Enrique Pineda Barnet: Una reseña que debió publicarse 65 años atrás

Leonardo Depestre Catony
15/10/2018

De vez en cuando salen en la prensa sorprendentes noticias de cartas recibidas al cabo de siete décadas, de botellas lanzadas al mar un siglo atrás y manuscritos originales de 200 años de antigüedad recién descubiertos. Para quien escribe estos apuntes, el hallazgo y lectura de 7 cuentos para antes de un suicido, de Enrique Pineda Barnet (aunque firmado solo como Enrique Barnet, el futuro realizador del filme La bella del Alhambra), es algo así. Veamos por qué.


Enrique Pineda. Foto: Internet
 

El libro en cuestión no está registrado en el catálogo general de la Biblioteca Nacional de Cuba, por supuesto que tampoco lo encontrará en anaqueles de librerías. Es más que probable que su tirada no rebasara unos pocos cientos de ejemplares (no se declara en la última página), y la endeblez de su cubierta y el escaso grosor de sus menos de cien páginas interiores nos hace pensar que no queden sino unos pocos ejemplares indemnes en alguna biblioteca particular o librería de segunda mano. Si además está autografiado, tenga por seguro que ha dado con una rara avis para conservar.

No es el único libro escrito por Pineda Barnet en condición de narrador, aunque como él declara en la introducción “es mi libro, primer libro, libro de juventud”, lo cual confirma que por entonces ya había pensado en producir una obra mayor [1]. En 1953, cuando la imprenta Arroyo, de La Habana, lo publicó, su autor tenía 20 años.

En correspondencia con lo irónico y tétrico del título del volumen, el joven Pineda escribe:

El hombre no es más que un pedazo de carne movido burlonamente al antojo de una mano impalpable y desconocida. Con una estancia pasajera y absurda, llenándose de tierra la sangre, sin razón, sin motivo, sin fin. Para luego terminar también absurdamente.

No hay razón de ser.

¿Para qué la lucha? ¿Para qué la búsqueda de nuevos horizontes?

Nada tiene razón de existencia. El hombre es un pedazo de carne movido por un mecanismo abstracto que ni siquiera el mismo hombre conoce.

7 cuentos para antes de un suicidio lo integran las narraciones tituladas “Lo viscoso”, “Lo pulposo”, “Lo líquido”, “Lo metálico”, “Lo fangoso”, “Lo sólido” y “Lo etílico”. Puede el lector de hoy colegir por cuáles recovecos de la filosofía y el pesimismo andaban los pensamientos de adolescencia del futuro maestro del séptimo arte, o del arte 7, para mayor correspondencia numérica con el título de su libro.

Sin embargo, el libro exhibe un estilo muy cuidadoso de la forma, una originalidad atrayente y es de amena lectura, aun cuando después debamos tonificar el espíritu con algo fuerte como un café, o endulzarlo un tanto con una limonada fría cargada de azúcar. Pineda es entonces un chico con tremendos deseos de escribir, de hacerlo bien (lo cual es obvio que consigue) y dar curso a preocupaciones, angustias y observaciones que lo absorben. Recordemos la fecha: 1953 en un país, su patria, convulsionado por un complejísimo y hastiante panorama político, y una enrevesada situación social.

No es ocioso recordar que también en 1953 el joven Pineda ganó el premio del muy prestigioso y competitivo Concurso Hernández Catá con el cuento “Y más allá la brisa”, y que colaboró igualmente en numerosos órganos de prensa. O sea, que no se trataba de un autor desconocido, como hoy nos resulta en el plano literario, sepultado este por sus realizaciones cinematográficas posteriores que lo han convertido en un referente de la cinematografía cubana del siglo XX.

El agua se ha filtrado toda en la arena, y yo he quedado solo completamente en esta llanura arenosa, siendo un charquito etílico infiltrable.

Puedo describirles cómo las nubes se apartan, y aparece allá muy lejos, un inmenso colador de alambres entretejidos. Se acerca… Lo he tomado ya en mis manos: es sumamente ligero, es como una red de plata.

Ahora me siento tranquilamente en la arena, para dedicarme enteramente a colar estrellas (En “Lo etílico”)

Lírico y poético, como en los párrafos anteriores, en don Enrique se perfilaba ya la fuerza de una estética del mejor gusto, que se revelaría en su obra fílmica.

Al pie de sus casi 85 años (28 de octubre de 1933), Enrique Pineda Barnet reaparece con estos 7 cuentos para antes de un suicidio, en una reseña que debió escribirse 65 años atrás, pero que como dice el refrán “nunca es tarde si la ocasión es buena”.

¡Muchas felicidades, maestro!

Nota
[1] Su obra teatral El juicio de la quimbumbia recibió mención en el Concurso Casa de las Américas 1964
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