Desde hace algún tiempo he percibido —y creo que no solo yo— un empuje reciente de la animación independiente en Cuba. Sea esta una impresión errónea, momentánea o certera, la curiosidad me ha guiado a adentrarme en el gremio animado y “acosar” a los más apropiados para dar respuestas.

En la búsqueda de poner en texto y contexto el curso y rumbo más próximo de la animación independiente cubana, me acerqué a la curadora, crítica de arte e investigadora Caridad Blanco de la Cruz, quien registra minuciosamente el amplio panorama de este arte.

Partamos de las conceptualizaciones necesarias. ¿Cómo concibe la animación y su desarrollo como arte independiente?

Para mí, la animación es un medio. Un medio híbrido donde confluyen dibujo, pintura, fotografía, modelado, infografía, collage, diseño —entre otros—, junto a diversas técnicas multimediales y digitales, con capacidad para llegar a todo tipo de espectadores en tanto su alcance social se ha ido multiplicando cada vez con mayor empuje. Apreciarla de este modo, la visibiliza como ese arte multidisciplinar que es la animación, y que se produce en diferentes ámbitos (artes visuales, cine, televisión, música, danza, espectáculos de diversa naturaleza, internet…), con una presencia cada vez más notable en la vida cotidiana.

Creo que es importante, a los efectos de este dossier, esclarecer cuál es el concepto de animación independiente que se está manejando. En mis reflexiones (a través de exposiciones, ensayos, artículos, conferencias, etc.) se “(re)define” lo independiente. No está enfocado en esa condición aplicable —como es lo habitual— cuando se trasciende la animación institucional y se realiza la obra sustentada o financiada al margen de los estudios. Mi visión sobre lo independiente subraya, esencialmente, una producción marcada por la autonomía artística (y estética) y por la suficiencia tecnológica. Es decir, por la valía de la expresión visual creada y por el hecho de contar los artistas con los medios necesarios para animar: sus propias computadoras. La independencia que de ahí se deriva, las posibilidades que esos recursos ofrecen a la creación y la libertad con que han podido expresarse los artistas están entre los factores que me llevaron a definir en el libro Los flujos de la imagen. Una década de animación independiente en Cuba (2003-2013),[1] esa otra arista posible para aproximarse a la definición, como campo específico dentro del universo de la imagen en movimiento, del audiovisual cubano, en el que han estado centradas mis reflexiones.

Carlos Garaicoa. Partitura, 2017 / sonido, videoanimacion, atriles, tablets, papel, tinta/ dimensiones variables
Fotografía: Azkuna Zentroa

Al tener los realizadores en sus manos recursos tecnológicos para crear, la puesta en escena de sus ideas no depende como antaño de las decisiones y posibilidades que les ofrezca la industria, o la institución; dígase en nuestro caso el Icaic o el ICRT, fundamentalmente. Reconocer esto no significa que subestime (o ignore) la importancia de la subvención para estas obras de “animación no institucional”, pero es preciso tener conciencia con relación a que los recursos para ellas provienen de muchas más fuentes, con dinámicas que van más allá de las habituales para el mundo del cine, (re)conociendo además que hoy lo animado no puede seguirse viendo como algo reducido a lo cinematográfico, ni supeditado a la narrativa que le ha permitido al llamado séptimo arte, ciertamente, contar las más increíbles historias.

“Mi visión sobre lo independiente subraya, esencialmente, una producción marcada por la autonomía artística (y estética) y por la suficiencia tecnológica”.

La animación es mucho más. Una expresión abierta. Un arte expandido. Una dimensión favorecida por el concurso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), por la existencia de las computadoras personales y de los softwares, que hicieron posible que grupos de artistas, o uno solo, fueran capaces de crear obras animadas, lo cual es un efecto de lo que ese progreso tecnológico ha significado culturalmente. Un significado que clarifican múltiples expresiones: videoarte, videoinstalaciones, microstock, gifs, spots, videoclips, cine experimental, cortos animados, películas de animación, documentales, animación de datos, obras interactivas, videojuegos, machinimas, gamemods, publicidad, efectos visuales, realidad aumentada, Vjing, video mapping, performances audiovisuales, acciones 360, obras obtenidas a partir de circuitos cerrados de video, animación en vivo, etc.

Orestes Hernández. Klaxon del arcoíris, 2013/ video de animación/ color/ sonido/ 8’10’’

Este arte permite una exploración ilimitada de las expresiones visuales, apelar a distintos modelos de narratividad —sin que por ello se complete un relato—, instrumentar ejercicios cinematográficos no convencionales, ser expresión de ideas, conceptos, alegorías, e igualmente, conformar obras de naturaleza abstracta, realidad virtual; generar atmósferas inmersivas, environments, crear particulares estados sensoriales, estar unida a impresiones de sinestesia, y contribuir a crear entornos de comunicación efectiva y sinergias. Visto así puede tal vez comprenderse que la animación hoy está realizada por artistas de muy diversas procedencias: creadores audiovisuales, artistas visuales, cineastas experimentales, informáticos, ingenieros, diseñadores, humoristas gráficos, y aun otras especialidades, donde la animación resulta justo el medio de expresión apropiado a sus intereses creativos.

Las formas animadas a las que me he referido, y que son parte de esa cosmogonía mayor que es la de la imagen en movimiento, refieren aspectos de orden existencial, político, ético, estético, filosófico, sociológico, cultural, antropológico; que están presentes en esas evanescencias efímeras dispuestas sobre las múltiples pantallas que son comunes en el mundo contemporáneo —sean estas los espacios urbanos tomados para ello (plazas, edificios), las salas cinematográficas, los teatros; las de los televisores (en nuestros hogares o contextos con funciones públicas específicas), dentro de exposiciones (proyectadas a gran escala o con artefactos electrónicos de distintos formatos y posibilidades técnicas) y en cuanto dispositivo permita visualizar este tipo de expresiones, incluidos los móviles.

“La animación es un campo de experimentación como ninguna otra expresión audiovisual, y no puede seguir sin ser aprehendida como ese arte expandido que ella es hoy día”.

¿Qué distingue a la animación cubana del resto del mundo?

Creo que la animación cubana ha tenido un proceso propio, aunque con similitudes con lo que ha ocurrido en el resto del mundo. No obstante, las dificultades tecnológicas que esa animación tiene que sobrepasar, de financiamiento y de promoción han tenido un peso negativo en su desarrollo, junto a la falta de reconocimiento que ha padecido la creación independiente, y la subestimación de la animación como arte (fue hace muy poco que comenzó a incluirse su enseñanza en algunos centros de educación artística). Pero las rutas temáticas de la animación independiente —desde la perspectiva que he venido acotando aquí— abren horizontes sumamente sugestivos y que debieran ser una fuente de inspiración y transformación en múltiples aspectos de la animación institucional, incluyendo lo relativo a sus valores plásticos. Yo no encuentro una distinción particular que no sean las trabas en el contexto y esa batalla entre la carencia material y la concreción de un arte que lleva mucho tiempo, implica mucho esfuerzo y que no siempre se tienen los recursos a mano que hacen falta para completar todo lo necesario en materia de animación.

Reinier Nande. Construction, de-construction, 2013/ videoinstalación/ animación en loop (color/ sin sonido), videoproyector, DVD y pico de hierro/ dimensiones variables

¿Qué queda en las producciones creativas independientes de aquella época dorada de la animación en Cuba en los 60? ¿Qué ha sido necesario cambiar? ¿Cuánto ha influido el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas a la animación en este recorrido histórico?

Creo que si tomamos algunos autores como paradigma de la expresividad de aquella época en cuanto a lo experimental (Jesús de Armas, Sandú Darié, Luis Rogelio Nogueras, Hernán Henríquez, Jorge Carruana, Eduardo Muñoz Bachs, Tulio Raggi), podemos encontrar numerosos creadores, muchos en el ámbito de las artes plásticas y también en la realización independiente, que han conseguido y aún buscan altos niveles de visualidad y solidez conceptual: realizar obras rompedoras, de vanguardia, que abran el espectro iconográfico, de sentidos, de calibre metafórico, de energías nuevas para la obra de animación y que lamentablemente no se corresponde con la imagen que tiene la industria en Cuba. Hay muchas cosas que deben ser cambiadas, pero no es posible sucinta y apresuradamente ahondar en este particular que de alguna manera traducen algunas de las ideas que voy expresando.

El desarrollo de las TIC ha significado un impulso extraordinario con respecto al cine de animación, la creación independiente y para el arte en general. La tecnología con sus múltiples herramientas ha permitido acelerar el proceso de creación, acortar los tiempos de realización y aumentar el volumen de las producciones. Pero en nuestro caso, en el orden artístico, en el plano estético, no siempre ha significado pura ganancia.

Hay una parte de esa animación experimental que sobrevive hoy, que no está interesada solo en el dominio de la tecnología por la tecnología —digo la verdadera obra de arte—, porque lo extraordinario no es el uso de la tecnología y la técnica, sino lo que los creadores son capaces de decir, comunicar y hacer gracias a su uso. Es imprescindible pensar desde dentro de este lenguaje, saber qué se quiere decir, cómo se quiere decir y cómo se va a conseguir mediante este arte. Saber animar no siempre implica conseguir una buena obra animada; es preciso saber conducir las ideas, los conceptos, los argumentos, desde la inventiva y el ingenio de la creación que implica el arte, dirigir el proceso a cabalidad sin perder de vista el sentido de lo realizado para llevarlo a buen término y que el trabajo resulte, en verdad, arte.

¿La animación en Cuba es cosa del pasado? Existe un estado de opinión de que la animación cubana ha perdido su vitalidad. Si está de acuerdo, ¿qué factores influyen en esta condición? De no estarlo, ¿qué ha cambiado en la animación que puede llevar a algunos a considerar su decadencia?

No creo que la animación haya perdido su valor, aunque ciertamente se ha visto afectada por más de una crisis y por el hecho de que continúa subestimada y sin el reconocimiento que debiera tener. Pasa incluso todavía con la animación de los 60, con los grandes artistas que en aquel momento estaban creando un paréntesis importante, y que podemos ver como antecedente del videoarte de animación en Cuba.[2] El trabajo de aquellos maestros sigue siendo visto solo como los “animados” cubanos de entonces y no como el cine de animación de aquella década. Los ejemplos sobresalientes de la animación experimental cubana de ese período dentro del Departamento de Dibujos Animados del Icaic, son también ese cine cubano extraordinario de los 60 que tanto se pondera (en cuanto a ficciones y documentales, sin incluir a estos autores de los filmes animados) en su apuesta por consolidar la animación como forma del arte en Cuba.

Sandu Darie. El vuelo cósmico, 1967/ dibujo animado/ 35 mm/ color/ 50″/ secuencia de fotogramas

De la vitalidad ascendente de este tipo de creación como parte de la imagen en movimiento, nos habla lo hecho por un buen número de artistas que en distintos frentes han apostado por la animación, buscando comunicar ideas que creyeron posible solo a través de esta expresión o incorporándola junto a otros lenguajes, creando obras singulares —en muchos casos paradigmáticas— y también estéticas renovadoras. En el ámbito del arte contemporáneo, tenemos a Lázaro Saavedra, Fernando Rodríguez, Sandra Ramos, Reinier Nande, Carlos Garaicoa, Alexander Arrechea, Ernesto Leal, Rodolfo Peraza, Orestes Hernández, Diana Fonseca, Glenda León, Luis Gómez, Antonio Gómez Margolles, Amilkar Feria, Yonlay Cabrera, Axis Visual Lab (Milton Raggi y Randy Moreno), entre algunos de los que se han aproximado a esta expresión. A ellos se han sumado otros, como es el caso de René Francisco Rodríguez, y artistas emergentes que ven las formas animadas como un área relevante de experimentación y posibilidades discursivas y plásticas. Cabe mencionar a Miguel Alejandro Machado y a Bryan Romero, dentro de un grupo mayor de artistas emergentes que he comenzado a seguir.

Es preciso referirse aquí a la labor de directores de cortos de animación, como Yolyanko William o Yimit Ramírez; a cineastas que hacen un uso excepcional de la animación, como es el caso de Raidel Araoz y de Alejandro E. Alonso, en relación con buena parte de las creaciones “documentales” de ambos y, en particular Alejandro, en todas esas obras suyas que constituyen cine de ensayo, con un rol más activo de la animación en unos casos, y en otros, un tanto velado. Un desempeño de lo animado que se ha intensificado además en ese collage que es el cine experimental de Miguel Coyula, hasta llegar a la vitalidad que ostentan los efectos visuales en Corazón azul, su filme más reciente.

Un destaque importante merece el desempeño de Ivette Ávila y Ramiro Zardoya (Cucurucho Producciones) —proveniente ella del campo de la biología y la antropología; él, del diseño industrial—, con una labor encomiable como creadores independientes y que ahora, unidos a un equipo mayor, han abierto en la televisión cubana una brecha de excelencia en materia de animación, con resultados virtuosos en cuanto a la técnica del stop motion; al mismo tiempo en que ella, de modo infatigable, rescata la historia soslayada de lo hecho por el ICRT en cuanto a animados, potencia los vínculos de una comunidad de creadores en tal sentido y varios festivales.

Antonio Gómez Margolles . Evolución, 2009/ videoinstalación interactiva/ película flash (color/ sin sonido), videoproyector, netbook y mouse/ dimensiones variables. Fotografía: Néstor Martí

Un referente importante en el campo del diseño —en cuanto a videoclip, spot, mensajes de bien público y otras expresiones audiovisuales que usan la animación y que han estado a la vanguardia— es el equipo que conforman Raúl Valdés (Raupa), Edel Rodríguez (Mola) y Nelson Ponce, hoy aglutinados como grupo creativo en Nocturnal (junto a Giselle Mozón y Michele Miyares). Es preciso acotar que ciertamente el número de diseñadores que abordan la animación para encargos semejantes es mucho mayor, y algunos de ellos gozan también de un notable reconocimiento al respecto.

Hoy día es incuestionable el mérito de productoras independientes en materia de efectos visuales, como Trapiche Estudio (conducida por Jorge Céspedes) y Remachestudio (a cargo de Víctor López). De realizadores de videoclip como Joseph Ros, Néstor Kim, Katia Hernández y Enrique Smith, el dúo Karma, así como otros de los artistas ya mencionados aquí con anterioridad que trabajan también esta especialidad, sin olvidar las memorables realizaciones de Ermitis Blanco.

“Las rutas temáticas de la animación independiente abren horizontes sumamente sugestivos y que debieran ser una fuente de inspiración y transformación en múltiples aspectos de la animación institucional (…)”.

Las formas animadas y los autores de expresiones audiovisuales vinculadas a ellas son un universo en continuo crecimiento y transformación. Aquí, solo he mencionado algunos ejemplos puntuales de autores que confirman el valor como arte de este medio en el caso cubano. Las altas y bajas en la animación deben ser evaluadas de forma más plural, abierta, con cabida para lo experimental y para múltiples lenguajes, y no estar focalizada esa evaluación tan solo en los resultados de eventos relacionados exclusivamente con esa burbuja que en este sentido constituye el cine y un tipo de producción audiovisual próxima. Atender lo que representan estos autores y todas las manifestaciones de lo animado referidas, permitiría ver que la crisis de la que se ha estado hablando se circunscribe a una zona de creación, que pervive afirmando todavía esa noción restringida de la animación que la institucionalidad, el contexto y una parte de la crítica especializada mantienen viva, aunque esté desactualizada.

Lázaro Saavedra. La gloria borra la memoria, 2006/ video de animación/ color/ sin sonido/ 1’14”

¿Cuánto pueden (o deben) aportar las producciones independientes a ampliar el espectro y las dinámicas de la animación en Cuba? ¿Cree que estos modos de producción marcarán una nueva era o un paradigma en la historia cinematográfica y audiovisual cubana?

En mi opinión las producciones independientes (en algunos casos también próximas a la obra de autor) tienen un rol decisivo en el desarrollo del arte de la animación y son un importante referente para el avance de la animación estandarizada, de corte comercial vinculada a la industria. La animación experimental, que no debió perderse nunca, tiene una encarnación importante en la producción independiente, sobre todo en esa que está atenta a las más ricas aportaciones del lenguaje expandido de la animación. Tal vez, vista desde esa perspectiva, pueda tener algún efecto como al que orientas tu pregunta. Pero no alcanzo a distinguirlo como posibilidad.

Fernando Rodríguez. Reflexiones visuales, 2009/ video de animación/ color/ sin sonido/ 2’24” / 
Fotografía: Manuel Larrañaga

¿Qué papel juegan las instituciones culturales, académicas y medios de comunicación en la proliferación de la animación cubana? ¿Qué queda por hacer desde estas instituciones para garantizar el impulso de las producciones independientes de animación en Cuba?

Debieran tener un papel más activo, y estar a tono con los desafíos que representan la producción artística contemporánea y las expresiones emergentes. Preservar la memoria, revisar la historia, transformarse y abrirse para lograr esos requerimientos y también acoger lo nuevo, lo inédito, lo auroral.

Podría ser mayor el número de instituciones que ofrezcan becas (no solo las vinculadas directamente al mundo del arte); podrían abrir sus espacios y sus festivales a distintos tipos de estéticas, no solo las que hoy son una convención; podrían crear festivales de otra naturaleza, otros formatos de exposición, de promoción, de consumo. Podrían ofrecer financiamiento a producciones que tienen que ver con la animación, trascendiendo los límites del cine y del dibujo animado. Todavía es solo un sueño mío (y de otros soñadores), pero quiero creer en esa posibilidad.

“No creo que la animación haya perdido su valor, aunque ciertamente se ha visto afectada por más de una crisis y por el hecho de que continúa subestimada y sin el reconocimiento que debiera tener”.

¿Se puede hablar de un movimiento de producción independiente de animación en Cuba? ¿Cuánto le falta a las producciones y realizadores independientes para posicionarse en el imaginario cubano y conquistar el respeto y reconocimiento de la audiencia y las instituciones culturales?

Existe un movimiento de animación independiente en Cuba. Poco estudiado, todavía un tanto discreto. Su fortaleza, sin embargo, ha fluctuado, no solo por la falta de reconocimiento como padecimiento crónico de la animación, y otros problemas que la afectan, sino por el debilitamiento que significó operar sin el reconocimiento legal requerido para el buen desarrollo de las entidades independientes. La legalización jurídica de esa autonomía es siempre capital.

La animación es un campo de experimentación como ninguna otra expresión audiovisual, y no puede seguir sin ser aprehendida como ese arte expandido que ella es hoy día. Hay que verla como un ecosistema, como un gran laboratorio de manifestaciones audiovisuales que se entremezclan y nutren unas de otras. Las instituciones (no solo las relativas al cine y las artes visuales) tendrían que apoyar y potenciar esto, que es como se manifiesta en verdad la cultura de nuestro tiempo. Creo que a la animación le ha faltado reconocimiento, financiación, difusión, colocarla con mayor énfasis en espacios habituales (televisión, cine), que se potencien contenidos digitales para las redes; pero también insertarla en los espacios públicos (como ambientes), en sitios virtuales pensados para internet, en festivales que incluyan todas las expresiones (o modalidades) que los avances tecnológicos hacen posible.

Sandra Ramos. Los ojos de Dios, 2006/ videoinstalación/ dos videos de animación/ 17’ cada uno/ dos videoproyectores, dos DVD/ dimensiones variables / detalle

Se carece de eventos específicos que a nivel urbano, por ejemplo, nos regalen espectáculos de luz realizados por creadores cubanos como los que distinguen a muchas ciudades en el mundo; otros, comprometidos con la performance audiovisual y el video mapping, capaces de animar distintas zonas de nuestra urbe, multiplicar esas otras performances que nacen en fusión con la música (electrónica, experimental, techno, rock…). Se precisan encuentros de creativos, la actualización de los expertos, de los investigadores y de la crítica especializada con respecto a los nuevos formatos, conceptos, teorías, metodologías. Urge favorecer la investigación científica, la publicación de libros con estudios al respecto y, de igual modo, que la animación sea una especialidad que se estudie en nuestras escuelas de arte.


Notas:
[1] Libro publicado en 2019 por la editorial madrileña Hurón Azul.
[2] Me refiero a Pantomima (“Amor, 1”) (1965) y La frontera, de Jesús de Armas; Un sueño en el parque (1965), de Luis Rogelio Nogueras; El vuelo cósmico (1967) y Cocotología (1967), de Sandú Darié y Osaín (1966), de Hernán Henríquez.