Una vez pintora, siempre pintora: Rocío García en la XIII Bienal de La Habana

Wendy Peñalver Sánchez
17/4/2019

En tiempos donde el impacto visual se ha convertido en un parámetro de peso al valorar un texto artístico, mantenerse fiel al oficio pictórico es uno de los caminos más difíciles por el que puede optar un creador. Cambiar las grandes dimensiones, los espacios excepcionales, los materiales inusuales, en suma, la espectacularidad, por la intimidad que ofrece el lienzo, requiere valentía, sobre todo talento. Rocío García, desde hace mucho, hizo esta elección.

 La exposición Beliki Tuman está compuesta por seis lienzos de gran formato, dos de ellos exhibidos
en calidad de díptico. Foto: Tomada del perfil de Rocío García

 

El éxito de una producción pictórica de tan alta calidad como la suya no se ha hecho esperar y la crítica especializada ha reparado con objetividad en la excelencia de su obra. Asimismo, se han incrementado, con los años, las intervenciones de la artista en exposiciones colectivas (en Cuba y en otros países), y se han concretado importantísimas muestras personales en espacios galerísticos de máxima jerarquía. No obstante, fue por vez primera, en esta edición de la Bienal, cuando la artista recibió una invitación, de manera oficial, con vistas a participar en el evento. La galería Villa Manuela, espacio donde tampoco había expuesto con anterioridad, le abrió las puertas.

Bajo el rótulo Beliki Tuman, fue inaugurada el sábado 13 de abril, su muestra personal, compuesta por seis lienzos de gran formato, dos de los cuales fueron exhibidos en calidad de díptico. La artista, que cursara estudios en la Academia Repin entre los años 1977 y 1984, optó por un título en ruso para presentar las piezas. La gran niebla (que es su traducción al español) mucho tiene que ver con la solución formal a la que apela Rocío en esta ocasión. Los vivos colores fauvistas con que se le asocia, esta vez son sustituidos por un cromatismo mucho más tenue, en telas donde la línea tiene la primacía. Rocío no “hace quedar mal”, no da “gato por liebre” y muestra un virtuoso dominio del dibujo y el color, y un sentido excepcionalmente preciso de la composición, lo que se constituye en soporte de ese excepcional poder de síntesis en la representación de complejas escenas.

Todo ello es puesto en función de un relato, que crea la pintora desde su subconsciente y al que nos va conduciendo de una pieza a la otra, porque para los que la han visto trabajar, es un hecho que Rocío no deja al azar sus historias y ella misma las cura. En este caso, los lienzos pasan a ser espacios en sí mismos, con vida propia, en los que está ocurriendo una escena que no puede existir sin su conexión con la próxima. Eso sí, reina en ellos una atemporalidad total y se hace imposible anclarlos a una geografía específica. Ahí viene…quién? esa gente, Los elegidos, y quizás un héroe, son más que títulos, los exergos a través de los cuales la artista nos deja pistas para armar el rompecabezas, que cada espectador hará a su manera. Tal es así que la mancha de sangre que observa el uniformado en una de las telas, pudiera ser el principio, o el fin, del discurso que entreteje la creadora.

Tras esta muestra subyace un tópico que le es muy caro a Rocío y tiene que ver con el poder, en sus diversas aristas: los uniformes militares, las armas y la desnudez misma (como expresión de indefensión), apuntan a ello. Es ese un poder físico; las expresiones de los rostros, en cambio, nos hablan de un poder de tipo psicológico que también la artista ha aprendido a explotar a la perfección. Quien confunda en su obra la manifestación del poder solo con sexo o morbo, se está perdiendo un abanico de matices frente a sus ojos. Las estructuras de poder subyacen en todo tipo de relación humana, por mucho que se busque pensar en un mundo donde reine la horizontalidad, y eso es lo que la artista saca a la luz.

En cualquier caso, no puede apreciarse la creación de Rocío ante todo, sino como muy humana, porque son los sentimientos del hombre, al fin y al cabo, los que dan vida a sus escenarios plásticos y a sus historias. Pregnante, sobria y concisa llega Beliki Tuman durante la XIII Bienal de La Habana y allí permanecerá hasta el mes de mayo. La gran niebla es un recordatorio de que el arte pictórico respira bien fuerte. Y es además una muestra de que algunos parecieron nacer con el pincel en las manos.

 

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