Apreciar la música sin prejuicios ni estereotipos

Mayra García Cardentey
13/10/2016

 

Los artistas como Leo Brouwer son pocos. Contados. Con el currículo del destacado compositor, guitarrista y director de orquesta cubano, ya muchos hubieran descansado de la vorágine creativa, y con la batuta consagrada, se dedicarían a vivir de la leyenda.

Leo Brouwer no piensa así. No actúa así.

Después de ser profeta en su tierra, y más que reconocido extra fronteras —si bien el orden no es precisamente ese—, el Maestro no descansa. Siempre es creador. Ahora, indudable mecenas.

En la última década constituye uno de los principales promotores culturales del país. Gracias a su talento, a sus buenos amigos, a su poder aglutinador o a sus no menos importantes recursos económicos, ha convertido a la Isla en la capital de eventos únicos no solo a nivel nacional, sino internacional.

Brouwer ha vivenciado mucho artísticamente, ha visto y disfrutado casi todo. Y no se siente pleno, si su Cuba no lo conoce también.


Fotos: Kike

Brouwer ha vivenciado mucho artísticamente, ha visto y disfrutado casi todo. Y no se siente pleno, si su Cuba no lo conoce también.
Con ese espíritu lleva casi diez años originando, con la organización general de la oficina que lleva su nombre, encuentros insuperables: desde el Festival Leo Brouwer de Música de Cámara o el de canto Las voces humanas, hasta el recién concluido primer Festival Contratenores del Mundo.

“Este es el noveno año que hacemos festivales. La idea surgió de la musicóloga Isabelle Hernández. En un inicio se llamaron Leo Brouwer, y así sucedieron seis encuentros. Luego quité mi nombre. La labor colectiva es más importante que esa especie de rúbrica”, insistió.

“Desde entonces hacemos encuentros sobre manifestaciones artísticas y creaciones poco conocidas, pero maravillosas: obras maestras que no se han tocado nunca en Cuba; grandes figuras vienen a hacer aquí una música que nunca se ha escuchado”.

Así surgió y llegó el primer Festival Contratenores del Mundo.

 

Una sensación nueva

Para el reconocido director de orquesta, los contratenores tienen el don de poseer y ejecutar “la voz más aguda del hombre”. Una definición exacta, justa, sobre todo para un país que desconocía este tipo de canto; y aún más: parte del reducido público que lo consume lo hace, en muchos casos, prejuiciosamente.

Recordó entonces el Maestro cómo desde la edición de Las voces humanas, se reunieron varios profesionales de este tipo de diferentes naciones. Ello provocó una “sensación nueva”.

“Su presencia en Cuba permitió que emergieran, en el panorama musical de la nación, muchos exponentes que estaban escondidos”, aclaró.

Y es que Brouwer lo sabe: no ha sido fácil, no es fácil ser contratenor, y menos en el Caribe. “Se ha malinterpretado como un timbre femenino, cuando en realidad es uno de los registros más especiales que puedan existir”.

 

En el país hay todavía muchos estereotipos. “Sin duda, —consideró Brouwer—, somos un pueblo prejuiciado. Tenemos muchos complejos, entre otros problemas por la falta de información que se tiene sobre el tema, además de una cuestión de género, de machismo”.

“Para tener una idea, aquí los operistas no aceptaban estas voces en el Instituto Superior de Arte (ISA). Hubo que discutirlo. Entonces el Ministerio de Cultura propició que estos artistas matriculasen en las escuelas de arte”.

Por eso Brouwer no cree en preconcepciones reduccionistas, y le mostró al público cubano cómo escuchar… qué escuchar. Para ellos fue este encuentro con los mejores exponentes del mundo, no solo para que la audiencia disfrutara de sus interpretaciones, sino para que los propios contratenores tuvieran un espacio donde conocerse, intercambiar experiencias, ser los protagonistas.

Pero el escenario ha cambiado. Según el Premio Nacional de Cine 2009, existe un contexto internacional favorable para este tipo de interpretaciones, se “entra a una época de oro para estos cantantes”. Y Cuba no estuvo ajena a ello.

“Ese es uno de los motivos por el cual convocamos a un concurso, y entregamos premios importantes sobre todo a los cubanos, como estudiar en el extranjero, y una serie de beneficios que son un sueño para muchos”.

 

Contratenores, humor…Mozart

Como ya es usual, no pudo faltar en un evento organizado por la Oficina Leo Brouwer, una imbricación con todas las artes, sin renunciar a esa dosis de humor, de hilaridad intelectual, con que se reinterpretan los grandes clásicos.

Los 260 años de Mozart sirvieron, pues, para una apertura de lujo. “Él era un gran bromista, escribió Una broma musical, además de una serie de chistes en algunas de sus obras”, ilustró Brouwer.

“Todas esas características de Mozart se desconocen. Era un hombre lleno de comicidad, a pesar de las necesidades económicas y las incomprensiones que vivió.

“Además de haber poseído un talento extraordinario, no dudó en integrar a sus obras a los contratenores. Fue uno de los pocos de su tiempo que reconoció el valor de estas formidables voces”.

También es el Maestro Brouwer uno de los pocos que apuesta hoy por estos interpretes en la Isla; aunque aspira que después de este festival sean más quienes valoren en su justa medida a estas excepcionales interpretaciones.

 

Brouwer confía en la capacidad apreciativa que pudo generar el certamen, en los variados conciertos; según su criterio, el recién concluido encuentro puede servir como defensa de la buena música, del buen arte, ante tanta superficialidad en la producción y consumo artísticos.

“La banalidad vende. ¿Quiénes son los interesados? Las disqueras, los managers, los programadores que se benefician con los lugares comunes. La moda se abarata porque se repite. Es como el perro que se muerde la cola. Es un círculo infeliz”, alertó.

Ante tal escenario “propusimos un evento especialísimo, para que el público cubano conociera valores diferentes, mirara el arte y apreciara la música de otra manera, sin prejuicios ni estigmas”.