La grandeza de Alicia no estriba solo en la increíble bailarina que fue, sino que se entregó toda en función de dotar a su país de una compañía a la altura de las mejores del mundo y, más allá, crear ―para orgullo patrio― la escuela cubana de ballet de la cual nos hablan sus continuadores. Algunos discípulos, colegas, Premios Nacionales de Danza y estudiantes de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso comparten sus opiniones acerca del legado de la Prima Ballerina Assoluta. 

Imágenes: La Jiribilla

“Alicia no concebía la vida sin la danza. Me decía: Adolfo, yo perdí mi vista, que es lo más grande que Dios nos dio, porque seguí bailando, para mí bailar es lo más grande del mundo. Ella sabía lo que le iba a pasar, el doctor se lo dijo. Decía que tuvo dos oportunidades para arrepentirse, pero también decía: Yo he sido feliz porque sé lo que he creado, fundar el Ballet Nacional de Cuba era para mí lo más importante, quería que mi país tuviese una compañía como las grandes compañías del mundo. Sabía que había influido para que en América Latina se crearan academias y compañías de ballet. Me dijo. Valió la pena lo que he pagado”.

Adolfo Roval, Premio Nacional de Danza 2019

“Alicia fue una gran bailarina y nos enseñó mucho por su forma de interpretar los personajes, siempre estaba pendiente de los detalles. Cuando éramos muy jóvenes nos ensayaba los saludos porque decía que cada ballet tenía una manera diferente de saludar, una intención de acuerdo al estilo y al personaje interpretado”.

Cuando nos tomaba un ensayo, a las figuras principales o al cuerpo de baile, se fijaba que no fuéramos iguales, que trabajáramos de acuerdo con la personalidad de cada uno. Ella nos enseñó no solo lo referido a la danza, nos inculcó que el Ballet Nacional de Cuba representaba a nuestro país, y eso era muy importante para nosotros aquí y en el extranjero. No bailábamos por bailar, representábamos a nuestro país. También nos enseñó que debíamos amar nuestra compañía, lograr que fuéramos un colectivo unido, que nos ayudáramos tanto en la danza como en la vida”.

María Elena Llorente, Premio Nacional de Danza 2015

“Alicia era una artista verdadera, una persona de detalles. Los críticos la situaban como la mejor bailarina desde su primera Giselle, después de sustituir a Alicia Markova. Pensaban que por ser latina bailaría diferente. Ella estudiaba y se exigía al máximo para lograr lo que quería. Cuando la operaron de la vista, que fue un proceso largo y difícil, estudiaba los ballets desde la cama, con la ayuda de Fernando”.

Era un privilegio ver su trabajo en el salón. Nos decía: vamos a hacer un círculo para practicar pirouettes, ella empezaba y nos ponía metas. Bailar es difícil, sin ver bien es más difícil aún, pero Alicia estudiaba y nunca perdía la concentración. Ella se propuso bailar, era un ejemplo de estilo. Otra cosa que me impresionaba de Alicia es que, si hoy bailaba La fille mal gardée, en la función de mañana incorporaba otros detalles a su personaje”.

Ramona de Saá, Premio Nacional de Danza 2006

“Alicia trasladó su maestría en el tratamiento de los diferentes estilos del ballet a las bailarinas que iban asumiendo distintos roles en la compañía. Es de destacar el detalle de que trabajó con numerosos coreógrafos, de tendencias diferentes que, evidentemente, enriquecieron sus interpretaciones. La crítica destacó la forma diferente al bailar con relación a otras bailarinas de la época, subrayando la expresividad de la bailarina cubana”.

Aurora Bosch, Premio Nacional de Danza 2003,
una de las cuatro joyas del Ballet Nacional de Cuba

“La compañía tiene bailarines muy jóvenes, ellos no vieron bailar a Alicia. Hemos hecho trabajo de mesa para que conozcan la historia del ballet en Cuba, para transmitirles el orgullo que sentimos por ser parte de esa gran compañía. Alicia tenía una técnica impresionante, ella es la más alta expresión de la Escuela Cubana de Ballet. Nacida en una pequeña Isla del Caribe, es reconocida a nivel internacional, fue una estrella del American Ballet Theatre. Alicia siempre buscaba la perfección”.

Viengsay Valdés, directora del Ballet Nacional de Cuba

“Dondequiera que nos paramos somos estandartes de esta pequeña Isla que es muy grande de corazón. La escuela cubana de ballet fue la última que se formó. Y tiene gran experiencia acumulada. Alicia, Alberto y Fernando pensaron cada detalle para que los bailarines cubanos se distinguieran siempre. Hay muchos bailarines cubanos trabajando en compañías del mundo, bailando con intérpretes formados en otras escuelas, los nuestros no pierden su identidad. Nosotros somos parte del pueblo cubano. Alicia decía que para bailar hacíamos un trío: bailarín, bailarina y público”.

Dani Hernández, primer bailarín del Ballet Nacional de Cuba

“Alicia es mi ídolo, un ejemplo a seguir, maestra de maestros que ha representado a Cuba en el mundo entero. A mí me gustaría alcanzar triunfos y llegar tan alto como ella nos ha demostrado que es posible”.

Erika Eligio, estudiante de primer año de nivel medio de la
Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso

“Alicia es un paradigma, un ejemplo a seguir por todas las bailarinas de Cuba y del mundo. Es la expresión más genuina de la danza”.

María Fernando Seara, estudiante de tercer año de nivel medio de la
Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso

Este artículo fue publicado originalmente en ocasión del centenario de Alicia Alonso, el 21 de diciembre de 2020.