Otras miradas a La Habana

Rubén Ricardo Infante
16/8/2019

De la misma forma que La Habana ha sido motivación para cineastas cubanos, lo ha sido para cineastas extranjeros que han mostrado un marcado interés por atrapar la esencia de la ciudad.

Considerada como una ciudad en el cruce de energías, lo cierto es que La Habana resulta una urbe atrayente para la construcción de un relato fílmico. Famosa es en el mundo la noche habanera, por constituir un retrato de la diversidad cultural de la nación, donde la música ocupa un papel protagónico.

A La Habana me voy, 1941. Fotos: Internet

Cuando en este 2019 la ciudad arriba a sus cinco siglos de existencia, la programación veraniega ha querido reunir en un ciclo algunos de los retratos cinematográficos dedicados a La Habana.

Titulado La Habana… La mirada de otros, el ciclo está compuesto por cinco películas, tres de ellas realizadas en los Estados Unidos, junto a una producción británica y un filme coproducido entre Cuba y Checoslovaquia.

Para la apertura del ciclo se escogió la cinta A La Habana me voy (Walter Lang, 1941), comedia que utiliza la ciudad como telón de fondo a la hora de contar la historia de una empleada que es premiada con un viaje en crucero a La Habana. La historia en sí refuerza una visión de Cuba como destino de sol, playa, música y solo diversión, que primó en buena parte del cine gestado en los Estados Unidos donde la Isla ocupaba algún plano.

La segunda propuesta es Para quien baila La Habana (Vladimir Cech, 1962), una obra que intenta atrapar las historias personales de dos amigos que lucharon contra la dictadura y que, después del Triunfo de la Revolución, uno de ellos siente que las nuevas leyes lo afectan como individuo, lo que conduce a que cambie su actitud ante el sistema social cubano.

Para el centro de la programación de este ciclo, el día 23 de agosto, la cinta seleccionada es Nuestro hombre en La Habana (Carol Reed, 1959), donde se relata la historia de un comerciante radicado en Cuba, quien es reclutado como espía del servicio secreto británico en la Isla mientras se vivía la época de Batista. Acepta el trabajo con el objetivo de pagar los estudios de su hija, pero con el tiempo la desmotivación es tan grande que termina inventándose los informes que envía a Londres.

Nuestro hombre en La Habana, 1959.

La penúltima opción dentro de este ciclo dedicado a la ciudad de La Habana es Éramos desconocidos (John Huston, 1949). Otro de los filmes que refuerza el sentido de dominación simbólica que el cine puede ejercer, al mostrar a un ciudadano americano que llega a Cuba a luchar contra el régimen en el movimiento clandestino cubano y para ello planea cavar un túnel por debajo del cementerio de la ciudad.

La última propuesta, Noche en La Habana (Richard Wilson, 1957), concebida también sobre la base de esa imagen de paraíso tropical con la cual se ha catalogado a la urbe, es el típico filme con equívocos, amoríos, una rubia seductora, todo ello matizado con falsificación de dinero, persecución policial… y todo ello con La Habana como telón de fondo.

Noche en La Habana, 1957.

Sería oportuno compendiar filmes recientes que hayan tomado a La Habana como set de filmación. Recomendación que queda pendiente, quizás, para noviembre, cuando la urbe arribe a sus cinco siglos de existencia, o para el verano próximo, cuando el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos coordine la programación del Festival de Cine de Verano. De momento, la principal virtud de este ciclo está en permitir que nos hagamos una idea de cómo los otros ven la ciudad.