¡Hey, Degnis, me gustan tus “golpes”!

Ana María Domínguez Cruz / Imagen: Captura de video de Youtube
5/3/2018

Fue en el 2016 cuando Degnis Bofill recibió el primer premio de interpretación y el tercero en composición en el Concurso de Jóvenes Jazzistas, mientras le acompañaba el grupo Cauce.

“Monté un set, toqué un tambor coreano, un cajón flamenco, las tumbadoras… fue bonita esa experiencia porque pude compartir con muchos músicos talentosos que estaban en el concurso y hacer visible mi manera de hacer música, mi visión como percusionista dentro del jazz cubano.

Considero que este concurso es una excelente oportunidad para los que deciden adentrarse en el jazz. En mi caso, reconozco que me abrió muchas puertas y me motivó a hacer mi proyecto Golpes Libres. Hasta ahora no me ha sido muy fácil, porque trabajo con muchos músicos. Toco con Síntesis, con Jessy y Leyanis Valdés, con Albertico Lescay, Zule Guerra, Portillo y Cauce y entonces se me acorta el tiempo para dedicarme a mi propio proyecto.

Al Jojazz le agradezco ante todo eso, la creación para Golpes Libres, a partir de que quiero exponer mi manera de pensar la música con las influencias que tengo y voy adquiriendo. Mi intención es mostrar la visión de un percusionista cubano de nuestra música, fusionándola con géneros internacionales, sin perder la cubanía. Y además quiero experimentar con  otras artes, porque creo que todas se nutren entre sí, y es importante impulsar esa mezcla”.

Hay que verlo en vivo y hacerle caso cuando te dice “¡Gózalo!” Hay que disfrutar de la energía que desprende en el escenario, y sentir cada uno de sus “golpes”, como se dice en el argot de la percusión. Joven es, sí, pero no es casual que trabaje con tantas agrupaciones, y que además, tenga ya un nombre reconocido en el panorama de la percusión cubana.

Recuerda Degnis aquellas sesiones de ensayo a las que asistía cerca de su casa cuando era un niño. “No recuerdo qué orquesta era pero sus músicos le aconsejaron a mi mamá que me llevara a una escuela de música. Ella quería que yo estudiara saxofón, y yo no pude resistirme a las baquetas. Quiero los palitos, le dije, y al final, ya ves, que lo menos uso los dichosos palitos”.

Fueron tiempos en los que tocaba en el patio, como si aquel refrigerador viejo fuera su batería. Son caros los instrumentos en el país, son pocos los luthiers y además, no existe una tienda en la que puedan comprarse aquellos que puedan interesarle a los músicos.

“Me he inclinado más por los tumbadoras, los batá, el bongó. Me gusta mucho tocar set de percusión, también toco la barbuka, que no es cubano, y el tambor koreano. Me compro esos instrumentos cuando viajo o me los regalan, porque me interesa conocer y tocar todo lo relacionado con la percusión, de cualquier parte del mundo.

La formación académica en Cuba se fundamenta en la escuela rusa, y por ello se potencia mucho la música de concierto, música clásica. Pienso que no es coherente con lo que pasa musicalmente en Cuba. Sí nos da buena técnica, disciplina, el hábito de estudio, pero sería muy bueno pensar en la posibilidad de ampliar el diapasón académico.

Al final, los estudiantes terminamos preparándonos de manera autodidacta. Tampoco se  escribe mucho para la percusión y me gustaría que sucediera. Normalmente te dan el disco, te pasan la música al teléfono y tienes que aprenderte el tumba’o. He trabajado con algunos que sí entregan las partituras como Albertico Lescay y Arturo O’Farrill también.

Yo escribo sobre todo ahora que orquesto mis composiciones, aunque la mayoría de las veces escribo lo general y después pido que cada músico la adapte a su instrumento”.

Degnis ha bebido de Changuito, Miguel (Angá) Díaz, Elier Lazo, Pedrito Martínez, Yaroldy Abreu, Adel González, Rodney Barreto, Enrique Plá, Ruy López-Nussa y su hijo y de otros percusionistas de la escena internacional.

“Trato de aprender de todos y me esfuerzo en no parecerme a nadie. Es mi principio básico para lograr sonar de manera singular. Trabajo mucho con las sensaciones de la música, los colores en la percusión, conocer lo que se hace pero hacerlo a mi manera. Me gusta introducir en la música que hago sonidos que pueden pasar desapercibidos, crear un lenguaje propio a la hora de improvisar, pero no me interesa copiar, ni siquiera a los que admiro”

Y tiene razón Degnis. No imita, no copia, y por ello no fracasa.