¿Calla la vida?

Ángel Martínez Niubó
29/8/2018

Recuerdo en este instante —tras conocer la muerte de Carilda— aquella canción de Horacio Guarany:

Si se calla el cantor calla la vida

Porque la vida, la vida misma es todo un canto

Si se calla el cantor muere de espanto

La esperanza, la luz y la alegría.

Así decía Horacio en un texto verdaderamente hermoso, pero hoy, en cambio, pienso que no calla la vida. La vida hace un minuto de silencio y todo se convierte en gratitud, en relectura, en renacer de textos y de amores.


Foto: Internet

 

¿Qué poemas recordar? Todos. No murieron sus libros. Incluso, sus libros hacen que el poeta renazca. Es como decir: Resucitarás cada vez que alguien te lea, o cada vez que alguien te piense, o cada vez que alguien sienta que el amor lo desordena, lo inquieta o lo desborda.

Ahora mismo pienso en aquel texto suyo donde pedía que le colocaran toda la tierra cubana sobre su tumba:

Cuando vino mi abuela

trajo un poco de tierra española,

cuando se fue mi madre

llevó un poco de tierra cubana.

Yo no guardaré conmigo ningún poco de patria:

la quiero toda sobre mi tumba.

Tumba, silencio, muerte. Palabras muy extrañas. Carilda no estará bajo la tierra cubana, sino sobre ella: en los adolescentes que en la última hoja de sus libretas escolares copian sus versos. Y estará en las cartas de los enamorados. En la palma que se abre al día, en los libros que entran y salen de las bibliotecas, en los mensajes electrónicos. No calla la vida: renace. Ni siquiera renace, porque el renacer supone muerte alguna vez. Y la poesía hace que la muerte muera de espanto y que permanezcan hoy —que las noticias pretenden engañarme—, la esperanza, la luz y la alegría.