Un gran libro para nuestro Gran Teatro

Noel Bonilla Chongo
3/2/2017

“Solo los primeros teatros de las grandes capitales de Europa pueden igualar al de La Habana en la belleza de las decoraciones, en el lujo del alumbrado, y en la elegancia de los espectadores, que llevan guantes amarillos y pantalón blanco. En Londres o París se tomaría este teatro por inmenso salón de gran tono”.

María de las Mercedes Santa Cruz, famosa condesa de Merlín.

 

Aún sigue siendo noticia la ponderada presentación que hiciera el doctor Eusebio Leal del libro Gran Teatro de La Habana. Trayectoria de un edificio, de la autoría de Francisco Rey Alfonso, el cual ha motivado la atención de los interesados más diversos. Con exquisita poligrafía, el texto corona la constancia y exigente manera que Rey Alfonso le atribuye a la investigación en tanto actividadhumana;que siendo reflexiva, sistemática y metódica, con la finalidad de obtener conocimientos y revelar problemas científicos, filosóficos o empírico-técnicos, resulta decisiva en la transformación como aporte de quien la acomete cuando la existencia misma de la vida, de la historia y el patrimonio, gravita ante tantas amenazas en este mundo.

Sabido es el rigor que Rey Alfonso le confiere a todos sus proyectos, a los libros que ya ha publicado, a los que aguardan inéditos y a sus infinitas notas y registros acopiados durante años de trabajo. Gran Teatro de La Habana. Trayectoria de un edificio resume —como pocas indagaciones devenidas en publicación— historia, testimonio, apreciación y reinterpretación, desde la más fina escritura testifical. Cuenta el autor que, provocado por Alicia Alonso cuando era él un joven amante del ballet, el libro que ahora referimos se fue tejiendo mesuradamente con escrutinio y cierta difidencia.


Foto: Cortesía del autor

En cerca de 200 páginas, la publicación compila relato y testimonio a través de fuentes distintas: gráficos, fotos, dibujos, planos espaciales, croquis, recortería de prensa, archivos personales, etc. Ahora, gracias a la colaboración financiera de la Agencia Suiza para el Desarrollo y de COSUDE, el fruto resultante es merecedor de los elogios menos recatados y de los ensalzamientos más elocuentes. Con un diseño interior a dos columnas, hojas policromadas y de gramaje denso, Gran Teatro de La Habana… se deja leer, hojear, admirar, con la dinámica que se le antoje a su lector; como el edificio que ocupa el Gran Teatro, este libro permanecerá inquebrantable hacia el mañana.

Desde las excelentes fotos de su portada, sus nueve capítulos, el momentáneo epílogo, el asiento de fuentes consultadas y sus imágenes intercaladas; el itinerario que se registra antecede la fecha fundacional del 18 de febrero de 1838 para llegar a un presente muy próximo.

 

En su momento inaugural, el recinto fue conocido como Teatro Tacón, en tributo al gobernador de Cuba en aquel entonces. La celebridad del edificio, gracias a la fastuosidad de su sala de espectáculos y renombre de los artistas que en ella se presentaron, trasciende las márgenes de la Isla para integrarse a circuitos teatrales de significado internacional. Varias reformas arquitectónicas exteriores y en su interior, trajeron a laedificación su forma actual, que reabrió sus puertas el 22 de abril de 1915 con una representación de Aida, de Verdi. En su historia se ha identificado por otros nombres: Gran Teatro Nacional, Teatro Estrada Palma o Teatro García Lorca.

Es el Gran Teatro de La Habana un monumento de la memoria en la contemporaneidad. Han desfilado por sus escenarios prestigiosas figuras y compañías de ballet, ópera y danza. Perduran en los anecdotarios, las visitas de las bailarinas Fanny Elssler, Ana Pávlova o Ana María de Angelo; las actrices Sara Bernhardt y Eleonora Duse; los cantantes Enrico Caruso, Victoria de los Ángeles o Teresa Berganza; el pianista Arthur Rubinstein o el mimo francés Marcel Marceau. Memorables seguirán siendo las presentaciones del Ballet Kírov de Leningrado y el Ballet del Siglo XX de Maurice Béjart.

Desde 1960 ha sido principal escenario del Festival Internacional de Ballet de La Habana, cita cumbre que, bajo el poder convocante de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, acerca lo mejor del arte balletístico mundial al público cubano. Asimismo, el Festival la Huella de España o el Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, constituyen privilegiados atractivos para artistas y espectadores.

 

Hoy, el edificio se muestra con esplendor al habitual transeúnte, al visitante casual, al ojo expectante del curioso. Tras la reparación capital que devolviera la otrora grandeza del inmueble, se vuelve uno de los más suntuosos exponentes arquitectónicos de la capital cubana en su integración al monumental palacio del Centro Gallego, obra del arquitecto belga Paul Belau.La atenta y elegante restauración que ha vivido, restituyó el valor espacial y de convivio de sus amplios lobbies, salones, así como el espíritu que el teatro ostentabaantaño.

El hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso—sin banal elitismo—, la magnificencia de su sala principal García Lorca o la acústica de la sala de conciertos Ernesto Lecuona, se tornan premio al disfrute de una programación artística jerarquizada entre lo más distintivo del arte cubano e internacional.Como vigía eréctil, aguarda al visitante para mostrarse amistoso en la belleza de su arquitectura y desde el riquísimo potencial artístico que atesora. Sito en un contexto de exaltada relevancia social, cultural e histórica, es depositario absoluto de una mixtura entre tradición, memoria y contemporaneidad.

Por ello, Gran Teatro de La Habana. Trayectoria de un edificio es, sin duda alguna, una reverencia merecida y coherente a nuestra Alicia, su pivote inicial; a los tránsitos vividos por la edificación, a nuestra Habana tan elegante y, enhorabuena, a su autor.