Espuela de Plata en la conjunción origenista (II)

Cira Romero
21/4/2016

En el bimestre agosto-septiembre de 1939 vio la luz Espuela de Plata, finalizada en 1941. A partir del segundo número se subtituló Cuaderno bimestral de arte y poesía. Concurren para dirigirla dos de los que antes habían estado presentes en Verbum: José Lezama Lima y Guy Pérez Cisneros, a los que se une el pintor Mariano Rodríguez. Contó con un comité de colaboradores donde estuvieron presentes nombres relevantes de la poesía, la música y la pintura cubanas: Jorge Arche, José Ardévol, Gastón Baquero, Adolfo Lozano, René Portocarrero, Justo Rodríguez Santos y Cintio Vitier, a los cuales se van uniendo, posteriormente, el malagueño Manuel Altolaguirre —había llegado a Cuba en abril de 1939 y fundó la imprenta que bautizó con el nombre de La Verónica, donde publicaron, entre otros, Emilio Ballagas (Sabor Eterno, 1939), Agustín Acosta (Últimos instantes, 1941) y  Nicolás Guillén (Sóngoro Cosongo y otros poemas, 1942)— y otros muchos poetas cubanos y extranjeros. Participaron también en la revista Eugenio Florit, Amelia Peláez, Virgilio Piñera y el padre Ángel Gaztelu.

Como curiosidad, cada número se identificó con una letra, de modo que en el cuaderno G, de agosto de 1941, solo permanecían Arche, Ardévol, Lozano, Peláez, Portocarrero y Piñera. En ese mismo número (o letra) Gaztelu pasa a formar parte de la dirección de la revista.

Espuela de Plata, a diferencia de Verbum —menos consolidada literariamente, entre otras razones por lo escasos números aparecidos, aunque igualmente por su corta existencia—, marcó el inicio de la formación de un grupo intelectual que alcanzaría su coherencia definitiva algunos años después alrededor de la revista Orígenes, liderada por José Lezama Lima. En el primer número manifestaron la defensa de la poética de la historia frente al “hormiguero de la política y del periodismo”, y propusieron enfrentar la frustración de la República mediante una especie de resurrección, con la vuelta a los orígenes y, sobre todo, con una entereza  ética ejercida a plenitud.

Las páginas de Espuela de Plata se dedicaron, fundamentalmente, a la publicación de poesías; pero también aparecieron cuentos, trabajos de crítica literaria y de arte, así como dibujos y viñetas de los pintores adscriptos al grupo, entre ellos, Arche, Portocarrero, Mariano y Amelia Peláez.  Se vincularon también a la revista otras figuras importantes de las letras, como Mariano Brull, Emilio Ballagas, Ramón Guirao, el narrador y periodista Enrique Labrador Ruiz, y los conocidos escritores españoles Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, José Ferrater Mora y María Zambrano, todos emigrados desde la península tras los sucesos que culminaron dramáticamente con el fin de la Guerra Civil Española.

Valga destacar que antes de la aparición de esta revista, Lezama había dado a conocer su Coloquio con Juan Ramón Jiménez (1938), donde el cubano dejó plasmada la búsqueda de un sentido trascendente para nuestra tradición cultural y para la poesía, expuso sus reparos a tres de las más importantes líneas de la poesía cubana del momento: la poesía pura, la social y la llamada negrista, a la vez que manifestó su alejamiento del surrealismo. Asimismo, exteriorizó una de las primeras y más relevantes intenciones de lo que sería el Grupo Orígenes: integrar el mito que nos falta; de modo que cuando se inicia la nueva revista, José Lezama Lima había dejado de ser una promesa en literatura y avivaba la fe poética en el ánimo de sus seguidores, lo cual hizo exclamar a Juan Ramón Jiménez: “Lo supongo tan ávido de belleza como siempre, con un animador como usted no tendrán los más jóvenes otro remedio que vivir poéticamente, cada uno a su manera. ¡Sigan, sigan!”

Los años de Espuela de Plata coinciden con los de consolidación del sistema poético lezamiano, que tiene un momento culminante con la aparición, en 1941, de su poemario Enemigo rumor, juzgado por el español  Jorge Guillén de este modo: “Tiene la modestia de parecer un folleto, y es libro repleto de promesas y realizaciones, de intenciones y expresiones ya logradas. Ante tanta riqueza juvenil no es oportuna la crítica, sino el aplauso y la espera de próximas obras”.

Ya por entonces, Lezama, sin dudarlo, estaba al frente de un movimiento poético rasgador de sensibilidades decadentes, del que da muestra total en uno de sus poemas mayores incluidos en su mencionado libro Enemigo rumor: “Noche insular: jardines invisibles”, que se sirvió de un hecho tan cotidiano como la noche para trazar una fiesta e ironizar al respecto de manera sutil, lo cual se convertirá en una constante en su obra. Es un punzar que, se ha dicho, “no es violento, sino doloroso [pues] se percibe una secreta angustia, un sentirse desarraigado y a la vez presente”, y donde el elemento irónico “se sosiega y se llena de esperanza, aunque en su interior todavía se mueva la angustia”. De él tomo su primera estrofa como muestra de la madurez de su sistema poético:

Más que lebrel, ligero y dividido
al esparcir su dulce acometida,
los miembros suyos, anillos y fragmentos,
ruedan, desobedientes son,
al tiempo enemistado.
Su vago verde gira
en la estación más breve del rocío
que no revela al cuerpo
su oscura caja de cristales.
El mundo suave despereza
su casta acometida,
y los hombres contados y furiosos,
como animales de unidad ruinosa,
dulcemente peinados, sobre nubes.

Este vivir poético que reclamaba el autor de Platero y yo a los jóvenes, encontró en los colaboradores de Espuela de Plata un eco sorprendente. Allí late la estrategia escritural de Piñera, Vitier, Florit, Baquero, personalísimas y graves propuestas que se encaminan hacia la expresión, más allá de la poesía, de un rumbo. Mientras, José Lezama Lima ya se siente seguro, firme, se sabe y se siente poeta, al punto que en 1940 decide abandonar la vida de abogado de bufete y pasa a trabajar en  una de las oficinas del Consejo Superior de Defensa Social, radicada en el Castillo del Príncipe, donde permaneció hasta 1945, cuando comenzó se vinculó a la Dirección de Cultura del Ministerio de educación.

Todavía le quedaban otras dos revistas por fundar: Nadie parecía y Orígenes, esta última, sin dudas, una de las más importantes del momento, no solo en Cuba, sino en todo el mundo hispánico.