Aquelarreando

Marcos Tul
13/7/2016

Parecerá mentira, pero ya son 22 Festivales Aquelarre. Desde que en 1994 Osvaldo Doimeadiós, al frente del entonces recién fundado Centro Promotor del Humor (CPH), condujera una fiesta con los mejores humoristas del país, la iniciativa no ha cesado.

Muy pocos conocen del esfuerzo que ello implica. En síntesis, durante el año se llevan a  cabo los llamados “Preaquelarres”: visita a cada centro de la Isla cuya propuesta escénica sea válida, evaluación de solistas y de agrupaciones, sugerencias, descartes, selecciones, todo con el ánimo de limar imperfecciones, en aras de llevar al público lo mejor del arte humorístico.

Paulatinamente se han ido incorporando nuevas modalidades culturales además del teatro, cuya herramienta fundamental sea el Humor. Literatura, Diseño Gráfico, Audiovisuales, Investigaciones científicas se suman al festejo. El evento teórico del Aquelarre, por ejemplo, reúne a hacedores culturales de diversa índole, dispuestos a mostrar el resultado de sus trabajos, de sus proposiciones, o simplemente para charlar acerca del difícil arte de la comedia. En las emisiones de dicho evento han expuesto profesores de máximo nivel (recordemos la conferencia magistral que ofreciera la Profesora Emérita Adelaida de Juan sobre caricatura de la República, hace algunos años) hasta jóvenes periodistas recién graduados.

En este 2016, por solo citar breves ejemplos, Antonio Berazaín ilustró al público (escaso, por cierto) sobre su curso lectivo “Diseño y Humor”, con solo dos semestres de vida entre los estudiantes del Instituto Superior de Diseño; el profesor Manuel Calviño conversó (con su habitual facilidad comunicativa) acerca de algunos mecanismos psicológicos involucrados con la recepción y análisis del chiste, y Jape, periodista, escritor del DDT y realizador de audiovisuales, mostró uno de sus cortos, empeñado en la conservación de la memoria histórica del humor cubano, esta vez narrando el CPH desde sus fundadores (Doimeadiós, Kike Quiñones, Pagola, Telo, Virulo, entre otros).

Cabe preguntarse a qué se debe el temido “bajo perfil” impuesto no solo al Festival Aquelarre en sí (las salas teatrales Mella, Raquel Revuelta, Adolfo Llauradó y Karl Marx apenas son visitadas por el público al inicio de los espectáculos, dada la poca promoción que los medios le dedican), sino al evento teórico. Insisto en la importancia de estos encuentros y en la utilidad sociocultural que implican. En las modalidades de Literatura y de Medios Audiovisuales, prestigiosos artistas integraron el jurado: Eduardo del Llano, Carlos Fundora, Charlie Medina, Frank Padrón. En la sala Villena de la UNEAC se llevó a cabo la premiación del Concurso de Literatura, de Humor Gráfico y del Concurso de Medios Audiovisuales. Poco público lo supo. Como resulta imposible reseñar cada una de las actividades del Aquelarre, me limitaré a los principales lauros: Carlos Gonzalvo, Premio de actuación (compartido con Luis Alberto García) por el desempeño en el corto que a su vez obtuvo Primer Lugar: Épica, del narrador y realizador Eduardo del Llano.

A su vez, el jurado de Humor Escénico, integrado por Yanier Palmero (actor), Corina Mestre (actriz), Magda González Grau (realizadora de audiovisuales), Laidi Fernández de Juan (narradora) y Telo González (actor y escritor), determinó que el Gran Premio Aquelarre recayera en Super Banda Clown, del grupo Teatro Tuyo, de Las Tunas, colectivo que también ganó en varias categorías (Mejor Diseño Escenográfico, Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Espectáculo Teatral), mientras que El muro, de Komotú (Guantánamo), obtuvo el Premio al Mejor Espectáculo Humorístico, y el Premio al Mejor Espectáculo del año, este último otorgado por la directiva del CPH.

Brevemente me referiré a estos dos colectivos y a sus propuestas en este 2016. El colectivo Teatro Tuyo, bajo la conducción de Ernesto Parra, mostró quizá el más exquisito espectáculo teatral cubano de los últimos 30 años. El reducido público que asistió a la sala Raquel Revuelta, en la cual actuaron los payasos de Super Banda Clown, quedó deslumbrado. Durante una hora y veinte minutos, nueve jóvenes interpretaron piezas musicales, sin que mediara diálogo verbal alguno. El perfeccionamiento técnico de cada uno de estos jóvenes, tanto en la interpretación de números melódicos como en la caracterización de cada personaje (uno alegre, una irritada, un muchacho presumido, una despistada, y en fin, cada uno distinto, pero todos chaplinescos payasos) dejó en un pasmo al auditorio. La dramaturgia de este espectáculo, que no es más que una exquisita lección de buen gusto y de profundo contenido ético, merece el reconocimiento (o mejor, el conocimiento) del gran público. Desde mi postura de simple espectador afortunado, reverencio a Parra y a Teatro Tuyo.

Komotú, por su parte, el experimentado grupo guantanamero, desempeñó el buen guion que el director y actor principal, Miguel Moreno (conocido por su personaje de televisión La Llave) llevó a las tablas. El muro, ganador de otras distinciones además de la ya señalada, propone en tres actos el despliegue fundamental de la ironía, recurso muy bien manejado por Moreno, quien se alzó con el Premio al Mejor Actor, y el Premio al mejor Guion. Hilaridad, francas carcajadas y amplio disfrute provoca El muro, cuya temática aborda nuestra realidad inmediata.

No me gustaría concluir sin antes mencionar otro grupo de humor teatral, veterano no solo en lides de concurso, sino en cosechar premios: La leña del humor, de Santa Clara. El Premio al Mejor Sketch, una vez más, fue concedido a esta agrupación, dirigida por Maikel e integrada, además, por Eider y el gran Chelori, ese actor pequeño de estatura y con increíble destreza para el gag cómico. El gran robo debe ser aquilatado por todo el país.No sé los planes del resto de los grupos, pero al parecer, La leña del humor actuará en el Teatro Mella dentro de muy poco tiempo. ¡Al fin!, me atrevo a exclamar. Solo me queda felicitar al Centro Promotor del Humor, exhortar a nuestros periodistas a que comuniquen oportunamente estos eventos, e invitar al público a nuestras salas teatrales. El humor cubano lo merece.