Abriendo caminos a la inserción laboral, que se desarrolla en la Quinta de los Molinos, institución cultural perteneciente a la Oficina del Historiador.

“El bienestar de estos jóvenes y sus compañeros lo sustentan decenas de especialistas que durante los 365 días del año hacen realidad la máxima martiana de que ‘la única verdad de esta vida, y la única fuerza, es el amor’”.

A su cargo se encuentran las psicólogas Aylén Besada González y Gisselle Machín García, además de la licenciada Dianet de Armas Lavado, especialista en Educación Especial. Ellas militan en el grupo de mujeres y hombres empeñados en mejorar la vida de los demás, y su mayor regocijo es ver el avance de los 12 jóvenes integrantes del proyecto, cuyo origen se encuentra “en un gran proyecto surgido en 2014”, expresó Aylén Besada, también especialista del departamento sociocultural de la Quinta de los Molinos.

Más adelante añade:

A este macroproyecto dimos el nombre de Quinta por la inclusión social. Su principal propósito era la socialización de algunas personas en situación de discapacidad intelectual, que mantenían vínculos con nuestra institución a través de los talleres de jardinería y psicoballet, que eran los existentes en aquel momento. Integraban este proyecto primigenio 50 jóvenes que, una vez concluido su período escolar, tenían generalmente como único destino quedarse en sus casas para vivir al amparo de sus familias. Este proyecto les dio la posibilidad de incorporarse a nuestros talleres ocupacionales.

“Su principal propósito era la socialización de algunas personas en situación de discapacidad intelectual”. Fotos: Tomadas de la página de Facebook de la Quinta de los Molinos

El entusiasmo y la necesidad permanente de trabajar en aras del bienestar ajeno de los especialistas, y en sentido general de todos los trabajadores de la Quinta de los Molinos, propiciaron la multiplicación de aquellos talleres hasta convertirlos en los 19 espacios ocupacionales con que cuenta hoy esta prestigiosa institución.

Besada González precisó:

Se mantienen, por supuesto, los de jardinería y psicoballet, pero a ellos se han sumado, por ejemplo, los talleres de interacción con animales, cine debate, manualidades, música, juegos de mesa, estimulación psicopedagógica y pintura. Mientras trabajábamos con estos jóvenes integrantes de los talleres, la Oficina del Historiador coordinó algunos intercambios con el País Vasco y Boloña. En estas regiones de España e Italia, respectivamente, existían ya experiencias muy interesantes que tenían mucho que ver con nuestras acciones acá en el museo. Los conocimientos derivados de aquellos intercambios, junto a las experiencias que ya poseíamos del proyecto creado en 2014, hicieron posible el surgimiento de una experiencia piloto en la Quinta de los Molinos para la inserción laboral de las personas en situación de discapacidad.

Fue así como de las 50 personas beneficiadas con su participación en los distintos talleres —portadoras de alguna discapacidad intelectual como Síndrome de Down, retraso mental de leve a moderado, y algunos autistas— se seleccionaron 12 jóvenes cuyas edades no sobrepasaban los 45 años de edad, en correspondencia con las plazas con que contaban.

“Abriendo caminos a la inserción laboral, un proyecto distinguido esencialmente por su altruismo”.

Los muchachos escogidos tenían determinadas habilidades adquiridas precisamente en esos talleres. Todos pasaron por un proceso de entrenamiento y adiestramiento para después insertarlos laboralmente.

Nació así en 2017, de manera oficial, Abriendo caminos a la inserción laboral, un proyecto distinguido esencialmente por su altruismo, y que, a decir de esta coordinadora, “requiere de mucha sensibilidad, esfuerzo, compromiso y sobre todo respeto hacia las personas con discapacidad”. Asimismo, puntualizó que “para la selección de los jóvenes se creó una comisión integrada por especialistas del museo, Salud Pública y Educación Especial, entre otras personas conocedoras de experiencias anteriores”.

Además agregó:

Las opciones laborales en que se desempeñarían los seleccionados eran jardinería, operario del mariposario, auxiliar de informática, auxiliar de limpieza, asistente de oficina y auxiliar de servicio. Durante un tiempo rotaron por esos puestos y al unísono íbamos evaluando su desempeño en cada puesto para determinar su ubicación definitiva, en dependencia del lugar donde mostraron las mejores habilidades.

Al concluir la rotación por las distintas áreas de trabajo, la comisión creada al efecto decidió “el puesto que cada joven podía ocupar, donde comenzó su proceso de adiestramiento. Seguidamente se le hizo su contrato laboral, y ya listo para formar parte de los trabajadores de la Quinta, comenzó a recibir su remuneración salarial. Sencillamente se convirtieron en trabajadores de nuestra instalación como todos los demás”.

De los 12 integrantes del proyecto Abriendo caminos a la inserción laboral, tres son muchachas y el resto son varones. De la misma manera, tres de ellos son auxiliares informáticos, mientras nueve se desempeñan como jardineros. Sus tutores conocen sus necesidades y padecimientos, sus sueños, alegrías y tristezas. Justo por esa cercanía cimentada en el amor y la amistad, Roxi, por ejemplo, “adora a su profe Ileana”, al tiempo que alegremente explica cómo barre y recoge “las hojas que caen de ese árbol grande que está allí. Y vuelvo a querer a mi profe tanto como a Amor”, que es su mamá.

Esta joven de 22 años llamada Roxanne Bertot, que se desempeña en las labores de jardinería y es además integrante del taller de psicoballet, nos habló largamente del cariño que siente hacia sus profesores. A Sandro, de 26 años, quien ocupa una plaza de auxiliar de informática, le faltaron las palabras debido a la emoción. A pesar de ello encontró las necesarias para decir: “Muy, muy bueno. Es estelar, por eso cumplo con lo que me dice”.

“En varias instituciones de la Oficina del Historiador se desarrollan proyectos similares a partir de una iniciativa de Eusebio Leal”.

Son estos solo dos ejemplos de cómo la entrega de un grupo de especialistas se convierte en amor hacia estos jóvenes integrantes del proyecto Abriendo caminos, que, para gran dicha de decenas de familias y de nuestra sociedad en general, “no es exclusivo de la Quinta. En varias instituciones de la Oficina del Historiador se desarrollan proyectos similares a partir de una iniciativa de Eusebio Leal, autor de innumerables proyectos dirigidos a la protección de las personas vulnerables”, subraya Aylén Besada.

Por otra parte, puntualiza:

En nuestra institución la mayoría, por no decir todos los trabajadores, directa o indirectamente se encuentran involucrados en este hermoso proyecto, que devuelve la alegría de vivir a personas cuya discapacidad los condena a la desesperanza. Ninguno de estos jóvenes tiene un nivel intelectual o cultural elevado. Somos nosotros los encargados de prepararlos, adiestrarlos, supervisarlos. Para que se sientan más seguros y protegidos hemos adaptado los puestos de trabajo a sus habilidades y potencialidades. Al principio comenzaron a trabajar por cuatro horas. Solo un tiempo después se extendió a ocho horas su jornada laboral, que comienza para todos los trabajadores a las 7:45 a.m. y culmina a las 4:10 p.m.

Finalmente esta joven psicóloga subraya que el proyecto inicial Quinta por la inclusión “continúa funcionando con sus más de diez talleres, y precisamente es la cantera donde se van formando los nuevos integrantes de Abriendo caminos. Ambos proyectos cuentan con el apoyo de la Oficina del Historiador, de varias instituciones cubanas y organizaciones no gubernamentales radicadas en diferentes países”.

Tanto Roxanne como Sandro, al concluir este encuentro, aseguraron sentirse muy felices en la Quinta de los Molinos. No podría ser de otra manera, porque el bienestar de estos jóvenes y sus compañeros lo sustentan decenas de especialistas que durante los 365 días del año hacen realidad la máxima martiana de que “la única verdad de esta vida, y la única fuerza, es el amor”.

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