Dos voces, una canción

Onaisys Fonticoba Gener
3/4/2017

Contradictoriamente reducido —lo mismo que la atención sobre su carrera— fue el público que acompañó el viernes pasado a Lien y Rey en La Jiribilla. Convocados al Patio de Baldovina, espacio que la revista trata de rescatar desde inicios de año, los trovadores interpretaron por más de una hora temas que han distinguido su trayectoria musical.

Y es que si hablamos de trova cubana, al menos de la hecha en las últimas décadas, al dúo de Lien y Rey habría que dedicarle un capítulo. De estos cantautores podríamos decir que con letras inteligentes, inspiradas en la rutina del cubano común, han sabido cautivar al público desde que tocaron sus primeros acordes; pero sería injusta tanta simplicidad.


Lien y Rey, invitados a la segunda peña del Patio de Baldovina. Foto: Racso Morejón

Lien (Rodríguez López) y Rey (Pantoja Vergara) comenzaron su carrera profesional a fines de los noventa, en Colombia, con temas mayormente instrumentales y canciones para niños. La necesidad de expresar sus experiencias y posiciones los fue llevando de una música elemental —como ellos mismos refieren— a composiciones más complejas; y de un primer cassette de música infantil, Minuet a la Reina Sombrilla, a su primer disco Hay una canción, grabado en tierra bogotana.

De regreso a Cuba, en el 2001, lanzan los álbumes Procuraré (2003), A fuego abierto (2005), Tríptico de la Luna (2007), Abrazos (2008), Leídos y escribidos (2010) e Isla (2016), reconocido este último como un documento generacional que engloba inquietudes viscerales y profundas sobre este país.

Atrás fueron quedando los largos instrumentales y las composiciones para niños, retomadas solo en Abrazos “porque era una pincelada que no podía engavetarse” y porque Luna, claro, los ojos amarillos de su amor, les avivó la inspiración. 

Del “Patio de las Hormigas” —fundado a inicios del 2000— pasaron a “Lien y Rey, la peña”, espacios en los que trataron de aglutinar la vanguardia de todas las manifestaciones artísticas de Matanzas y fuera de la provincia. Por ambos transitaron artistas como el trovador cubano Silvio Rodríguez; las argentinas Liliana Herrero y Teresa Parodi —exministra de Cultura—; el español Rafa Bocero y el colombiano Francisco el Hombre.


Actualmente estos trovadores promueven su último álbum Isla. Foto: Internet

Veinte años han recorrido desde sus comienzos en Colombia. Dos décadas en las que han compartido el escenario, la inspiración, los corazones, la alegría y los contratiempos. Confiesan, sin embargo, que ni siquiera la paternidad les ha permitido separar “las cosas”. “El trabajo es como el aire que uno respira”, dice Lien. “A veces, estando cocinando es que pensamos en la próxima peña, el próximo disco… es algo que no se puede enfriar”.

Rey: “Ningún creador puede detener el proceso creativo en algún momento del día, porque no sabes cuándo se va a encender”.

Lien: “Y las mejores musas bajan cuando uno está más relajado. Además, la niña (Luna) también es músico, estudia violonchelo y tiene gustos musicales muy cercanos a los nuestros. Es un círculo bastante cerrado porque a veces sales del ensayo, llegas a la casa, y sigues pensando en lo mismo. Pero es lo que sabemos hacer y ocurre de forma inconsciente. Es natural”.

Estos cantautores, tan sencillos en el “Le Granit Scène Nationale de Belfort” de Francia, como en sus natales Matanzas (Lien) o Bayamo (Rey), no se preocupan por lo que quedará de su música. “Si se sienten identificados con lo que hacemos ya estamos contentos”, responde Rey. “Queremos que el público se vea reflejado en nuestras letras porque somos su voz, la voz de la cotidianidad, del momento histórico y de la generación que nos ha tocado vivir”.

Queremos que el público se vea reflejado en nuestras letras porque somos su voz.

Tampoco creen en nomenclaturas: tradicional, nueva, novísima trova… Más bien es la misma, lo que cambia son los tiempos y la forma de llamarla, comenta Rey. “A los primeros trovadores hoy les llaman tradicionales, o entran en la canción de la trova tradicional. La nuestra será así de aquí a cien años, quién sabe. Pero sucede por la necesidad de etiquetar las cosas, de ponerle nombre a todo.

Lien: “Sin embargo, me sigue pareciendo que Silvio es más contemporáneo que muchos trovadores actuales. No Silvio, ¡Sindo Garay!”.


Foto: Racso Morejón

Y sobre el “gusto” por el género nos dicen: “El público ha perdido deseos de oír trova porque, muchas veces, son los trovadores a los que no se tiene deseos de escuchar. Tiene que ver también con la necesidad de leer poesía y de oír canciones.

“Los tiempos que estamos viviendo son fríos, difíciles, complejos… y hay una manera de sentir que cada vez se depaupera más. Entonces, si los trovadores no despiertan asombro en las personas, o interés por lo que están haciendo, definitivamente hay algo mal”.

Rey: “Ahora, que la trova goza de buena salud… Sí creo que a lo largo del país hay muchos trovadores buenos que están haciendo trabajos interesantísimos. Lo que sucede pasó también con nuestra generación, que ha sido silenciada por los medios, por las disqueras….

“Nos ha tocado vivir parte de una era donde la subsistencia es cada vez más difícil y el hombre piensa más en sobrevivir que en leer un libro, un poema, o escuchar una canción. Incluso, entre nosotros mismos, hay trovadores que dicen: esto es un estribillo y a bailar. Y quizás están siendo artistas haciendo lo que la gente quiere.

Nos ha tocado vivir parte de una era donde la subsistencia es cada vez más difícil y el hombre piensa más en sobrevivir que en leer un libro.

“Entonces la música comercial la tienen en los almendrones, en las guaguas, la televisión… no tienen que irla a buscar, todo el tiempo está presente y se va inculcando el gusto por esa música. Quiero decir que a lo mejor el gusto por la trova sí está, pero no la masividad de su difusión. Igual que está el talento, pero no la vitrina donde mostrarlo”.

Y tal vez ese haya sido el signo de Lien y Rey, un foco que desvía su atención sobre el escenario mientras dos trovadores cuentan sus (nuestras) realidades. Dos cantautores que sin discursos manidos ni incisivos han captado la esencia del cubano mediante acordes que beben de los ritmos tradicionales y que luego combinan con otros más contemporáneos.

Lien y Rey prometen, como han hecho hasta el momento, continuar haciéndonos pensar y permanecer sobre las tablas con su armonía singular, con ese modo único de entenderse que tienen los que llevan mucho tiempo juntos o los que, simplemente, estaban destinados a mantenerse unidos. Queda aún mucha Isla para ser contada.