Invita El Público a su convivio shakesperiano

Joan Fellove Marín
19/10/2018

¿Qué hacer cuando varios de los personajes más reconocidos del dramaturgo inglés William Shakespeare se tropiezan, convidados a un banquete? ¿Acaso sería posible degustar bocado alguno frente a tan gigantesca hazaña? Precisamente esta es la propuesta ofrecida por la obra Shakespeare gourmet, presentada por Carlos Díaz y su grupo Teatro El Público. Esta vez, fuera de su sede habitual, toma la Real Embajada de Noruega como espacio de acción, en el cual los personajes y el público participan de una exquisita noche gastronómica, donde el teatro se convierte en la sugerencia de la casa. Su responsable, Fabián Suárez, bajo la égida de Díaz, nos “oferta” esta obra, su trabajo de graduación de la disciplina de dramaturgia en la Universidad de las Artes (ISA).


Los personajes y el público participan de una exquisita noche gastronómica, donde el teatro
se convierte en la sugerencia de la casa. Foto del autor

 

Compuesta por diez personajes, la pieza se construye a partir de los monólogos de cada uno, entre los que confluyen Otelo y Desdémona, Lord Macbeth y Lady Macbeth, Ricardo III, Tito Andrónico, Tamora y Lavinia, así como Ofelia (Hamlet) y Cordelia (El rey Lear). El humor, el drama y la locura son los ingredientes principales de esta comedia que, en una manifiesta combinación de atemporalidad y actualidad, logra propiciar la risa al espectador. Suárez dota a sus protagonistas de un discurso fastuoso en ocasiones, que se fusiona con el argot popular, a través de lo cual realiza guiños y alusiones a nuestra realidad.

Es así que Desdémona, al perder su pañuelo entre el público —causa de los celos de un Otelo ciego de amor en la obra shakespereana— le reza a sus santos para que su negrito no piense nada malo de ella; o que Lavinia, la ultrajada hija del general Tito Andrónico, cuenta su violación como la experiencia que la llevó a ser internada en una clínica de prestigio en Europa; y Ofelia, por su parte, se refugia en el alcohol luego de su desamor con Hamlet. Cada soliloquio se convierte casi en un pretexto para dialogar con la contemporaneidad cubana, dentro de la cual —¿por qué no?— también se evidencian conflictos isabelinos.

Suárez, en su relectura de las tragedias del autor inglés, consigue adaptar al espacio moderno toda la complejidad sicológica y moral de estos grandes personajes. Y esta cualidad le permite tratar en algunos parlamentos cuestiones como la muerte, el sexo, la religión, o la propia locura (y quiero destacar aquí la actuación de Ofelia —interpretada por la joven Laura Vasallo.

La obra, haciendo gala del ya conocido quehacer teatral de Carlos Díaz, resulta atrevida, apoyada sobre todo en el desempeño de sus jóvenes histriones, quienes, con su loable trabajo, saben hacernos reír.

La mesa está servida y El Público nos ha convidado, solo nos queda saborear este platillo que es Shakespeare gourmet, una invitación suculenta, sazonada a la perfección.