Palabras la Vicepresidenta de la SCJM en la entrega de la Distinción por la Cultura Nacional

Niurka Duménigo
16/7/2019

Co. Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

Cros. Gaute, Alpidio, demás miembros de la Presidencia.

Queridos amigos martianos.

El premio al estudio de la obra de José Martí debe convertirse en práctica cotidiana. Martí es el referente cardinal de nuestra cultura. En él concurren en armonía el maestro, el periodista, el orador, el escritor, el poeta; pero descuella, esencialmente, el revolucionario, el humanista, el hombre de bien.

Para nosotros los cubanos, Martí es la idea del bien que él describió, decía Fidel durante la clausura de la primera Conferencia Internacional Por el equilibrio del mundo, en enero de 2003.

Un hombre como José Martí, escaso -tal dijera él mismo de los hombres con entrañas de nación o de humanidad-, escribió en su luminoso artículo “Maestros Ambulantes”: Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí, y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual y la grandeza patria.

Preside Díaz-Canel entrega de distinciones de la cultura nacional. Fotos: Internet
 

Hoy premiamos la virtud y el buen hacer de hombres y mujeres que, desde el humilde lugar donde viven y trabajan, han encontrado los modos de enseñar a Martí con métodos martianos, que quiere decir sin aturdir, sin convertirlo en una espesura de ideas incomprensibles e inconexas. Estudiosos, maestros de primaria, médicos, investigadores, adultos mayores, profesores universitarios… Todo un abanico de personas que por décadas han investigado y promovido el legado del Apóstol y han sembrado en el alma del pueblo valores que afirman nuestra identidad nacional y nuestra cultura.

Este homenaje tiene una alta significación pues, con la premisa del legado de Fidel de que Sin cultura no hay libertad posible, el Ministerio de Cultura, a propuesta de la Sociedad Cultural José Martí, entrega la “Distinción por la Cultura Nacional” a cuatro martianos sobresalientes y a una institución con un valioso itinerario en la promoción del Apóstol, en representación de los que en todo el país aportan a la formación cívica de nuestro pueblo y asumen el postulado ético de ser consecuentes, tan sagrado para Martí, como una de las lecciones más bellas que nos haya cedido precursor alguno.

Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez entrega la Distinción por la Cultura Nacional. 
 

Ellos son:

Noralis Palomo Díaz. Profesora guantanamera que ostenta el título de Doctora en Ciencias Históricas de la Universidad de La Habana. Acuciosa investigadora del pensamiento emancipador del Maestro y de figuras y procesos relevantes de nuestra historia revolucionaria. Fundadora de la Sociedad Cultural José Martí, presidenta de su filial en Guantánamo desde hace 19 años y miembro de la Junta Nacional desde 2014. Sin abandonar sus tareas en la docencia, ha estimulado un movimiento de creación de bosques y jardines martianos, devenidos espacios socioculturales donde se promocionan valores de la identidad nacional y se fomenta una cultura de cuidado y protección del medio ambiente.

Jorge Juan Lozano Ros. Asesor de la Oficina del Programa Martiano, miembro de la Junta Nacional de la Sociedad Cultural José Martí y del Consejo Científico del Centro de Estudios.  Investigador  habituado a una oratoria apegada a la prosa martiana, con una profunda vocación por la indagación histórica que le ha valido para asesorar la labor de importantes instituciones cubanas. Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba y fundador de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas y de la Asociación de Pedagogos de Cuba. Ferviente defensor del concurso Leer a Martí, en el que funge desde sus inicios como jurado. Ha dejado una huella en varias generaciones de estudiantes universitarios que tuvimos la dicha de disfrutar de sus conferencias de filosofía, acompañadas de elocuentes relatos de la vida del Apóstol.

Mayra Beatriz Martínez Díaz. Ensayista, periodista, editora e investigadora del Departamento de Estudios Literarios del Centro de Estudios Martianos, que ha indagado en la obra de José Martí temas tan diversos como la literatura de viaje, los estereotipos de género, las relaciones con la masonería y las visiones de subalternidades étnicas. Con una prolífera obra impresa, ha participado en ediciones críticas y anotadas de Diarios de Campaña y Obras Completas y ha sido reconocida con importantes premios literarios como: el Nacional de Ensayo Alejo Carpentier, Pinos Nuevos, Dador, Razón de ser, Premio de la Crítica Martiana Cintio Vitier y Premio Nacional de Investigación Científica.

Museo Fragua Martiana. Otrora Canteras de San Lázaro, donde el adolescente Martí conoció el más duro y devastador de los dolores, es hoy museo escuela y uno de los más importantes centros de estudio, investigación y promoción de la vida y la obra de José Martí, vinculado esencialmente a la Universidad de la Habana. Sitio donde se protagonizó el entierro simbólico de la Constitución del 40; en el que la Generación del Centenario, encabezada por Fidel, selló la histórica Marcha de las Antorchas; fue declarado Monumento Nacional en 1996 y recibe anualmente cerca de 20 mil visitantes nacionales y extranjeros por su distintiva labor docente-investigativa y su proyección comunitaria y sociocultural.

Fragua Martiana. 

 

Las culturas tienen sus figuras icónicas que se convierten en inspiración de generaciones sucesivas. Martí es la nuestra. La pasión que pone en la palabra, la pureza, el conocimiento y el amor con que alude al cubano, su postura antirracista, su antiimperialismo que no puede ser más actual, corroboran que el Héroe Nacional de Cuba es nuestro pensador más nuevo y auténtico.

En su cuaderno Ismaelillo, una de las obras más leídas dentro de su deslumbrante poética, el Maestro ratifica su fe en el hombre, presenta su credo en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud. Con ese precepto, la Sociedad Cultural José Martí, entrega el más importante  reconocimiento “La utilidad de la virtud”, a personas e instituciones destacadas en la labor de promoción, divulgación y defensa de los fundamentos de la nación cubana; y, además, el reconocimiento “Honrar, honra”, a quienes contribuyen de manera significativa al logro de los objetivos de la Sociedad.

Retribuimos de esta forma a otro grupo de martianos, procedentes de La Habana, Mayabeque y Artemisa, quienes representan a los que en todo el país, desde su activismo voluntario y generoso, se destacan en el hermoso trabajo de investigación y promoción en clubes, en proyectos socio culturales comunitarios, en el Movimiento Juvenil Martiano, en las Cátedras Universitarias o en centros docentes donde se forman niños y niñas como Angélica Reyes Quevedo. Pionera invitada especialmente a este homenaje, que en sus escasos 11 años se ha acercado a la obra del Apóstol con especial creatividad y talento, y fue premiada en la última edición del concurso “Leer a Martí”, junto a otros 24 ganadores a los que representa en este homenaje. 

Asistimos a la feliz coincidencia de conmemorar hoy, doscientos ocho años de la consagración de Venezuela como pueblo libre. La Venezuela bolivariana, tan cercana y querida, cuna de independencias, que tanto amó el Apóstol y hasta donde llegó con gran expectativa y respeto a rendir tributo a Bolívar; la tierra que lo sedujo por su impresionante naturaleza y su pueblo noble y guerrero, asediada hoy por un enemigo común que la ataca con sus mejores tecnologías y laboratorios de guerra psicológica.

La presión que Washington ejerce sobre la patria de Chávez, su injerencia en todos los ámbitos: político, diplomático, económico, militar y comunicacional; junto a la traición bien pagada de la burguesía caza-dólares venezolana, han dado cuerpo a una hoja de ruta, no por repetida menos peligrosa, para tratar de quebrantar al chavismo y derrocarlo como fuerza política y popular.

Contra todo presagio apocalíptico, el chavismo sigue en las calles junto a su presidente Maduro. La Revolución bolivariana cuenta con el apoyo de las mayorías tradicionalmente excluidas, cuyas raíces se extienden hasta lo más profundo de la identidad histórica de ese pueblo.

Deme Venezuela en qué servirla. Ella tiene en mí un hijo, escribió Martí en carta de despedida a su amigo Fausto Teodoro Aldrey, en julio de 1881, un día antes de partir de su Venezuela amada. A más de un siglo, cientos de miles de buenos cubanos continúan sirviéndola a través de las misiones sociales, impulsadas por Fidel y Chávez, reconocidas en todo el mundo por su carácter inclusivo, popular, humano y genuinamente socialista.

La palabra de Martí mantiene una vigencia que no deja de fascinarnos. En toda su obra predijo en educación, en arte, en política. Basta una frase, una idea tal si fuera una revelación, para reconocer que el misterio del que habló Lezama Lima tiene relación con la manera asombrosa en que el Apóstol nos hace siempre acompañantes intuitivos de su virtud.

Una máxima martiana constituye clave fundamental de nuestra independencia: el antiimperialismo. La aguda inteligencia de Martí y la oportunidad de vivir en el monstruo cuando es hombre de rotunda madurez, le bastan para no entretenerse en lo atractivo y seductor de aquel país, sino hurgar en sus entrañas y advertir el peligro que la economía pujante y expansiva de Estados Unidos representa para Latinoamérica y el mundo.

Desde la inmensidad de los tiempos, nos advierte:

Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento. Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad.

Y si hay esta diferencia de organización, de vida, de ser, si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza imaginativa, y su corazón de algodón y de buques por un corazón tan especial, tan sensible, tan nuevo que solo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis que nos legislemos por las leyes con que ellos se legislan?

Martí combatía las apetencias imperiales de aquella nación con respecto a Cuba, que desconocía el derecho de su pueblo a la independencia, por la que en 1868 se había alzado en armas. A más de un siglo,  persiste la obsesión codiciosa de la administración estadounidense. Además de reforzar el bloqueo contra la Isla con medidas unilaterales, de activar el Título III de la Ley Helms-Burton, de prohibir los viajes e intercambios pueblo a pueblo; nos incluye en una lista negra de países que no hacen lo suficiente para combatir la trata de personas.

Probablemente no exista en la memoria de la civilización humana tanto dinero y tanta maldad concentrada contra un solo pueblo, que habita por demás una isla, apenas unos miles de kilómetros de tierra firme en este enorme planeta.

La activación de las alarmas monroistas y macartistas revalidan los intereses injerencistas del imperialismo norteamericano. No se puede juzgar a nuestra patria desde la nación donde mandan las finanzas y el frenesí del mercado, regida por una administración decadente, ética y moralmente; la nación donde afloran los odios; donde la tenencia de armas es una cuestión de idiosincrasia y un lucrativo negocio para la industria y los políticos; donde los medios hegemónicos engañan y la verdadera cultura pugna en franca desventaja con el morbo mediático en una competencia incesante y desmedida; donde se violan los derechos a la privacidad y a la libertad; donde se afianzan los prejuicios raciales, étnicos y religiosos; donde se sataniza la emigración.

Fueron inconsistentes los pronósticos de quienes daban solo meses de vida a la Revolución Cubana. Son esos mismos aliados y sostenedores de la tiranía batistiana quienes reclaman propiedades en Cuba y sueñan con regresar a una isla gobernada por un grupo servil, en alianza con los defensores del proyecto anexionista.

Hace solo unos días el Presidente Díaz-Canel, martiano consecuente, orgullo de nuestra generación por su ejemplar trayectoria y raíz fidelista, por su modelo de gobierno pegado al pueblo, como le legaranFidel y Raúl, reflexionaba en el extraordinario discurso de clausura del Congreso de la UNEAC: El mundo vive muchos riesgos e incertidumbres, los poderosos pasan por encima de leyes internacionales. Construir y defender un proyecto socialista como el cubano significa defender el humanismo revolucionario.

Cuba ha demostrado que es posible sobrevivir y avanzar, que puede triunfar sin claudicaciones, sin aplicar recetas ajenas, sin doblegarse. Es parte de nuestra heroica historia de sueños insólitos, muy ajenos e incomprensibles para el enemigo que ha pretendido asfixiarnos en su afán de que empeñemos el alma y los principios.

Pongamos de moda a Martí, nos ha pedido Abel. Quiere decir, pongamos de moda el mejor de los ejemplos de virtud y de pureza; el mejor paradigma que nos inspira, nos guía y nos conforta, ante la avalancha de símbolos y modelos que el capitalismo mundial trata de embutirnos en todos los ámbitos de nuestra existencia. Significa promover la noble y hermosa misión de ustedes, verdaderos martianos, cuyas vidas han estado al servicio de la cultura, de la espiritualidad de los cubanos, de la salvaguarda de nuestra identidad.

¿Qué recibió de él el mundo? ─inquiría Fidel, refiriéndose a Martí, en el aniversario 150 de su natalicio─ y respondía: Un ejemplo excepcional de creador y humanista, digno de recordarse a lo largo de los siglos. ¿Por quienes y por qué? Por los mismos que hoy luchan y los que mañana lucharán por los mismos sueños y esperanzas de salvar al mundo, y porque quiso el azar que hoy la humanidad perciba sobre ella y tome conciencia de los riesgos que él previó y advirtió con su visión profunda y su genial talento.

A más de ciento cincuenta años del inicio de nuestras luchas por la independencia, tenemos la certeza rotunda de que la Revolución Cubana ha resultado la más humana, solidaria y cabal que podría imaginarse sobre la tierra. Es una verdad histórica desafiante que el gran sueño martiano, para con nuestra patria, toma forma en cada uno de nosotros. Honremos los siglos de contienda de este pueblo heroico y seamos continuadores por siempre de aquella generación que no dejó morir al Apóstol.

Un abrazo a todos y felicidades.