Amé a Fidel como suelen hacerlo las niñas de 9 años. Me gustaba su risa, sus zancadas y aquel magnetismo que generaba ante miles de personas. Luego supe que aquel gigante que me gustaba era un gran pensador, un intelectual y sobre todo un revolucionario a carta cabal. Me entregué a su oratoria y dije sí a cada llamado que hizo para los que yo tenía condiciones.

Después, cuando me topé con el pensamiento marxista, me subyugó aquella teoría tanto que leí cuanto libro llegaba a mis manos, empecé a ver a mi Comandante como lo que era, un hombre genial, pero ante todo un hombre capaz de convivir con sublimes obsesiones y bromas, leer El perfume, Juan Cristóbal o El Capital, y disfrutar de una pelea de boxeo. Reconocer que era incapaz de cantar, y un polemista que según García Márquez lo tuvo toda una noche pescando hasta que logró tener un pescado más que el tercer integrante de la pesquería. El Gabo cuenta que le dijo a esa persona —nunca reveló su nombre—: “mira deja que Fidel coja un animal más o nunca nos vamos de aquí”.

“Era un gran pensador, un intelectual y sobre todo un revolucionario a carta cabal”. Fotos: Tomadas del documental / Cortesía de la autora

Todas esas historias hacen crecer a Fidel ante mis ojos porque me lo muestran en su dimensión de un ser terrenal ante todo, aunque fuera —es— el hombre más grande del siglo XX y lo que va de XXI.

Por eso quedé prendada del documental Ante todo humano, de Roly Peña. Únicamente un creador como Roly, capaz de contar la historia para que el televidente se clave en el asiento y siga las peripecias como si se tratara de una novela fantástica, pudo conseguir esa joyita, en la que solo hay imágenes, ritmo y una banda sonora incidental que funciona con lo que se cuenta. Le pregunté a Roly y me dijo “fue mucho tiempo seleccionando imágenes primero y después desechar por problemas técnicos e inventar con algunas muy imprescindibles”. Y concluyó: “Una pincha súper dura”.

“Una obra con un valor ideológico per se, que emociona, tiene buen ritmo y se aleja del panfleto”.

Arier Arteaga fue el editor, Dayron Villalón trabajó en selección primaria de imágenes y Kare Pérez estuvo un poco en todo.

No se trata de fotos o fragmentos inéditos, todos en uno u otro documental han sido transmitidos, pero la excelente edición y el montaje logran, con un buen ritmo, desgranarnos momentos de Fidel jugando al baloncesto, a la pelota, mostrando su pecho joven, sin chaleco anti balas, bromeando con El Gabo, con Raúl, o con Omara cantando (obligado) por Chávez.

“(…) bromeando con El Gabo”.

Ante todo humano es una muestra de que siempre se puede armar un audiovisual que apele a los sentimientos humanos, como pedía Marx que debía escribirse sobre política. Supongo que por ser transmitido el domingo a las 6 y 30 de la tarde, con alguna promoción, se retransmita en otro momento.

Una obra con un valor ideológico per se, que emociona, tiene buen ritmo y se aleja del panfleto. En época de la dictadura del algoritmo, debía ser promocionada muy bien y transmitida en un horario estelar.

Por lo pronto tengo grabado ese documental, buen ejemplo de que política, ideología e historia se pueden transmitir con una estética moderna y apelando a los sentimientos, para que florezca la sonrisa y una lágrima ¿Por qué no?

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