Post-it 6: final y punto de arranque

Maikel José Rodríguez Calviño
11/11/2019

El viernes pasado, el Bar El Tablao acogió la premiación de la sexta edición de Post-it, muestra-concurso de arte cubano contemporáneo protagonizada por creadores menores de 35 años.

Premiados en la sexta edición de Post-it. Fotos: Maité Fernández Barroso
 

El jurado convocado para la ocasión, compuesto por críticos, especialistas y artistas visuales de reconocida trayectoria (destacan Esterio Segura, Rocío García y Virginia Alberdi), entregó el Tercer premio a Talía Falcón y Beatriz Fernández por la instalación Otros mundos (2019), y el Segundo premio a Gabriel Cisneros por la escultura El salto (2019), pieza de marcada expresividad que demuestra, una vez más, la destreza técnica desplegada por este joven artista, autor de obras tan interesantes como Forastero en tierra extraña y Heraldo, esta última, exhibida durante la pasada Bienal de La Habana en la tercera entrega del proyecto colectivo Detrás del muro.

Por su parte, el Primer premio recayó en Tiempo muerto (2018), video-documentación y conjunto de fotografías centrados en la reconexión de los individuos con su identidad cultural, con los espacios laborales y vivenciales de alta carga simbólica para los sujetos vinculados a ellos. En lo personal, me resulta sorprendente y gratificante la concesión de este premio, pues Post-it se ha caracterizado, en casi todas sus ediciones, por galardonar piezas más apegadas a técnicas o procedimientos tradicionales dentro de las artes plásticas. En cambio, Tiempo muerto se centra, específicamente, en una propuesta performática colectiva articulada por Liesther Amador. Así, más que a la documentación fotográfica o videográfica, el galardón fue extendido a la experiencia estética per se, lo cual establece un positivo punto de giro en la historia del evento y sus algoritmos de premiación. Esto es extensible a la instalación Otros mundos, poco comercializable debido a sus características formales, lo cual demuestra que el jurado convocado persigue, en última instancia, la promoción y visibilización del arte joven cubano, y no la compra-venta de obras.

Asimismo, la Asociación Hermanos Saíz (AHS) extendió un reconocimiento colateral a Yoxi Velázquez por la escultura Nap (2019). Considero que a esta iniciativa deberían sumarse otras instituciones del país (el Consejo Nacional de Artes Plásticas y el Consejo Nacional de Patrimonio, por ejemplo), las cuales pudieran apoyar futuras ediciones con la entrega de galardones similares que contribuyan a enriquecerlas. En este sentido, cabe destacar la participación de la Facultad de Artes y Letras, cuyos estudiantes de Historia del Arte, en años anteriores, han premiado obras como parte de ejercicios de clase. 

Premiación de Post-it 6
 

Durante la ceremonia, Sandra García, especialista de Galería Galiano, llamó la atención sobre la necesidad de revisitar las bases del evento y de promocionarlas mejor, a fin de que tanto este como otros espacios sean debidamente aprovechados por la mayor cantidad de artífices. Razón no le falta, sobre todo porque, para participar en Post-it, el interesado debe contar con un número del Registro del creador, lo cual limita considerablemente la incursión de artistas con propuestas novedosas e interesantes que mucho bien pudieran acarrear sobre el evento y al arte cubano actual. Debido a las características de la institución que convoca, entre los objetivos de Post-it cuenta, precisamente, la comercialización de las obras incluidas en la muestra, para lo cual se necesita el respaldo del Registro.

Pienso que, en aras de ampliar la calidad y los horizontes del encuentro, debiera diseñarse una estrategia que permita la recepción de proyectos y la inclusión en las muestras de artistas sin número de Registro. En caso de vender la pieza, dichos creadores habrán de tributar con el respectivo porciento a la institución comercializadora, dígase Fondo Cubano de Bienes Culturales, el cual, en última instancia, debe cumplir el objetivo social para el que fue creado.

Sin lugar a dudas, Post-it tiene mucho por resolver, aunque parte de estos reclamos han sido pronunciados en ediciones anteriores. No obstante, pienso que no debe desaparecer, pues constituye uno de los pocos espacios operantes en el sistema institucional arte del país dedicado exclusivamente a los jóvenes. Que necesita una revisión por dentro, nadie lo discute (muchos eventos precisan de exámenes así). Ojalá esa mirada hacia adentro, encaminada al perfeccionamiento del encuentro, deje huellas en su séptima entrega, a celebrarse dentro de un año.