Alberto Vega Falcón: Ese torrente de rimas

Onelia Chaveco
16/10/2020

Más allá de las medallas, condecoraciones y obras publicadas, Veguita, el poeta cienfueguero que acaba de merecer el Premio Nacional de Cultura Comunitaria 2020, es un torrente de rimas que con su aliento da forma y figura a la décima, la redondilla, la controversia…

Y lo menciono por el alias porque dudo mucho que en la provincia de Cienfuegos y más allá, la gente lo identifique por Alberto Vega Falcón, nombre con que le bautizaron el 23 de septiembre de 1944.

Es más, por llanos y montañas, en cualquier guardarraya, en la costa, o en esos trillos perdidos, donde habite algún cubano, cuando se encuentre a este hombre de pequeña estatura y barba poblada de canas, extenderá su mano afable y dirá: “Veguita, cará…”.

Alberto Vega Falcón es felicitado por sus compañeros de labor durante su arribo a la sede de la
Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), en Cienfuegos, el 12 de octubre de 2020. 
Fotos: Modesto Gutiérrez Cabo / ACN

 

Nació en la finca La Rosita, de la localidad de Ciego Montero, municipio cienfueguero de Palmira. Un día me contó que “esa es una finca de la familia y pagábamos la renta de la tierra con trabajo. En especial, mi abuelo se levantaba a la una de la mañana para trabajar en la siembra de caña y pagar la tierra por 30 años”.

Y allí creció Veguita bajo la neblina mañanera, el cantío del gallo, el enyugar de los bueyes, trepado en cualquier palo del monte y apropiándose de esa vida pura, rica, hermosa de campo adentro.

Su vena de poeta, escritor y amante de la oralidad le viene quizás de quienes en la familia amaron la pintura y la ópera, pero también del apego a la tierra de donde extrae las mejores pariciones de redondillas, cuentos y anécdotas.

No hace falta la peña dominical del Parque Villuendas en Cienfuegos, ni “La hora de Luis” —el espacio radial dedicado a Luis Gómez, el rey de la tonada Carvajal—, porque Veguita solo necesita un interlocutor en cualquier esquina de la ciudad o en cualquier trillo, para envolverle en su contar de pico fino, cual émulo de Juan Candela.

Ese culto a la oralidad ha llevado al protagonista de este artículo a realizar una labor comunitaria de más de 50 años con niños, jóvenes, ancianos y población en general, “porque alimentar el espíritu es una necesidad de todos”, comenta.

“Trabajo la promoción de la oralidad, con décimas propias y de importantes exponentes del género, estampas guajiras, la mitología cubana de Samuel Feijóo, las controversias del siglo, abordo el humor, es una amplia gama.

“Mantengo un espacio o peña en tres casas de abuelos porque a su edad ellos necesitan reírse y ser felices”.

Alberto Vega Falcón, promotor natural de la cultura campesina, poeta, improvisador y locutor cienfueguero,
recibió el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, en Cienfuegos.

 

Varias obras literarias ha publicado este autor, desde el libro de décimas Por la piel del calendario (Ediciones Unión, 1996); Canto a María Coralillo y otros sonetos (Ediciones Mecenas, Cienfuegos, 2000); hasta Décimas (Ediciones del ayuntamiento de Telde, Las Huesas, Las Palmas de Gran Canaria).

Asimismo, de su autoría son Estampas guajiras (Ediciones Mecenas, Cienfuegos, 2011), y un libro de ensayo titulado Redondillas cubanas, que recopila gran parte de la música campesina.

Ha sido merecedor de las medallas Raúl Gómez García, las de 25 y 30 años del Poder Popular, la del 190 Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Cienfuegos y el Premio Cubadisco 2008 dedicado a la poesía.

Además, recibió el Premio Jagua, considerada la más importante condecoración por la obra de toda la vida que ofrece la Dirección provincial de Cultura en la Perla del Sur; y la Distinción Mambí Sureño.

Vega Falcón conduce y dirige variados espacios dedicados a los trovadores, y programas radiales en la emisora provincial sureña.

Con su apellido achicado por su baja estatura, Veguita cabe en cualquier espacio, aun cuando se ha vuelto ese torrente de rimas capaz de entrar por ventanas, puertas y hasta en las pequeñas rendijas, como aquellas que hacían las paredes de yagua de su humilde bohío, por donde se colaba cada mañana el sol.

 

Tomado de ACN
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