El 4 de abril de 1997 el entonces recién creado Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, de La Habana, realizó su primera exposición titulada Una obra para Pablo, en la que participó una veintena de destacados artistas visuales, entre otros, Alicia Leal, Juan Moreira, José Omar Torres, Tomás Sánchez, Roberto Fabelo, Eduardo Roca Salazar (Choco), Ernesto Rancaño, Manuel Mendive, Lesbia Vent Dumois, Nelson Domínguez, Julio Girona y Alfredo Sosabravo; muestra que fue inaugurada por el historiador de la ciudad, el siempre querido y recordado doctor Eusebio Leal.

En aquella ocasión, Leal, al referirse a Pablo de la Torriente, expresó:

Caballero de Majadahonda y de La Habana, señor de San Juan y de La Habana, señorito de Mayagüez y de Cuba, gracias por estar con nosotros en cuerpo y en alma (…) A Pablo, hijo amado y entrañable de Puerto Rico y de Cuba, para Pablo tan español como cubano, para Pablo que mereció el elogio del llamado pastorcito de Orihuela, Miguel Hernández, que despide su duelo cuando en una oscura trinchera en las afueras de un hoy Madrid urbanizado, cayó combatiendo por la España que era combatir entonces por las ideas más avanzadas y progresistas del mundo.

Veinticinco años después de esas estremecedoras palabras y a propósito de la XXX edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, en Muralla No. 63, entre Oficios e Inquisidor, en la parte antigua de la ciudad —casona y sede fundacional y actual del Centro Pablo, volvemos a evocar, agradecidos, al Historiador a partir de una muestra fotográfica que puede disfrutarse en la galería delantera de la planta baja de la institución.

La exposición se titula Con gesto enamorado (aludiendo al poema escrito por el poeta español Miguel Hernández que enlaza al cronista de Majadahonda con La Habana y con el mundo) y consiste en 12 retratos realizados por el fotorreportero Alexis Rodríguez: 80 años cumpliría en septiembre próximo el historiador de La Habana, quien nos enseñó —con su pasión y “dejando desgarrada la piel en el intento”— a defender certezas, sueños y esperanzas.

Alexis Rodríguez tuvo la oportunidad de hacerle a Leal varios retratos, en distintos momentos, que revelan no al “hombre tribuno” acostumbrado a encender podios y cónclaves, sino al Leal humano, sensible y tierno: el Eusebio que se inclina ante un grupo de niños; el que custodia entre sus manos El diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes;el que desanda La Habana (su entrañable Habana) cobijado bajo una sombrilla que lo resguarda de un torrencial aguacero tropical; el que desde la humildad reverencia al Apóstol; el que bebe un buche de exquisito café cubano en otro de sus sueños cumplidos: la emisora Habana Radio; el que venera a “su predecesor de feliz memoria”, el doctor Emilio Roig de Leuchsenring, en su lugar de trabajo; el que transita las calles de la urbe manejando su pequeño y nada lujoso auto azul; el que junto a su amiga, la escultora Martha Jiménez, hace un alto en el camino y se toma unos minutos para conversar, sentados ambos, en el banco que forma parte de la obra “Contra viento y marea” que la camagüeyana regaló a la capital cuando arribó a su medio milenio y que está emplazada en la Avenida de Paula.

Ese es el Leal que capta y atrapa Alexis y Con gesto enamorado, cada fotografía se consolida como un acto premonitorio expresado en las palabras dichas —hace veinticinco años— por el poeta y cineasta Víctor Casaus, director/fundador del Centro Pablo,cuando la institución comenzaba a dar sus primeros pero seguros pasos:

Quiero agradecer públicamente a Eusebio Leal y a la Oficina del Historiador de la Ciudad, por el apoyo que brinda a nuestro Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. Esto se expresa en hechos concretos: la sede nuestra en Muralla No. 63 y la donación de parte de su equipamiento inicial. Pero también es de gran importancia el poderoso estímulo que supone la dinámica labor de reconstrucción urbanística e histórica y de desarrollo cultural que Eusebio impulsa a través de sus instituciones en esta zona cambiante y mágica de la ciudad (…). Sueños y proyectos tratamos de realizarlos, en gran medida también, como un homenaje a la amistad.

Así te añoramos y recordamos, Pablo; así te añoramos y recordamos, Eusebio: “Con gesto enamorado”.

Elegía segunda

A Pablo de la Torriente, comisario político

“Me quedaré en España, compañero”,

me dijiste con gesto enamorado.

Y al fin sin tu edificio trotante de guerrero

en la hierba de España te has quedado.

Nadie llora a tu lado:

desde el soldado al duro comandante,

todos te ven, te cercan y te atienden

con ojos de granito amenazante,

con cejas incendiadas que todo el cielo encienden.

Valentín el volcán, que si llora algún día

será con unas lágrimas de hierro,

se viste emocionado de alegría

para robustecer el río de tu entierro.

Como el yunque que pierde su martillo,

Manuel Moral se calla

colérico y sencillo.

Y hay muchos capitanes y muchos comisarios

quitándote pedazos de metralla,

poniéndote trofeos funerarios.

Ya no hablarás de vivos y de muertos,

ya disfrutas la muerte del héroe, ya la vida

que no te verá en las calles ni en los puertos

pasar como una ráfaga garrida.

Pablo de la Torriente,

has quedado en España

y en mi alma caído:

nunca se pondrá el sol sobre tu frente,

heredará tu altura la montaña

y tu valor el toro del bramido.

De una forma vestida de preclara

has perdido las plumas y los besos,

con el sol español puesto en la cara

y el de Cuba en los huesos.

Pasad ante el cubano generoso,

hombres de su Brigada,

con el fusil furioso,

las botas iracundas y la mano crispada.

Miradlo sonriendo a los terrones

y exigiendo venganza bajo sus dientes mudos

a nuestros más floridos batallones

y a sus varones como rayos rudos.

Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan.

No temáis que se extinga su sangre sin objeto,

porque este es de los muertos que crecen y se agrandan

aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto.

Miguel Hernández

(Del libro Viento del pueblo)