Ante una nueva pieza de un legítimo monumento a la proeza

Ismael González
12/7/2018

La Jiribilla quiso compartir enseguida una excelente noticia. Se ha puesto ya en las manos del lector acucioso el tomo 28 de la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, verdadero acontecimiento editorial y científico que bien merece un acercamiento que permita justipreciarlo y que engrandezca la gratitud a sus artífices.


 Se ha puesto ya en las manos del lector el tomo 28 de la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí.
Foto: Internet
 

El hecho nos sitúa ante una de las tareas investigativas más relevantes y sostenidas que acometen las Ciencias Sociales y Humanísticas en Cuba durante las últimas cuatro décadas, y aún se proyectan con acrecentado interés. Quiso pronto el Centro de Estudios Martianos (C. E. M.), fundado en 1977, brindar la prioridad merecida a este magno empeño, que desde entonces constituye piedra angular de todos sus hallazgos y aportes.

Las sinergias establecidas entre el incesante avance de esta Edición Crítica y cada uno de los temas investigados en torno a José Martí, su vida y su obra, tanto en Cuba como en otros países, dan cuenta de la pertinencia de aportar esta colosal obra al patrimonio intelectual. Son innumerables las precisiones y referencias, las interrelaciones y sugerentes visiones resultantes de ella hasta el presente. Es intangible, y a la vez esencial, lo que se tributan mutuamente esas diversas tareas, en que sobresale un frondoso tronco, al que todas alimentan y a la vez se nutren de él.

No se ha olvidado un instante, y se ha procurado siempre honrar, la divisa que tempranamente dejara fijada, justo en su prólogo a las Obras Completas del Apóstol editadas en 1963, el insigne martiano Juan Marinello: “Una edición crítica es el hombre y su tiempo —todo el tiempo y todo el hombre—, o es un intento fallido.”

Lo sabían muy bien los fundadores de este empeño, y no dudaron acometerlo, aun cuando cada nota, manuscrita o mecanografiada, entonces iba a parar a aquellas rústicas cajuelas, dotadas seguramente de cierto algoritmo mágico que les permitía armar sin faltas los complicados aparatos referenciales que la obra exigía. Siempre habrá que honrar y agradecer a la imprescindible pareja de Cintio Vitier y Fina García-Marruz, por esta osadía, por la vehemencia con que la acometieron, y sobre todo por su lealtad.

Para quienes hemos permanecido implicados o atentos, alcanzar el tomo 28 de la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, es motivo de satisfacción y regocijo, a la vez que propicia una retrospectiva ineludible. Han transcurrido 35 años de la aparición del tomo 1 en su primera edición, a cargo del equipo iniciador. En él, aparece primero su único texto conocido anterior al 10 de octubre de 1868, la carta a la madre, a sus 9 años, fechada en Habana el 23 de octubre de 1862, para enseguida mostrar sus extraordinarios escritos a los 16 años, virtuosa obertura de una exuberante pieza que sólo la muerte pudo interrumpir.

En aquel volumen aparecido en 1983, escribió Fidel Castro “unas palabras a modo de introducción” que permanecen vigentes —y actuantes, valiera decir—. Estima “digna de estímulo la útil y ambiciosa tarea que se ha propuesto (…) el Centro de Estudios Martianos”. Aprecia como “Lo más importante” (…) “que esta edición puede convertirse en un magnífico instrumento para conocer mejor y profundizar aún más en el pensamiento martiano”, lo que considera “un deber insoslayable.”

Cuando fue necesario asegurar la continuidad de esta obra con la integración a la misma de nuevos y valiosos investigadores y editores, también se hicieron presentes las primeras posibilidades informáticas que auxiliaran la ardua labor. Se propició entonces una respetuosa y fecunda aproximación a cuanto se había logrado hasta entonces, de manera que prevaleciera todo lo que pudiera hacer avanzar el minucioso quehacer con la calidad requerida.

El propio Comandante en Jefe, en el congreso constitutivo del Sindicato de Trabajadores de las Ciencias, instó al C. E. M. a alcanzar el mayor ritmo posible en su noble y oportuno empeño, apremio consecuente con su convicción de que “Martí es y será guía eterno de nuestro pueblo”, a la vez que consciente del momento histórico que se encargaban de subrayar los acontecimientos internacionales de aquellos años iniciales de los 90, de honda significación para los cubanos.

Desde entonces no se ha desviado la ruta ni se ha disminuido la marcha; sí se ha fortalecido el abnegado colectivo que tiene a su cargo tan relevante tarea y se han favorecido las condiciones en que la llevan adelante. Su conductor científico ha logrado convertirse a la vez en líder de un diverso y creciente grupo de colaboradores de variadas disciplinas y numerosos países, gracias a su autoridad intelectual, a su consagración, y también a su carisma. Pedro Pablo Rodríguez no concibe ya su vida sin los avatares que le aporta esta labor, que asume como verdadera misión, también pródiga en satisfacciones.

Cuando ve la luz el tomo 28 de esta prolija edición, que agrupa la producción escrita del Maestro entre el 27 de enero hasta el 5 de mayo de 1888 —año que habrá de recogerse en 3 tomos—, ganamos conciencia de cuánto se ha avanzado, pero sobre todo se evidencia la magnitud de esta empresa, que, al igualar el número de volúmenes de las Obras Completas en su edición más difundida, alcanza apenas toda su poesía más los otros textos escritos hasta sus 35 años.

Puede entonces avizorarse cuánta voluntad y pasión resta por derrocharse para brindarnos todo lo escrito por Martí en esos intensos últimos siete años de su vida, si bien ya hay mucho adelantado sobre ese fecundo período. También puede volverse a sentir la urgencia y surgir de nuevo la pregunta de qué más podría hacerse por acercar su necesaria y ansiada conclusión, que valdría responderla dando la palabra a todos los que pudieran contribuir a que así sea.

La elaboración de este tomo 28 estuvo conducida por Pedro Pablo Rodríguez y su certero colega Rodolfo Sarracino, quienes contaron con la colaboración de un nutrido grupo de experimentados investigadores, editores y especialistas de varias instituciones. Recoge en sus textos las Escenas Norteamericanas, publicadas en La Nación, de Buenos Aires, y El Partido Liberal, de México, así como artículos de El Economista Americano, editado en Nueva York, desempeño periodístico al que también se suma lacopiosa correspondencia del Apóstol, todo fechado en apenas 14 semanas.

Al saludar estaentrega del Centro de Estudios Martianos, justo cuando celebra su 41 aniversario, se propicia recordar las palabras del compañero Fidel cuando expresó: “Bien merece Martí y bien merece su pueblo que la Revolución agradecida, con esta edición crítica de las Obras completas del Maestro, levante un legítimo monumento a la proeza de su genio intelectual y revolucionario.” Aprestémonos a recibir y hacer nuestra esta nueva pieza de ese monumento a su proeza.