Alma Mater a sus 98: prolongación del compromiso

Lázaro Hernández Rey
18/11/2020

Este mes de noviembre la revista Alma Mater (AM) celebra sus 98 años. Fundada por Julio Antonio Mella en 1922, desde sus inicios la publicación representó los desafíos, luchas y retos que enfrentó el estudiantado universitario en la casa de altos estudios de La Habana. En ese período sobresalen los reclamos por la Reforma Universitaria, las denuncias de corrupción en el claustro y en las organizaciones afines a la universidad y la representación de las actividades más sobresalientes de los jóvenes estudiantes de entonces.

Portada del número de marzo de 1923. Fotos: Cortesía de la revista Alma Mater.
 

Historia, dedicación y una militancia ferviente sobresalen en el período republicano de la revista, que marcó hitos no solo por el abordaje de temas candentes en la nación, sino también por la calidad de su producción y diseño gráfico, por la presencia de figuras descollantes como la del propio Mella como Lord Mc Partland y por la representación de la vida de una generación que mostraba su compromiso a través de la denuncia de los problemas del país mediante el reflejo original de los sucesos que marcaban su vida estudiantil.

Portada del número de abril de 1929.
 

En el período revolucionario la revista pasó a representar los intereses de los estudiantes universitarios de todo el país desde 1978, cuando integrara el Consejo Nacional de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). En ese proceso se ha estructurado una red donde representación y lucha se han erigido en constantes de una publicación inmersa en la defensa de la Revolución.

Pero los cambios lógicos, imprevistos o inevitables que se han sucedido a lo largo del tiempo, plantean desafíos para la propia esencia de la revista en la contemporaneidad, bien desde el punto de las rutinas productivas de su redacción como del enfoque ofrecido a los contenidos que generan.

Actualmente AM tiene una tirada nacional que asciende a los diez mil ejemplares, en un formato de 16 páginas y con una frecuencia bimensual, cuando anteriormente las entregas eran mensuales y ocupaban 32 cuartillas.

Durante el período republicano la revista abordó temas candentes para la nación.
 

Para Oday Enrique, jefa de redacción de la revista y nostálgica entusiasta de las ediciones impresas, esta situación dificulta el acceso al público universitario porque, a pesar del crecimiento de las redes digitales, todavía muchos educandos no la reciben a través de esta vía. Paralelamente, el cambio de la policromía y el formato que identificaba a la publicación, constituyen acápites que no se pueden apreciar correctamente por la escasa presencia en lugares de venta.

Max Miranda, periodista de la publicación, expone que esta situación incide en los esfuerzos por llegar al público universitario. “Un público que, en cierta medida, si no está desconectado de la revista, por lo menos no tenía un acercamiento cotidiano a ella debido a que durante mucho tiempo esta llegó tarde a los estanquillos por cuestiones que no tienen que ver ni han tenido que ver específicamente con la dirección de la revista, sino con quienes se encargan de distribuirla”.

El propio director, Armando Franco, reconoce el impacto de esta situación, vinculada no solo con la distribución, a cargo de Correos de Cuba, sino también con formas de promoción y divulgación de contenidos, entre los cuales no descarta encuentros presenciales con los universitarios una vez que las condiciones lo permitan. “Yo mismo he ido a lugares donde los estudiantes desconocen la publicación, por lo cual debemos consolidar la creación editorial diaria, con el fin de asimilar las lógicas de producción de la universidad y devolverle el reconocimiento a AM”.

Armando también apunta que la revista que tiene una importancia vital dentro del entramado de medios del país y para el público al que se debe, es decir, la comunidad universitaria, por lo cual se han propuesto recuperar la visibilidad haciendo un periodismo que responda a la audiencia a la cual se debe desde la articulación de un proceso que responda a las nuevas lógicas de consumo de la información.

Portada del número de julio-agosto de 1979.
 

Para enfrentar ese reto, la dirección de AM adoptó una estrategia basada en la readecuación de las rutinas de trabajo con el propósito de adaptarse a las demandas que impone el escenario informativo. Eso sí, siempre teniendo como base la necesidad de llegar a los lectores en las plataformas digitales que éstos frecuentan. Ello, a juicio de Max, se relaciona con la resignificación de la esencia de la revista para con su público, no solo de estudiantes, sino también de profesores, egresados y de todas aquellas personas vinculadas de algún modo con la universidad.

La disposición adoptada hacia las plataformas digitales se complementa con las prácticas que caracterizan a un multimedio en la actualidad. Aunque muchos requisitos no se adecuan a la extensión y profundidad de la plantilla de AM, otros sí conciben formas de hacer viables en un medio de comunicación cubano.

Por tanto, los retos para AM se relacionan con la búsqueda de canales más efectivos, la socialización de contenidos, la ampliación del espacio y el aumento de la participación de la comunidad universitaria en base a la complementariedad. Sin embargo, el proceso de cambios en la publicación no ha estado exento de errores. Como afirma su director:

“De nuestra parte también han existido trabas, han envejecido formas de hacer, ha faltado la distribución y en determinadas ocasiones nuestro equipo no ha sabido cómo reinventarse de cara a la comunidad universitaria, pero el trabajo que se está haciendo, poco a poco, da resultado y los números lo demuestran”.

Portada del número de julio-agosto de 1980.
 

El propio Armando Franco expresa algunos motivos por los cuales esas aproximaciones han tenido buen término.

“En gran parte el enfoque que hoy persigue y propone la revista se ha conseguido a partir de un equipo de jóvenes desprejuiciados de las formas tradicionales, que se proponen hacer las cosas diferentes. Para ello tenemos como centro una redacción multimedia y tratamos de conectar los canales de las redes sociales con las personas desde el establecimiento de sistemas de competencias para cada una de dichas redes. En ese esfuerzo ha sido imprescindible la colaboración de estudiantes de Periodismo. En plantilla, tenemos una redacción pequeña, con 13 personas y los montos por colaboración no nos permiten atraer el talento de otros periodistas más reconocidos, por lo cual la asistencia de los jóvenes ha sido muy significativa.

“No tenemos una fórmula mágica. Partimos del estudio de casos homólogos extranjeros y, desde ahí, desarrollamos ejercicios profesionales donde se prueban experiencias. Algunas funcionan, otras no. Al final todo depende de los resultados.

“Nos hemos encaminado a cambiar el sentido y a crear un multimedio, por lo cual vemos a AM como un medio de comunicación que produzca todos los días. El sitio actual de la revista tiene poca funcionalidad, por lo cual nos hemos establecido en Medium, una plataforma en la cual hemos alcanzado un ritmo de publicación diario. En ese sentido fue muy importante alcanzar un sistema de columnas y de colaboradores fijos, además del aporte de los propios estudiantes”.

Portada del número de octubre de 1980.
 

El trabajo desplegado en redes sociales aparece como uno de los puntales de la estrategia que hoy en día adopta la revista para acercarse a las jóvenes generaciones. Esa aproximación parte de la creación de contenidos exclusivos para cada una de esas redes, con secciones y lógicas de publicación propias.

En ese empeño se integra no solo la distribución en Facebook, Instagram o Telegram, sino también en WhatsApp, donde las experiencias resaltan la importancia de adecuar el contenido a las características de cada una de esas redes, como expresa Max Barbosa en las siguientes palabras.

Portada del número de diciembre de 1999.
 

“Abrimos grupos de WhatsApp y un bot en esa plataforma porque ahí también están nuestros públicos. Estamos hoy en Telegram y en Instagram, con una visualidad diaria, utilizando plataformas para redirigir a los usuarios hacia lo que publicamos, más allá de lo puramente visual. Estamos también en Youtube con contenidos audiovisuales y en Facebook, porque la mayoría del público cubano está ahí.

“Nos hemos abocado a estar en cada uno de estos espacios con la manera de hablar que los caracteriza, con las lógicas de producción de cada uno, con los contenidos ajustados, aunque pertenezcan a una misma temática. Por otra parte, intentamos estar en función de las agendas que promueven nuestras audiencias.

“Todo ello lo hacemos en pos de tener no solamente una revista impresa, no solo textos escritos de manera periodística, sino también un discurso de marca AM, que la lleve a ser reconocida no solo dentro del espacio y el espectro del público universitario, sino también en un escenario más amplio, integrado por personas de todas las edades que están relacionadas con la agenda país. Eso es lo que hemos intentado construir también desde este espacio”.

Portada del número de noviembre-diciembre de 2020: la prolongación del compromiso.
 

Esa labor ha rendido frutos, más allá del aumento de usuarios y de los índices que reportan las estadísticas. Muestra de ello es el Premio 26 de Julio que obtuvo la publicación por la cobertura de la COVID-19 en redes sociales.

De forma conjunta, el camino planteado por la dirección apunta en la dirección correcta, con premisas que trascienden la representación de los universitarios en un escenario complejo, pero que sustentan y enriquecen el quehacer editorial de la revista joven más antigua de Cuba, a 98 años de su fundación.