Zule Guerra inicia un nuevo viaje

Ivón Peñalver
14/10/2019

Zule Guerra es una voz e imagen singular dentro del panorama musical cubano de estos tiempos, defensora del jazz desde las raíces más auténticas del quehacer popular de la Isla. Joven proveniente del mundo de la ciencia que apostó con su melodiosa y cuidada voz por apropiarse de un repertorio nacional y foráneo al cual concede un sello propio. Se le ha visto cantar en los escenarios habituales de jazz en Cuba como La Zorra y el Cuervo, el Jazz Café del Meliá Cohíba, alguna que otra vez en el Café Miramar; pero igualmente atractiva ha sido su propuesta en eventos como el Encuentro de Voces Populares que organizó la Maestra Argelia Fragoso y en el cual causó especial impresión a la diva peruana Susana Baca.

 

Luego de un serio trabajo de investigación y estudio, valores adicionales que prestigian su puesta en escena, Zule nos pone al corriente de lo que son sus proyectos de trabajo más inmediatos.

Primero me siento muy feliz pues recién culminé un Master in Music in Contemporary Performance, Production, Concentration, en Berklee, Valencia, es una sede de la Berklee College of Music y ha sido una tremenda oportunidad porque pude interactuar con personas de muchas partes del mundo, con jóvenes que al igual que yo abogamos por defender las raíces culturales de nuestras naciones, pero buscando los conocimientos y la información acerca de cómo funciona el mercado, cuáles son las técnicas y recursos actuales en el ámbito musical, especialmente en la propia producción de nuestra música, cómo producir un perfil artístico para hacerlo llegar a las personas idóneas o al público que más nos interesa.

Igualmente favoreció interactuar con profesores y artistas que nos ofrecieron clases magistrales, lo que significó una experiencia espectacular. En mi caso pude compartir con el saxofonista Perico Sambeat, jazzista muy reconocido en España, que fue mi profesor de improvisación e instrucción privada y cuyo vínculo me permitió perfilar varios aspectos de la interpretación como la propia improvisación vocal, cómo trabajar la voz como instrumento y el proceso del entrenamiento del oído.

Berklee fue un paso de preparación para un después. Sucede que, justo antes de marcharme a la maestría, logré terminar la grabación de mi tercer álbum y el segundo que hago con la EGREM. Este último fonograma se llama El Viaje, contó con la producción musical del Maestro Hernán López Nussa, además de trabajar con un equipo valioso de músicos jóvenes (casualmente todos Premios Joyazz) con el que disfruté muchísimo. Ya a mi regreso puedo percibir lo bien que quedó encaminado el trabajo en relación con lo que quiero seguir ofreciendo al público.

Y sobre este aspecto nos comentó Zule.

Con el disco El Viaje quería variar un tanto la sonoridad, por tanto cambié el formato con el que se me conocía, ya sea saxofón, bajo y piano eléctricos, quise que todo fuera acústico, drums, piano acústico, contrabajo y guitarra jazz, en algunos temas percusión; eso por una parte, en otro sentido también incorporé a Jesús Pupo, un amigo muy querido que colaboró en los arreglos musicales e hizo un trabajo precioso porque entendió perfectamente el sentido de lo que yo buscaba. Cierto es que nos conocemos desde hace tiempo, hemos trabajado juntos, comparte muy bien mis gustos, mi estética, por tanto le dio ese toque que yo necesitaba.

Es un disco que por demás me satisface doblemente, porque todos los temas son de mi autoría, me decidí a mostrarme como compositora y justo se llama así el fonograma, porque muestra, desde mi perspectiva, lo que considero es el viaje de la vida, muestra que lo más importante en todo es el proceso, el aprendizaje, las experiencias tanto positivas como negativas que nos deja cada acto.

 

Y qué bueno que El Viaje como propuesta llega también después de la experiencia de Zule Guerra de poder ahondar en la canción cubana a través de un trabajo musical como Sesiones de vitrola, en el que el filin llegó a la gente de manera muy particular.

Pues ciertamente Sesiones de vitrola es un DVD que forma parte del repertorio fonográfico Huellas de vitrola que es como se llama todo este material. Este es un disco muy querido para mí porque se lo debía a mi niñez, a mi etapa de crecimiento, a mis padres; en casa siempre se creaban fiestas filineras. Cuando se acababa cualquier cumpleaños se daba paso a las descargas, lo cual quiere decir que ese repertorio está muy arraigado en mí, en la forma que tengo de cantar. Además, como el filin fue un modo de expresión de esos intérpretes a través del jazz, pues qué mejor enlace entonces para mí. Mirándolo desde ese punto de vista el filin alcanzó su propio cuerpo pero todo partió del jazz y así es como yo me proyecto: soy una intérprete cubana de jazz que canta en español y se “apropia” de toda esa enseñanza anterior. Por eso siento que este trabajo sentó una base, puesto que todos los arreglos fueron míos, y eso me ayudó a conocerme como arreglista, me mostró a la Zule que comenzaba a ser y a hacer, pues uno va evolucionando.

Este trabajo me dio igualmente la posibilidad de invitar a voces y músicos que admiro muchísimo: Vania Borges con quien interpreto “Quiéreme y verás”, de José Antonio Méndez; la Maestrísima Anaís Abreu, con “No me platiques más de Vicente Garrido; Con César López, que suele cantar filin en sus conciertos, hicimos una versión súper experimental de “Contigo en la distancia”; también con Eduardito Sandoval, ese especial trombonista, para mí de los más importantes de nuestro país.

Por eso es un disco que tiene mucha información desde el punto de vista musical, en tanto me propuse experimentar, pero sucede que a partir de lo logrado uno tiene que pasar a otra etapa. Y luego de mirar con agrado el reconocimiento a ese legado musical, pues me centro ahora en este viaje hecho disco que te comentaba, y que tiene el interés de mostrarle a las personas la necesidad de aprovechar cada instante de la vida con humildad, con criterio para buscar lo positivo.

Para esta joven sensible y de probada madurez artística El viaje traerá consigo revisitar la música cubana…

Sí, El Viaje trae mucha música cubana, por supuesto mezclada con los ritmos que me han marcado en esta contemporaneidad a la que también me debo. Abordo géneros como la criolla, el son montuno, la canción afrocubana que interpretaba Merceditas Valdés, el palo monte de nuestra cultura afrocubana, todo ello, no de manera pura, sino que se pueden encontrar elementos de estos en mi decir.

Esta propuesta, aunque parezca que no, pues el tiempo pasa muy rápido, lleva dos años de preparación y justo mis próximas presentaciones están enfocadas en la campaña de este fonograma. Debe estar saliendo en enero del 2020 y para ello te adelanto que viene con cambio de imagen, con cambio visual, con dos conceptos filosóficos porque cada canción del disco es una historia de vida, un viaje.

Creo que El Viaje tiene muchos matices, pero todo parte de mi esencia. Creo que el verdadero artista es quien se expresa desde la sinceridad, desde su propio ser y yo solo he sido sincera conmigo misma.

De pensamiento objetivo, que posiblemente deviene de su formación científica, Zule proyecta detenidamente cuál será el siguiente paso, y no cesa de investigar para hallar los verdaderos resortes para su trabajo. Por eso no admite la mediocridad ni lo banal, porque ello va en contra de su responsabilidad de artista comprometida con el ser social, a ese a quien invita a su próximo viaje.