Carmina Burana: entre Cuba y México

Jorge Brooks Gremps
22/12/2017
Foto: Sonia Almaguer
 

La puesta en escena de Carmina Burana por Danza Contemporánea de Cuba fue concebida como un show a beneficio de los niños guadalupanos en el 2008, en un principio como presentación única el 20 de noviembre de ese año en el Auditorio Nacional de México; se programó ese día,  por ser  aniversario de la Revolución Mexicana.

El fin, altruista. El dinero recaudado era para el Internado Guadalupano, en apoyo a su noble labor de rescatar a “los niños de la calle” que cada día se multiplican en la mega metrópolis de México. No es la solución,  pero sí un paliativo.

Con la pretensión de ser “el más excelso del mundo”, así fue anunciado por la prensa mexicana, con doscientos cincuenta artistas internacionales en la escena.  La dirección estuvo a cargo de  Miguel Iglesias; George Céspedes asumió la coreografía y, en función de la creación de significativos movimientos  se le subordinaron bailarines de Danza Contemporánea de Cuba, estrellas internacionales de la talla de  Rasta Thomas (Ballet de Harlem), Herman Cornejo (American Ballet Theatre), Yoel Carreño y Annette Delgado (Ballet Nacional de Cuba),   con la colaboración de Danza Abierta, la Escuela Nacional de Danza y la Escuela Nacional de Ballet. 

Como otro de los principales protagonistas: un coro de más de ochenta voces, para ello se unieron el Coro Artescénica, Coro de Cámara de la Escuela Nacional de Música, Coro Promúsica, y el coro infantil Les Chanteurs du Lycée; la Orquesta International de Las Artes (conjunto independiente de México conformado para el acompañamiento de la danza), con dirección de toda la música del Maestro alemán Leo Krämer.

Con 250 actores en escena, que incluyen a la Orquesta Internacional de las Artes, el montaje contará con la participación de solistas como la soprano Irasema Terrazas, el tenor Óscar de la Torre y el barítono Guillermo Ruiz, así como los primeros bailarines Rasta Thomas del Danza Harlem Theatre, Herman Cornejo del American Ballet Theatre y Joel Carreño y Anette Delgado del Ballet Nacional de Cuba.

Con 250 actores en escena, que incluyen a la Orquesta Internacional de las Artes, el montaje contará con la participación de solistas como la soprano Irasema Terrazas, el tenor Óscar de la Torre y el barítono Guillermo Ruiz, así como los primeros bailarines Rasta Thomas del Danza Harlem Theatre, Herman Cornejo del American Ballet Theatre y Joel Carreño y Anette Delgado del Ballet Nacional de Cuba.

Durante la conferencia de prensa, Leo Krämer expresó que “…Carmina Burana habla de recuperar la vida y que será muy interesante verla traducida con los conceptos coreográficos desarrollados en Cuba…”.  Para su satisfacción, dos noches más tarde al finalizar el primer movimiento, “Fortuna, emperatriz del mundo”, ya el público había sucumbido ante el hechizo de los bailarines de Danza Contemporánea de Cuba, ovación cerrada, ganada cuadro a cuadro que componen las seis secciones, más la repetición de un fragmento de la primera (escena veinticinco). Tocadas “las cuerdas del corazón”  cuando ya la fortuna les sonreía a los que durante más de una hora enfrentaron el difícil arte de danzar,  diez minutos pasaron con aplausos del respetable público.

George (el coreógrafo) no siguió la estructura narrativa de Carmina Burana, solo prestó atención a la música, a los diferentes estados de ánimo que ella le provocaba. Su intención es “celebrar al hombre y su estancia en la Tierra”, desde los puntos de vista social y espiritual;  hay momentos en los que habla del amor, no solo a la pareja o al prójimo, también como concepto, de ese sentimiento que existe aunque no nos percatemos.  Amor que está ahí todo el tiempo,  bueno o malo,  en guerra o en paz. Utiliza además la sátira, la crítica al poder, las múltiples obsesiones del hombre, la convivencia con una desenfadada cosmogonía onírica y erótica, que se apoyan con poemas goliardescos (supuestamente cantados en tabernas), más cercanos por su contenido al rock, al pop, a la fusión y a otras corrientes musicales de nuestra contemporaneidad.

Se apropia de recursos de la historia de la cultura humana que nos pertenecen a todos. Por momentos construye un cuadro netamente romántico, que tal parece haberse escapado de una de las figuras de Benvenuto Cellini (orfebrería coreográfica  exquisita  labrada como las  joyas, los floreros y adornos del renacentista italiano), o se mueve con desenfado en un  tono de burla de la commedia dell’arte en uno de  sus cuartetos, o el Pas de Quatre que rememora a los vigorosos saltimbanquis del norteamericano Walt Kunh, hasta el manierismo típico de la Académie Royale de Danse, fundada por Luis XIV, con la diferencia de que  ahora  los bailarines son hombres y mujeres, camuflados por el diseño de vestuario de Vladimir Cuenca,  22 mujeres y 18 hombres, con el mestizaje de la danza contemporánea de Cuba, de excelente técnica,  unísonos, reales y mágicos a la vez, con la responsabilidad de demostrar, articular y organizar la historicidad  a través del movimiento del cuerpo humano, dotando de sentido a las composiciones  coreográficas,  hilo histórico conductor desde el Medioevo hasta los convulsos siglos XX y XXI.

Para apoyar la puesta, al fondo, por encima de los tres metros del andamiaje metálico donde estaba colocado el coro, se proyectaban imágenes que magnificaban la puesta en escena, realizadas por Nelson Navarro. El diseño de luces estuvo a cargo de Manolo Garriga, y la escena fue concebida y diseñada por Erick Gras, el cual le imprimió al espacio un toque mágico y futurista a la vez, en función  de la coreografía.

Jorge Vega, quien fuera primer bailarín del  Ballet Nacional de Cuba, en esa ocasión, en su función de espectador, dejó su testimonio:

…en el suelo un cuerpo de baile de bailarines semidesnudos y semidesnudas, (no  se les      veía nada, muy bien tapados), 24 mujeres y 20 hombres, (aproximadamente), morenos, blancos etc., todos de Danza Contemporánea de Cuba, sus físicos muy bien moldeados, tanto mujeres como hombres, una danza muy pareja, con cánones diferentes siguiendo el tempo de la música exacto, muy musical , con una fuerza al ser tantos haciendo lo mismo que erizaba la piel, esa primera escena para mí era suficiente…

La puesta en escena de Carmina Burana sobrepasó las expectativas; dos días antes  ya se anunciaba: “No hay localidades”, decía un papel colocado en las taquillas de venta “se agotaron las entradas en su totalidad” (la instalación cuenta con 10 000 butacas), así aparecía en el estacionamiento y en todos los lugares que tiene que ver con el público. Hasta hoy  ningún otro espectáculo de esta manifestación, incluido Los Gigantes de la Danza ha sobrepasado la cifra de 5 000 entradas vendidas.

Premio Luna para Danza Contemporánea

El resultado de tal espectáculo fue el otorgamiento en México del Premio Luna a Danza Contemporánea de Cuba que tuvo repercusión en diferentes medios:

La prensa de la embajada de Cuba en el país azteca escribía:

México.- La puesta en escena de Carmina Burana, por la compañía Danza Contemporánea de Cuba, recibió uno de los Premios Lunas del Auditorio 2009, en la categoría de Danza Moderna, por su presentación en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México en noviembre del 2008, la cual fuera repetida el 8 de octubre. En la ceremonia de entrega, celebrada recientemente, el embajador cubano Manuel Aguilera de la Paz recibió el Premio en nombre de la agrupación artística, que regresará al Auditorio el próximo 13 de noviembre, gracias al éxito de público alcanzado.                                            

La “madre nutricia” de la danza moderna en nuestro país, Danza Contemporánea de Cuba, con la puesta en escena de Carmina Burana inició la celebración por sus 50 años de fundada y de la práctica de esta manifestación revolucionaria en Cuba en ese momento. Traer a la escena cubana la puesta del Auditorio Nacional de México ha costado casi diez años.
 

Con su espléndida interpretación, Danza Contemporánea de Cuba conquistó el Premio Luna en México.
Foto: Sonia Almaguer
 

Decía una nota de prensa de la compañía, en diciembre del 2008:

     A partir del próximo 9 de enero podrá ser apreciada por el público habanero durante dos fines de semana (por esta vez, sin la ejecución en vivo de músicos y cantante). Queda el propósito con el apoyo de otras instituciones cubanas, de un reestreno con  orquesta, coros y voces    solistas, como lo merece nuestro pueblo desde Pinar del Río hasta Guantánamo.

Regresó a la escena mexicana en el 2009 Carmina Burana, con tres presentaciones; en el Auditorio Nacional de México los días 8 de octubre, donde le fue entregado el Premio Luna a Danza Contemporánea de Cuba, y el 3 de noviembre. El 10 de octubre se presentó en el Complejo Cultural Universitario de  Puebla. Acompañando estaba quien fuera la estrella del American Ballet Theater, José Manuel Carreño, los mexicanos Lourdes Ambriz (soprano), Oscar de La Torre (tenor) y Jorge Lagunes (barítono). La dirección musical del maestro Leo Krämer; coro y orquesta, en su concepción original.

En el 2010, en el mes de noviembre regresa Carmina Burana a escenarios del país azteca. El día 21sus interpretantes son ovacionados en el Auditorio TELMEX de Guadalajara, y el 28 de ese mes en el Auditorio Nacional de México, donde José Manuel Carreño vuelve a ser el solista invitado, esta vez en compañía de la estrella del Royal Ballet, Tamara Rojo. Con solo salir a escena, recibían el aplauso de las diez mil personas que abarrotaron cada uno de esos espacios escénicos.

Nuevamente en México. Después a Cuba

Carmina Burana se retoma en el 2015 con un elenco completamente renovado, para ser presentada nuevamente en el Auditorio Nacional de México los días 7 y 8 de noviembre. Con la compañía regresa Rasta Thomas, ahora en la nómina del Ballet Kírov, la Orquesta Internacional de las Artes, conformada por los mejores músicos de cada una de las orquestas nacionales, el Coro Filarmónico Universitario, la soprano Anabel de la Mora, el tenor Víctor Hernández y el barítono Josué Cerón. La reconocida directora de orquesta, Alondra de la Parra, por recomendación médica no pudo disfrutar de esa fiesta de los sentidos. En su lugar, el maestro Kenneth Kiesler fue el titular de la orquesta. Fernando Alonso se incorpora al equipo técnico cubano, e imprime una nueva dinámica en el diseño de las luces, que realzan la coreografía.

En el 2017 la compañía regresa a México, para que una vez más, con dos presentaciones, el Auditorio Nacional anuncie que las entradas están agotadas; acompañados por la Sinfónica Nacional de México, bajo la dirección del maestro Carlos Miguel Prieto, las ochenta voces del coro En Harmonia Vocalis, el Coro Infantil Schola Cantorum de México, la mediática  Susana Zabaleta, compartiendo el rol de soprano con Anabel de La Mora, Víctor Hernández (tenor) y Enrique Ángeles (barítono). Esta vez la estrella clásica invitada fue Cory Stearns del American Ballet Theater, y  en este andar de casi diez años podemos afirmar que solo interpretaron a la par de los bailarines contemporáneos, las excepciones de Rasta Thomas en el 2009, y la profesional Tamara Rojo. El premio Luna 2009 fue para Danza Contemporánea de Cuba, no para ninguno de sus invitados, y como bien señaló en sus apreciaciones Jorge Vega:

     …la estrella del espectáculo, sin discusión alguna  fueron los bailarines de Danza      Contemporánea de Cuba, ellos sí que bailaron  toda la obra de pies a cabeza, salió un cuarteto en medio de la obra y bailaron, ¡impresionante!, ¡qué técnica, fuerza, espectacularidad, y     elevación!, volaban a la misma vez que se deslizaban por el suelo, era un contraste muy bien    logrado…Creo que de todos los espectáculos que han llegado, este es el  más logrado, incluyendo al afamado Los Gigantes de la Danza, con sus  tres ediciones.

Diciembre del 2017. Han transcurrido nueve años del bregar de Carmina Burana. En ella han debutado algunos de los estudiantes de nueve graduaciones de todas nuestras escuelas de danza; han pasado por la escena generaciones de bailarines que soñaron bailarla en nuestro país,  lo más cercano posible al espectacular escenario para el cual fue concebida. Muchos de ellos, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso,  los días 15, 16 y 17 también la bailaron para Cuba.