Ha muerto Antón, en términos estéticos tal vez el más beligerante de nuestros escritores. Tanto en el teatro, como en la poesía, la novela, el relato, el ensayo o el periodismo, el talante escritural de su obra no ha dejado de sorprendernos, a pesar del paso del tiempo.

“Tarde memorable aquella del 19 de julio de 2022, cuando el gran dramaturgo, poeta y novelista cubano se prodigó como no lo había hecho en mucho tiempo y nos dejó durante más de dos horas en vilo (…)”.

En el verano pasado fue Antón Arrufat el conferencista principal de “Espacios habitados”, foro del Centro Cultural CubaPoesía que examina desde la crítica a generaciones, tendencias, grupos literarios, revistas y fenómenos propios del proceso literario cubano. Tarde memorable aquella del 19 de julio de 2022, cuando el gran dramaturgo, poeta y novelista cubano se prodigó como no lo había hecho en mucho tiempo y nos dejó durante más de dos horas en vilo, alelados por su voz salmódica, pareja, sin cansancio, como si fuera un extenso poema en la voz de un juglar de salón que narra para sus oyentes la nueva historia del mundo. Así relató nuestro Antón Arrufat Mrat las peripecias que rodearon aquella obra colectiva, donde tanto aportó con su energía  juvenil y su vasta cultura.

Se nos ha ido, de alitas, silenciosamente, sin mucho ruido, uno de los más significativos y talentosos escritores de su generación. Se ha ido ahora, pero yo me quedo con aquella imagen suya de esa tarde del verano pasado en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, en “Espacios habitados”, sitio poblado desde hoy por su nombre ilustre, por toda la eternidad.