Breve valoración de un ensayo y un libro de texto

Pedro Pablo Rodríguez
21/12/2020

En mayo de 1938 Ramiro Guerra Sánchez firmaba el “Prefacio” de este libro, publicado ese mismo año por Cultural, la prestigiosa editorial habanera especializada en libros escolares. He registrado tres ediciones, todas posteriores al triunfo de la Revolución cubana: la del Consejo Nacional de Cultura en 1962, la del Instituto Cubano del Libro en 1971 y la de la Editorial de Ciencias Sociales del propio Instituto en 1971.

En sus palabras iniciales el historiador señalaba ese doble propósito de esta obra, que de algún modo continuaba sus estudios sobre el período colonial avanzados en dos tomos (1921 y 1922) titulados Historia de Cuba, y que luego avanzaría a la Guerra de los Diez Años 1868-1878, aparecida también en dos tomos en 1950 y 1952. Estas tres piezas denotan la preocupación de Guerra por entregar a largo plazo una visión abarcadora de buena parte del proceso histórico nacional.

En esta obra, el autor hace gala de una de sus cualidades, que es la vinculación de la historia colonial con el entorno internacional y, sobre todo, los desafíos y rivalidades entre las grandes potencias con respecto a Cuba. Fotos: Internet
 

Mas, por otro lado, este Manual expresa igualmente la vocación magisterial de quien ejerció la labor profesoral desde las aulas escolares hasta las universitarias y escribió numerosos libros orientados directamemte a la enseñanza. El propio hecho de titular Manual a este libro, como suele nombrarse cualquier texto que pretende entregar los elementos fundamentales de cualquier disciplina para la educación, es indicio claro de esa vocación de Ramiro Guerra por la formación de una conciencia nacional entre los cubanos de aquella época.

Sin embargo, en verdad, ya desde su título completo, Manual de historia de Cuba (económica, social y política), el autor se apartaba de la habitual función de un manual, pues estaba indicando su intención de abordar la historia insular desde varios planos totalizadores de un proceso de tres siglos y medio, lo cual lo obligó a un extenso paginado, inhabitual en libros de apretada síntesis, como suelen ser los manuales de función pedagógica.  Y sigo sin entender por qué la edición de 1971 eliminó las tan necesarias palabras entre paréntesis.

Es evidente que Guerra quiso dar un análisis coherente del devenir cubano siguiendo las líneas que ya en los primeros decenios del siglo XX se imponían en la historiografía europea y estadounidense, en cuanto a no limitar el relato histórico a los acontecimientos políticos. Así, probablemente influido por su actualización acerca de la historiografía del vecino del norte a la que pudo acceder con mayor sistematicidad durante su estancia allí desde 1932, se convirtió en uno de los primeros historiadores de América Latina que trabajó bajo esa perspectiva.

Ramiro Guerra fue uno de los primeros historiadores de América Latina que trabajó bajo la perspectiva de no limitar el relato histórico a los acontecimientos políticos.
 

Ahí podría estar una de las razones esenciales de la influencia del Manual en la creciente comprensión renovadora que se fue abriendo paso desde entonces y hasta fines de los años cincuenta entre sus colegas cubanos, y de alguna manera hasta en la cierta modernización en la enseñanza de la historia nacional que se fue abriendo paso por entonces. 

Otros elementos favorables al uso de este libro, además de entregar un análisis más complejo de aquellos siglos, son su dominio de las fuentes historiográficas y documentales cubanas, al igual que el acceso de Guerra a archivos de Estados Unidos que le permitieron formular opiniones y extraer conclusiones que resultaron novedosas. También se ha de considerar que en esta obra, el autor hace gala de una de sus cualidades, que es la vinculación de la historia colonial con el entorno internacional y, sobre todo, los desafíos y rivalidades entre las grandes potencias con respecto a Cuba.

Por último, y no menos importante, es el marcado objetivo de Guerra de explicar la formación de intereses particulares y de una conciencia nacional, manifestadas de acuerdo a las características de clases y sectores sociales diferentes. No es mera inferencia de lector lo que asevero, sino propósito autoral consciente como se afirma en el citado “Prefacio” para fundamentar por qué se trata de un ensayo, y, diría yo, de un ensayo novedoso en su tiempo: “Es un ensayo, en cuanto intenta analizar la formación y el desarrollo del pueblo cubano, particularmente en lo que toca a las condiciones económicas, las instituciones sociales y políticas y las influencias exteriores”.

Este Manual de historia de Cuba fue, pues, consciente obra de servicio nacionalista, patriótico, y por eso, conserva valores e interés para el lector de nuestros días, a lo que ayudan su estilo preciso, su prosa elegante y su habilidad narrativa para sostener la lectura.