Arte, manantial del alma: Harold Merino en concierto

Guille Vilar
24/1/2019

Hay conciertos en los que la plenitud del ambiente, provocado por una singular emotividad de la música, motivan el despliegue de reflexiones diversas entre sus espectadores. Esto fue lo que nos sucedió en la presentación del CD Un time, una realización fonográfica del pianista y compositor Harold Merino Bonet, en la sala del Museo de Bellas Artes hacia finales del pasado año. Este joven cubano rodeado, literalmente, de diversos modelos de sintetizadores, alcanzó un apacible universo donde la belleza del sonido se fundió con el elegante diseño del espectáculo visual para lograr distanciarnos, aunque fuera temporalmente, del contagio con la mediocridad en la creación artística.

Harold, desde una personal perspectiva, rinde honores al contexto profesional en que le ha tocado
desarrollarse como músico. Foto: Portal Cubarte

 

En presencia de tan agradable atmósfera nos sentimos imbuidos de enaltecedores pensamientos, como el de apostar por la belleza manifiesta en la vida tal cual la conocemos en el planeta, amenazada por las imprevisibles consecuencias del cambio climático. Pero a la vez, confluyen en nuestra sensibilidad de críticos, la capacidad de retrotraernos siglos atrás para visualizar a Johann Sebastián Bach, sentado ante el enorme órgano de una iglesia.

Harold, desde una personal perspectiva, rinde honores al contexto profesional en que le ha tocado desarrollarse como músico. Precisamente, un acucioso investigador de la cultura y sus implicaciones en la sociedad, como lo fue el novelista Alejo Carpentier, en su libro Ese músico que llevo dentro trae a colación una observación que pareciera ser tomada de los criterios de jóvenes de la generación a la que pertenece Harold, cuando en realidad fue expuesta a comienzos del pasado siglo.

Justamente, para valorar la originalidad y el sentido vanguardista del músico que decide encontrase a sí mismo con su tiempo, el autor nos acerca a una polémica figura en la historia de la música, como es el caso del francés Edgar Varese. De acuerdo con apreciaciones de Carpentier, es el propio Varese de los que incitan al creador a buscar nuevas formas de composición: “Reúso someterme a los viejos sonidos que hemos escuchado siempre. Nuestro alfabeto musical debe de ser enriquecido. Queremos instrumentos del siglo XX, para hacer una música de nuestra época”. [1]  En tal sentido, sin conocer la opinión de Harold en torno a la reflexión de Varese, es evidente que este ha sintonizado con las esencias de dicho argumento en su práctica cotidiana.

Quienes tuvimos la dicha de estar presentes en el concierto, nunca imaginamos que tan breve lapso de tiempo fuera suficiente para descubrir uno de los legados del periodista y escritor Enrique José Varona, cuando afirmó que en nuestras almas todos tenemos un manantial, manantial del cual fluye agua cristalina cuando entramos en contacto con experiencias artísticas auténticas.

 

Notas:

[1] Varese, Edgar. Ese músico que llevo dentro. Alejo Carpentier. Editorial Letras Cubanas. 1980. T. I Pág. 102