¿Qué razones la han movido para llegar hasta La Habana en este abril?

Mi primer viaje a Cuba fue en el 2000, a partir de ahí ha sido constante la participación en el Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, como un acto de crecimiento personal a nivel profesional en el sistema de enseñanza. Siempre traigo alumnos, quienes han participado en el concurso, y en 2006 una de mis alumnas obtuvo el tercer lugar. Somos una delegación constante en los talleres y clases.

Como jurado he tenido la oportunidad de estar en cuatro ocasiones, ahora soy jurado en la modalidad de Ballet y además, soy invitada de honor, me han concedido ese privilegio. Como dominicana experimento una gran sensibilidad y afinidad con este país. Ni siquiera puedo decir que Cuba es un segundo hogar, sino una casa donde tengo la gente que quiero, y de la que también soy parte.

¿Por qué ese acercamiento a la Escuela Cubana de Ballet?

Conocí la Escuela Cubana de Ballet por un intercambio que se hizo en una institución de mi país, el Instituto de Cultura y Arte, en convenio con el Instituto Superior de Arte de La Habana. Llegó la maestra Norma García con la licenciada Elvia Ojeda para formar un instituto que iba a graduar bachilleres en arte, con la intención de que se abriera la Licenciatura en Arte en la Pontificia Universidad Católica Madre Maestra, de Santiago de los Caballeros. El proyecto no llegó a donde tenía que llegar, pero el Instituto de Cultura y Arte se mantuvo.

¿Cuál fue para mí ese gran aporte? El hecho de que llegaran ustedes con sus maestras, con esa metodología tan clara. Fui elegida por la maestra Norma como la primera maestra dominicana para trabajar con ese proyecto, e insistió en que yo tenía que venir a la matriz. Eso fue de 1991 a 1993. Sin embargo, no es hasta el 2000 que llego por primera vez, ya con bastante conocimiento de la metodología, sobre todo para los primeros años (primero, segundo y tercero de Elemental).

“Enorme es el respeto y el agradecimiento para la Escuela Cubana de Ballet, que ha llevado por toda Latinoamérica su metodología para que podamos enseñar ballet con dignidad y respeto”. Foto: Tomada de la página de Facebook de Ballet Contémpora

Una vez que arribé aquí empezó el romance absoluto, no solamente con la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso, sino con el país completo. Ver que eso que nos había empezado a inculcar la maestra Norma García era verdad, que todo era como ella decía, te hacía sentir parte real del sistema, pues lo estabas llevando con la propiedad que llevaba. El contacto directo con la maestra Ramona y sus clases metodológicas fue extraordinario; tuve la oportunidad de tomar muchas clases con el maestro Fernando, incluso de pantomima, además de todo lo que ha ofrecido el Encuentro durante los años en que he podido estar aquí; la amistad y la hermandad con la maestra Ana Julia Bermúdez, que nos ha apoyado mucho desde aquí y en nuestra academia, Ballet Contémpora, así como nuestro vínculo con la maestra Marta Iris Fernández. La cercanía es bastante, y enorme es el respeto y el agradecimiento para la Escuela Cubana de Ballet, que ha llevado por toda Latinoamérica su metodología para que podamos enseñar ballet con dignidad y respeto.

¿Cuáles son las primeras impresiones de lo que ha visto en el Concurso?

Te puedo hablar de la gala de apertura del evento. Tras la distancia que impuso la Covid-19, llegar a la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso y ver el resultado de los muchachos de Nivel Medio y Nivel Elemental no es algo impresionante para mí, pues es lo que esperaba, pero sí un regocijo, una tranquilidad, es una paz ver que el ballet aquí sigue vivo, que las maestras siguen trabajando con esa pasión, con ese amor, con ese deseo de contribuir a la superación de cada uno de esos muchachos.

“Vamos a seguir adelante y la vida seguirá fluyendo”.

Tuve la oportunidad de ver la presentación del Ballet Nacional de Cuba, y eso te llena de ilusión por seguir adelante; confirma que el arte sana. No hay manera de que la humanidad siga adelante sin que las artes fluyan e inyecten —no a nosotros, que estamos metidos adentro, sino a todo el universo— esa pasión y esa forma de respirar y transmitir las emociones. No importa la Covid-19, vamos a seguir adelante y la vida seguirá fluyendo.