Auschwitz (Memorias del horror), aquí y ahora

Rubén Darío Salazar
15/1/2016

La Galería Provincial Pedro Esquerré, de la ciudad de Matanzas, expone por estos días la muestra personal  Auschwitz (Memorias del horror), del artista Ariel Balmaseda. Conocido principalmente por sus trabajos fotográficos, llenos de simbolismos, rejuegos con los conceptos minimalistas y agudas metáforas sobre la realidad circundante, este regreso de Ariel a los salones expositivos presenta un giro inesperado en su trayectoria; esta vez no se sirve de imágenes captadas con su propia lente, sino que acude a fotografías históricas sobre la Segunda Guerra Mundial para hablarnos de un ayer que encuentra ecos en el aquí y ahora.

El dilema del antagonismo memoria-olvido es colocado ante los ojos del espectador a través de fotos de gran formato, manipuladas con ojos escrutadores de la vida, nunca de la muerte, instantáneas crudas, reveladoras de un drama que conmovió al mundo para siempre. Las obras, tratadas digitalmente por Ariel, no solo provocan un impacto meramente cultural mediante un cuidadoso tratamiento técnico, sino que avivan valores éticos del ser humano con respecto al holocausto judío, hecho inexplicable y criminal donde el pensamiento absurdo y el odio racial de los nazis vencieron a la razón.

Niños, adultos y ancianos judíos, son mostrados en un estado de depauperación, que para quienes desconocen la historia  de los campos de concentración y exterminio como Auschwitz, pudieran parecer fotogramas de películas de terror, saturadas de efectos especiales. Tan deprisa va la sociedad contemporánea, que se olvida lo necesario y se potencia lo banal. Es ahí donde el material procedente de internet, elegido por Balmaseda, alcanza mediante filtros y efectos plásticos del photoshop y otros programas, un resultado contundente, que va mucho más allá de la necesaria denuncia, sino que revive lamentables hechos pasados que se repiten con otros procederes en la actualidad.

Con una sensibilidad comprometida con la raza humana, esta muestra no habla en tiempo pretérito, sino presente y futuro. La memoria emocional es traída en forma de obra de arte para conmover, acusar, estremecer. Desde el acceso a la sala de exposiciones nos recibe el conocido cartel de bienvenida de los nombrados sitios de matanzas y trabajo “Arbeit macht frei" (el trabajo libera). Una alambrada gráfica enmarca todas las obras, en un montaje tan limpio como esencial en su discurso curatorial. Cuerpos sin vida, amontonados como si fueran basura, cuerpos famélicos, tristeza, desesperanza, locura, todo lo que no debiéramos olvidar que sucedió.

Auschwitz (Memorias del horror) nos introduce en un ámbito donde es imposible hacer borrón y cuenta nueva de lo sucedido, sino apostar porque no se repita nunca más. De entre todas las imágenes salta el rostro inocente de Annelies Marie Frank Hollander, más conocida como Ana Frank. Ana, revivida por Ariel como un ángel acusador dentro de la exposición.  Dueña de un testimonio literario que reflejó las crueldades más increíbles. Ana perdida tras la alambrada de su sitio de muerte. Una Ana bella, todavía con fuerzas para clamar por la vida. Todo esto y más coloca el artista delante de los ojos de quienes tal vez no valoren lo que tienen.

El cierre del camino expositivo deja ver una foto de los jóvenes neonazis. No hay ningún trabajo de manipulación técnica en la foto. Es la obra menos artística. Es la realidad tal cual, como grosera exhibición del desatino del mundo. Y todavía un muchacho asistente a la inauguración me preguntó con cierta dosis de ingenuidad culpable ¿por qué se le habrá ocurrido al artista hablar de este tema? Tal parece que no supiera nada de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, México, de los bombardeos israelitas diarios en territorio palestino, de los afrodescendientes norteamericanos asesinados por la propia policía de su país…de todo eso y no solo de los crímenes cometidos con la población judía por los fascistas se habla en la más reciente muestra personal de Ariel Balmaseda.