En el siglo XXI, un mundo sin jazz sería imposible

Elaine Caballero Sabugueiro
21/1/2020

Cuando a finales del siglo XIX el jazz surgió en los Estados Unidos, el mundo se volvería más melódico, más humano y, por tanto, más abierto al sentimiento. El tiempo ha demostrado que este género ha sido capaz de dinamizar fronteras, forjar vínculos inseparables entre hombres y naciones, aunque las distancias a veces se tornen caprichosas.

A la altura del 2020, me atrevería a decir que no existe ningún rincón del planeta Tierra, donde el jazz no haya llegado. Varios festivales internacionales garantizan el intercambio profesional entre músicos de diferentes regiones para ampliar los caminos de esta sonoridad, tan aclamada en los escenarios mundiales.

Durante los días del Jazz Plaza, el evento teórico Leonardo Acosta In Memoriam trajo a la Fábrica de Arte Cubano, este 18 de enero, representantes de diferentes citas culturales de jazz, con el objetivo de conocer sus características y experiencias creativas. Desde Francia vino por primera vez Vincent Anglade, director de la Filarmónica de París, quien explicó dos de los grandes eventos de este tipo acontecidos en su país, en los meses de julio y septiembre, este último orientado hacia el pop.

De igual forma Anglade se refirió a la diversidad del programa cultural de la Filarmónica de París, “donde han tocado Chucho Valdés, Omara Portuondo y Roberto Fonseca”, añade. Su experiencia en Cuba resultó más que satisfactoria, en especial la visita a los conservatorios de música, ya que pudo ver con ojos propios el alto nivel académico que alcanzan los estudiantes en los distintos niveles de enseñanza.

El Jazz Plaza también es un espacio para teorizar la música. Foto: Internet
 

Otro de los participantes que por vez primera estuvo en Cuba es Piotr Turkiewick, representante del Festival del Jazztopad en Polonia, evento que desde hace varios años cuenta con un enfoque comunitario, con un perfil internacional. “A menudo la gente compra entradas sin saber quiénes son los artistas porque fomentamos la confianza en el público”, considera.

En estudios previos, Turkiewick, junto a un equipo de profesionales, se percataron de que pocas personas conocían sobre las sonoridades polacas, por lo que nació otra iniciativa exitosa, un festival de jazz en New York, igual con enfoque universal. Como estrategia comunicativa cada año garantizan la presencia de periodistas, programadores, musicólogos, entre otros especialistas, que evalúan la calidad del evento y promueven nuevos talentos en venideras ediciones, lo cual aumenta la calidad de la cita cultural.

Por su parte, José Luis Cruz, de México, organizador y creador de varios festivales de jazz en América Latina, así como de diversos intercambios culturales con África desde hace 18 años, habló sobre su experiencia en el continente conocido como la cuna de la humanidad, lo cual le sirvió de base para idear un encuentro musical “que captara aquella diversidad que nos trajo la colonia”.

El resultado se concretó en un festival con una asistencia entre 800 mil y 900 mil personas en el país azteca. Al respecto añade José Luis Cruz: “Nos planteamos un concepto específico de resistencia cultural, ante el sistema neoliberal. En mi país, entre el 80 y el 90 por ciento de la población vivió un período de enorme marginalidad, donde un puñado de familias controlan la economía, pero nuestro sistema está cambiando con un presidente que tiene una perspectiva histórica en contra del neoliberalismo”.

Antes de finalizar la sesión académica, la musicóloga cubana Darcy Borrero habló sobre los desafíos de la industria musical en la Isla. “Tenemos un gran reto, defender un esquema social con una vocación patrimonial y que nuestra música se comercialice en el mercado”, manifestó.

El próximo año volverán a abrirse los caminos, los horizontes. Casi siempre en el mes de enero, La Habana y Santiago de Cuba se convertirán en capitales del jazz para llevar al hombre a un nivel superior con la música.