¡Gracias, Formell!

Joaquín Borges-Triana
6/10/2016

Tras el fallecimiento de Juan Formell han sido preparados varios tributos discográficos a esta figura imprescindible de la música cubana. Sin embargo, tal clase de homenaje al fundador de Los Van Van no es cosa nueva. Ya en el decenio de los 90 de la anterior centuria, la compañía Geminis Productions, en colaboración con RTV Comercial, editó un álbum con dichos fines, titulado ¡Gracias, Formell!

Vale decir que en los últimos 20 años, a escala internacional se han puesto de moda los llamados discos tributo, compendios de varios intérpretes, que rinden homenaje a determinado compositor o grupo musical. Así, entre los seguidores del rock en los 90 resultan muy conocidos los discos dedicados a versionar la obra de leyendas del género como Deep Purple, Led Zeppelin, Genesis o Queen. La escena de la música tropical no ha estado al margen de la corriente y se recordará el CD realizado por prestigiosos salseros en torno al quehacer de Los Beatles. En semejante contexto ha de verse la grabación de ¡Gracias, Formell! El saxofonista y flautista Juan Manuel Ceruto, quien funcionó como cabeza musical del proyecto, tuvo el tino de asumir los temas del material desde su propia perspectiva, con lo que las distintas piezas de Juan Formell aquí agrupadas adquieren otra personalidad. Meritorio resulta el hecho de que cada corte del disco se aviene a las particulares características del cantante que lo interpreta.

Vale también destacar en lo referido a los arreglos, el empleo de las más modernas técnicas de orquestación, como la superposición de acordes en “La candela” o los pasajes escritos para la cuerda de metales sobre la base de la utilización de intervalos de segunda en “De La Habana a Matanzas”. En sentido positivo hay que comentar, además, la inclusión de la guitarra acústica en “Mis dudas” y de la eléctrica en “La titimanía”, donde a partir de una efectiva combinación de pedales y de un agresivo toque, Rogelio Nápoles consigue un solo muy caliente. Llamo la atención sobre lo anterior, porque desde los tiempos de Juanito Márquez los orquestadores cubanos no han sabido cómo insertar la guitarra dentro de la música popular bailable y creo que Ceruto ha encontrado de nuevo el camino. En cuanto al trabajo de los vocalistas, a mi parecer las palmas se las llevan Haila Mompié (“Recaditos no”), Tony Calá (“La titimanía”) y Aramís Galindo (“De La Habana a Matanzas”). En “Recaditos no” y “La titimanía” la tímbrica y la dinámica alcanzadas me resultan estupendas, gracias a la formidable programación de teclados y de percusión realizada por José Ramón Mestre y Fernando Javier, respectivamente.

No obstante los aciertos que he mencionado, a la hora de formular una valoración general del CD habría que decir que la misma no es del todo positiva. En buena medida el disco resulta frío y por momentos aburrido. A pesar de ser impecable desde el punto de vista técnico, está falto de la gracia, el sentimiento, el sabor y la “bomba” que caracterizaron la obra de Formell. En ello incide de manera fundamental el enfoque con que fueron concebidos los coros a lo largo de la grabación y que en temas como “La candela” y “Mis dudas” remedan en demasía el estilo de Dimensión Latina y Oscar de León. Contribuye también a la sensación de que no pasa nada en el disco, el ordenamiento otorgado a sus distintos cortes; es probable que colocados estos en otro orden, surtirían un mejor efecto en quien escucha. Pese a lo anterior, en su momento hubo que agradecer ese homenaje a quien por tantos años hiciera bailar a los cubanos a los aires y compases del songo por él ideado, sin caer en nada burdo ni pedestre. Juan Formell se lo merece.