Basta decir Santiago

Fiorella Franco Duany
27/7/2020

Es Santiago de Cuba, no os asombréis de nada. Es mi Santiago de Cuba, nuestro, y por qué no, también del resto de los cubanos.

Me llueven las lunas llenas y sí, estoy en Santiago. Con el mar de papel que veo en la bahía sigo en mi Santiago. Santiago de sol y sudor, de lágrimas, de llanto. Santiago de planos inclinados.

Fotos: De la Autora
 

Santiago que reúne lo cubano; donde se dice, las mujeres tienen caderas más anchas por el contoneo en las lomas. Donde en las calles no faltan los buenos días, buenas tardes. Santiago es una ciudad para vivirla en pleno. Una ciudad que se reinventa cada día, una ciudad que cae y se levanta.

Santiago es Enramadas, Padre Pico, El Tivolí, Parque Céspedes, Plaza de Marte, El Moncada, las casas de los héroes y los mártires. Santiago es más que eso, es su gente, su calor sofocante, su carnaval, las calles repletas de pueblo, el jarro de agua lanzado a la calle en las mañanas, el músico de la esquina que da sonido a la ciudad. Aquel viejito que a las 12 de la noche tiene las puertas y ventanas abiertas y escucha a Matamoros.


 

Nunca he podido arrollar al ritmo de la conga, pero sentirla es un placer, ver, poco antes de que comience, cómo hombres y mujeres preparan el vestuario adecuado para salir a arrollar, sí, arrollar, porque en una ciudad de lomas para no cansarte en una conga debes arrastrar los pies. No puede faltar el agua y la toalla, para cuando enfile la bandera blanca y se sientan sonar la corneta china y los tambores, se vean kilómetros de cuerpos desfilar al ritmo singular de la ciudad.

Es una suerte ver el mar desde cualquier pendiente, ver que tiene su luz, su propia voz, escucharla y sentirla, su tristeza, su alegría. Santiago no se parece a ninguna otra ciudad de Cuba, tiene un no sé qué, lo constato cuando escucho su sonido peculiar, veo lo hermoso del color de sus montañas, pero más cuando todo el que llega quiere volver una y otra vez y siempre será bienvenido.


 

Este 25 de julio se iluminaron con un gran espectáculo cada una de las edificaciones que rodean el anillo cero de la provincia, el Parque Céspedes, con un nuevo y hermoso juego de luces, coros, orquestas, las tradiciones carnavalescas y populares de Santiago se hicieron un todo para esperar las doce de la noche. Sonaron las campanas de la Catedral y ante los ojos del alado San Gabriel, Santiago de Cuba se convirtió en una joven de 505 años.