Norge Espinosa: un dramaturgo que escribe para Teatro de las Estaciones

Marilyn Garbey Oquendo
12/8/2020

El futuro es la semilla que estamos sembrando hoy.

Frei Beto

 

En 1996, en tiempos en que no era fácil ser joven, organizamos el Yorick, evento en que reunimos a una zona de la vanguardia teatral. En la salita del Museo de Arte Colonial de la Habana Vieja se presentó Un gato con botas, una de las primeras puestas en escena de Rubén Darío Salazar. Farah Madrigal y Rubén eran los intérpretes. Esa tarde, 16 de noviembre, Norge Espinosa y yo asumimos, aterrados, el rol de técnicos de luces y de sonido de la función.

“Una de las obsesiones de Norge es la memoria de lo que somos: de dónde venimos, cómo llegamos hasta aquí”.
Foto: Internet

 

En esa época soñábamos, con toda la fuerza y la irreverencia de la juventud, que podíamos transformar el mundo, y que el teatro sería un arma eficaz en esa contienda.

Rubén también participó en la sesión teórica del Yorick:

“No es fácil ser joven en el teatro de títeres de la Cuba actual; como tampoco lo es en muchos lugares del mundo, porque sobre todo en el arte titiritero se precisa de un tiempo de asimilación que el género no regala fácilmente”.

Imagino que allí se sembró la semilla que atravesaría la primera década del siglo XXI: entre 2001 y 2011 Norge escribió ocho obras para Teatro de las Estaciones.

Teatro las Estaciones es paradigma del teatro cubano. Foto: La Jiribilla
 

I

En un retablo viejo retoma el hilo de la tradición, y los personajes de los hermanos Camejo volvieron a escena. Libélula y Mascuello fueron protagonistas de la edad de oro del Guiñol Nacional. Para el estreno regresó a Cuba Carucha Camejo. Aquí también se inició una línea que encontró su esplendor en el libro Mito, verdad y retablo. El guiñol de los hermanos Camejo y Pepe Carril, de la autoría de Norge y Rubén.

II

La caja de los juguetes es la versión de Norge, a partir del original de André Hellé y de la variación de Carucha Camejo, del ballet para títeres con música de Claude Debussy. El dramaturgo valora el trabajo del diseñador Zenén Calero: “Encontró los ojos de zafiro que yo quería para los protagonistas, el ramo de estrellas que se ofrece como acto de amor, la colcha de lágrimas y la casa de la que escapan flores y corazones sin dejar de ser él mismo, demostrando que es un artista que no se ha dormido en los laureles”.

III

La virgencita de bronce ponía en el retablo titiritero a uno de los mitos de la literatura cubana, la mulata Cecilia Valdés, protagonista de una de las más grandes tragedias que han tenido lugar en este país. Ideada para el público adulto, colocaba en el tapete asuntos como el amor y el sexo, la raza y la clase social, celos e infidelidades, la identidad nacional y la historia. Narrada en clave de humor, es una puesta en escena muy titiritera: besos corriendo tras los personajes, Cándido fumando un oloroso tabaco, el rostro de la protagonista multiplicado en el espejo, la muerte de Pepilla.

Zenén Calero dijo: “Hay espectáculos, por ejemplo, La virgencita de bronce, que para mí han sido muy importantes. Al hacer este espectáculo con muñecos, que es lo que me gusta, yo me he sentido muy realizado. No te quiero decir que es el espectáculo que más me ha llenado porque hay espectáculos como La caja de los juguetes que también me ha hecho sentirme muy feliz”.  

El patico feo. Foto: Internet
 

IV

El patico feo relee el clásico de Andersen para promover el respeto a la diferencia, para sembrar en sus jóvenes espectadores la necesidad de defender un clima de paz donde todos los seres humanos puedan convivir con igualdad de posibilidades.

Norge apuntó: “Aprendí con Teatro de las Estaciones que la infinita libertad que ofrece la figura animada, mediante sus múltiples técnicas, debe ser manejada con creatividad y buen gusto. He reescrito estrofas y escenas a petición del director, y he aprendido a leer el libreto que sale de mis páginas y que el director reescribe en función de su idea del montaje como una parte lógica de todo esto. La síntesis, que es fundamental en el diálogo teatral, me sirve como provocación, que el conjunto de actores y creadores de la puesta reinterpreta en otras imágenes”.

V

Federico de noche viaja a la infancia del poeta Federico García Lorca, un niño diferente, tocado por el duende de la poesía, en el que se encuentran ecos de la vida del dramaturgo:

“No hay una sola línea de Federico en el texto, todo proviene de un ejercicio riguroso de lectura y reapropiación de su mundo, que lo ubicara en un nuevo contexto. La noche, imagen de la madre, trata de que el niño Federico no se acerque al día: no se escape del claustro materno a esos otros espacios donde tantos peligros le acechan. Pero el día es una tentación que Federico entiende como la vida real, y tendrá que despertar de ese sueño para ser el hombre que ya está en él, aún a riesgo de lo que pueda sucederle”.

VI

Por el monte, Carulé es como una ensoñación donde el piano y la voz de Bola de Nieve son los ejes centrales para hablar de un hombre que, nacido en una familia humilde y negra, logró con su talento alcanzar las más elevadas alturas de la música. La belleza y la inteligencia se conjugaron para dialogar con el espectador, hay un poco de nostalgia y hay también un toque de humor.

VII

Pinocho corazón de madera centra su mirada en la niñez del siglo XXI, nacida en el mundo de las pantallas digitales, de videojuegos y reguetón, de comida rápida y amigos virtuales. Dicen que el muñeco de madera es uno de los preferidos de Zenén Calero, y de Norge:

“Pinocho es el muñeco irreverente de madera, que habla italiano en un mundo donde otros le hablan en francés, inglés, etc. Y que tal vez no quiera ser un niño común y corriente, una vez que ha descubierto aquello que lo hace único”.

VIII

Canción para estar contigo. Foto: La Jiribilla
 

Canción para estar contigo fusiona poemas, música, títeres, máscaras y la voz de Bárbara Llanes. La soprano ha subrayado la capacidad de Rubén para escuchar el teatro a través de un formato musical. Por eso le propuso hacer una obra de esta naturaleza.

“Rubén me preguntó: ‘¿qué historia vas a contar con estos poemas?’ Hice las canciones, la obertura y la pieza orquestal que acompaña la escena del león en el circo, y comencé a pensar en la historia que podría acompañar a aquellas canciones. Le propuse una historia que él envió a Norge Espinosa, y Norge trabajó de manera que de aquella primera historia no quedó mucho, quedaron el nombre de Carmita y la muñeca Alubia”.

Norge, Rubén, Zenén

Rubén Darío Zalazar y Zenén Calero Medina. Foto: La Jiribilla
 

Al repasar los argumentos de las obras escritas por Norge, llevadas a escena por Rubén, diseñadas por Zenén, es posible apreciar cuántas inquietudes, cuántos sueños, cuántas ideas han compartido estos creadores, quienes en el teatro de títeres encontraron el lugar ideal para desarrollar inteligencia e imaginación.

En primer lugar, la poesía. Norge es poeta y su escritura para el teatro porta ese don. En Federico de noche y en Canción para estar contigo, el poeta alcanza su máxima expresión para la escena. Conozco el fervor del dramaturgo por la obra de Lorca, que lo ha llevado a indagar en la vida del granadino y, sobre todo, a leerlo con pasión. Canción para estar contigo recorre la poesía latinoamericana, que se convierte en música, en la voz cálida de Bárbara Llanes.

Una de las obsesiones de Norge es la memoria de lo que somos: de dónde venimos, cómo llegamos hasta aquí. Es obsesión que comparte con Rubén. De ahí salieron En un retablo viejo, La virgencita de bronce, Por el monte Carulé.

En un retablo viejo tuvo como espectadora a Carucha Camejo, aquí recibió el abrazo de las nuevas generaciones de titiriteros cubanos, continuadores de su obra, aun cuando muchos no sabía exactamente quién era, desconocían la magnitud de su creación y los tristes sucesos que mutilaron su trayectoria.

La virgencita de bronce le daba una vuelta de tuerca a la novela de Villaverde, a la parodia de Reinaldo Arenas, a la zarzuela de Gonzalo Roig, al texto de Abelardo Estorino, al ballet de Gustavo Herrera. Por el monte Carulé convirtió a Bola de Nieve en personaje teatral. Norge sabe de memoria sus canciones desde aquellas madrugadas en la Casa del Joven Creador de la Avenida del Puerto de La Habana, en la que esperábamos que saliera la primera guagua del día siguiente para volver a casa.

“La semilla fructificó porque conjugaron la belleza de las formas titiriteras con asuntos que inquietan al ser humano”.  Foto: La Jiribilla
 

Los clásicos: Los Camejo son nuestros clásicos. La caja de los juguetes, El patico feo, Bola de Nieve, Cecilia Valdés o La Loma del Ángel, Lorca, Pinocho con su corazón de madera también son clásicos, capaces de dialogar con los espectadores del siglo XXI y revelarle la naturaleza de sus conflictos.

La música es otro hilo que surca los destinos de Norge y Teatro de las Estaciones. El Debussy de La caja de los juguetes; Bola de Nieve y su voz inigualable, Bárbara Llanes y sus ilimitadas cualidades como compositora e intérprete. Qué decir de Lorca, con su versos tan musicales.

Norge expone cuánto aprendió en esa década de trabajo con Rubén y Zenén: “La dramaturgia titiritera, como dice el maestro Freddy Artiles, tiene claves y convenciones. Debe ser ágil y chispeante, tiene que encantar desde la palabra. Esas máximas las he comprendido trabajando con Rubén Darío Salazar, director exigente, que te da la garantía de trabajar con un equipo compuesto por artistas maravillosos. Eso me estimula y me hace asumir cada proyecto como un nuevo reto, con toda la carga de búsquedas que implica cada obra”.

Decía que Norge y Rubén comparten muchas preguntas: algunas encontraron eco en escena, otras vieron la luz en forma de libros. Mito, verdad y retablo. El Guiñol de los hermanos Camejo y Pepe Carril lleva la firma de los dos.

Rubén: “Después se sumó Norge Espinosa, quien completó conmigo otras entrevistas fundamentales, más el aporte de su conocimiento y propia investigación del teatro y la cultura cubana toda. Norge es un poeta y ha escrito la historia en forma novelada. Yo contribuí con toda la investigación fundamental, que incluía entrevistas, recortes de periódicos, libros, apuntes sueltos, documentos importantes y definitorios, más ideas para su estructura general. Así se dio la maravillosa posibilidad de escribir este libro, que esclarece detalles imprescindibles de nuestra historia titiritera”.

Salió así de imprenta, editado por Fefi Quintana, para el sello Gente Nueva, Tres obras para las Estaciones. Zenén Calero lo ilustró. Norge explica por qué:

“Sus dibujos aparecen en Tres obras para las Estaciones, porque él ha sido responsable de muchos de los impulsos y placeres que he encontrado en mi relación con el grupo que desde 1994, él anima en Matanzas. Es un libro no solo de teatro, sino de fidelidad y complicidades con Zenén y Rubén, autor del prólogo, quien me sedujo hace ya mucho para combinar nuestros talentos en varios espectáculos. Pensé en obras que perduraran como libretos que, amén de sus puestas en escena, consigan incitar a otros posibles directores, aunque todas están ahí porque son el resultado de lo que Teatro de las Estaciones me ha regalado, y nos ha regalado a todos, en esos 22 años de trayectoria tan ejemplar”.

Como dijo Rubén en el 1996, el arte titiritero exige esfuerzos, constancia en el trabajo. El talento no basta en estas lides. Me alegra el saber que la semilla sembrada hace 25 años ha dado muy buenos frutos. Es el presente al que asistimos hoy, cuando Teatro de las Estaciones es paradigma del teatro cubano, cuando el público de niños y adultos lo sigue con fervor. La semilla fructificó porque conjugaron la belleza de las formas titiriteras con asuntos que inquietan al ser humano. Con el teatro de títeres han contribuido a soñar ese mundo mejor que pareciera tan difícil de construir. En ese camino, el poeta Norge Espinosa ha sido figura clave, con su rigor en el trabajo y su pasión por los títeres.