Céspedes, el hombre que postuló
el sacrificio como condición
de la libertad.
Cintio Vitier

El hombre que el 10 de octubre de 1868 liberó a sus esclavos en el ingenio Demajagua, para así iniciar la lucha de los cubanos por la independencia, la soberanía y la emancipación de la patria amada, ha sido fuente de investigación y estudio a lo largo del tiempo. Son numerosas las interpretaciones que han suscitado la acción y el pensamiento de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, quien logró remover los cimientos de la isla sojuzgada por el dominio colonial español y abrir el largo camino a la libertad.

“Cuba no solo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava”. Imagen: Tomada de Trabajadores

Resulta incuestionable que, en los inicios de la última década de la pasada centuria, Eusebio Leal Spengler (La Habana, 1942-2020) daba a conocer, fruto de sus investigaciones sobre el prócer independentista, un documento de insoslayable trascendencia para conocer, entender y valorar las luchas libertarias de la patria a partir del año 1868. Bajo el título de Carlos Manuel de Céspedes. El Diario Perdido,[1]Leal Spengler enriquecía los estudios relacionados con la historia de la nación cubana.

“Ahora, los estudiosos del Iniciador de nuestros Cien Años de Lucha —afirmaba en 1992 la historiadora Hortensia Pichardo en el prólogo a la primera edición del volumen— han de recibir con emoción las páginas que contiene este Diario, dada la tenacidad investigativa y la vocación cespediana del Historiador de la Ciudad de La Habana”. Desde entonces, han sido varias las ediciones aparecidas en la Isla de esa obra, que ha permitido —junto al Diario y a otros documentos y textos referenciales— conocer, aclarar y comprender no solo la vida y la obra del Padre de la Patria, sino también el actuar de los protagonistas del proceso emancipador iniciado en el siglo XIX.

Quien se acerque a esta obra encontrará la transcripción del Diario de Carlos Manuel de Céspedes, cotejada según el manuscrito original, integrado por dos pequeños libros que abarcan desde el 25 de julio de 1873 hasta el 27 de febrero de 1874; fecha esta última de su muerte en San Lorenzo, al ser sorprendido por las tropas españolas.

Al preparar esta investigación, Leal Spengler, además de publicar el Diario —del cual se ha extraviado la página que relata lo ocurrido entre el 23 y el 24 de noviembre de 1873—, incorpora otros materiales de invaluable trascendencia, para así comprender el contexto histórico en que comenzó la lucha emancipadora de la Isla frente al yugo colonial español.

La letra del “Himno Republicano”, escrito por Céspedes, es uno de los materiales incluidos, junto a su expediente docente —con información de su vida intelectual y una síntesis de su genealogía familiar—, una cronología de su acción y dos cartas enviadas en 1894 por su viuda Ana de Quesada a Manuel Sanguily, así como la respuesta a una de esas misivas.  

Complementan igualmente el volumen las palabras que el ensayista y narrador Abel Prieto, entonces ministro de Cultura, pronunció al presentar la primera edición cubana de tan significativo documento, publicada en 1992, año en que se recordaba el aniversario 118 de la muerte del insigne patriota.

Esclarecedor resulta el ensayo introductorio a esta obra, muestra evidente de la profunda, exhaustiva y minuciosa labor investigativa llevada a cabo por Eusebio Leal Spengler; texto en que se analiza el accionar de tan paradigmática figura del devenir de la patria. He aquí algunas de esas interesantes reflexiones:

Él llegó a la serena e íntima convicción de que la Revolución reclamaría el último aliento de su vida, en las misivas escritas a su esposa, que ansiosamente le espera lejos de la Patria, y en sus anotaciones en el Diario,patentiza, sin acento fatal ni desesperanzado, el sentimiento de la utilidad de su sacrificio: “q. mis huesos reposen al lado de los de mis padres, en esta tierra querida de Cuba, después de haber servido á mi patria hasta el día postrero de mi vida”. 

“El verdadero valor no está en inclinar la cerviz a lo inevitable, está en asumir su utilidad a una causa justa”.

Él sabe que escribe para las generaciones futuras, aunque como todo hombre racional se rebele y quiera apartar de sí la visión de ese Gólgota. El verdadero valor no está en inclinar la cerviz a lo inevitable, está en asumir su utilidad a una causa justa; no otra es la verdadera cualidad de la condición humana.

(…) El autor del Diario fue absoluto en algunas valoraciones individuales; pero el margen de error es mínimo. Solo contados individuos de los por él analizados en la complejidad o simpleza de sus caracteres, tuvieron la oportunidad de sobrevivir muchos años y ocupar el lugar que, por actos posteriores, le correspondiera legítimamente en la historia. Nos causa asombro que haya visto rasgos de conducta imperceptibles incluso para sus más íntimos amigos y compañeros.

De monumental puede calificarse la labor de rescate, conservación y atesoramiento —tanto del Centro Histórico de la capital cubana como del patrimonio material e inmaterial de toda la nación— desarrollada por Eusebio Leal Spengler, quien por más de medio siglo se desempeñó como Historiador de la Ciudad de La Habana.

Autor de una amplia y sólida bibliografía relacionada con temas históricos y culturales, entre sus libros publicados —fuentes permanentes de enriquecedor conocimiento— aparecen Regresar en el tiempo, Fiñes, Fundada esperanza, La luz sobre el espejo, Detén el paso, caminante, Patria amada y Verba Volant.

“Obra de insustituible examen, estudio y reflexión para entender las hazañas y los afanes de un hombre por transformar la historia de la patria sojuzgada”. Imágenes: Cortesía del autor

“Hace semanas terminé de leer tu magnífico ensayo sobre el Diario de Céspedes —escribía el maestro Cintio Vitier en carta a Leal Spengler—, que me ha enseñado y conmovido mucho. Tienes lo cubano, la emoción patria, en la punta de los dedos, y de inmediato comunicas esa electricidad espiritual de nuestra familia deslumbrante”.

Carlos Manuel de Céspedes. El Diario Perdido es un sólido y enriquecedor aporte a la historiografía cubana. Obra de insustituible examen, estudio y reflexión para entender las hazañas y los afanes de un hombre por transformar la historia de la patria sojuzgada, convencido de que “Cuba no solo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava”.

Conocer el legado del Padre de la Patria resulta, indudablemente, una necesidad impostergable del devenir histórico de la nación, pues así se podrá profundizar en la trayectoria de uno de los protagonistas de un hecho que, por su alcance y dimensión, contribuyó a transformar el futuro de la mayor de Las Antillas.

Los silencios quebrados de San Lorenzo,[2] de Rafael Acosta de Arriba (La Habana, 1953), es un libro que se inscribe en ese noble empeño de acercarse, desde diversos ángulos y perspectivas, a la personalidad de Carlos Manuel de Céspedes. En esta tercera edición —corregida y aumentada— de un libro aparecido por vez primera en el año 1998, el autor, a partir de una profunda y documentada investigación, analiza, entre otros temas, la recepción historiográfica y literaria de Céspedes, los valores de su personalidad histórica, y pasajes de su vida y obra.

“Estudiar el pensamiento cespedista y su ejecutoria política es asistir a la fundación de la nación cubana”.

En “Una escritura íntima y fundacional”, uno de los ensayos compilados, publicado originalmente en 1997 en la revista Contracorrientes, Acosta de Arriba reflexiona sobre una problemática no abordada con la profundidad requerida. Al respecto comenta:

Estudiar el pensamiento cespedista y su ejecutoria política es asistir a la fundación de la nación cubana. El pensamiento de Carlos Manuel de Céspedes, desplegado en su variada escritura de campaña, es la médula de lo que se ha dado en llamar “la ruptura ideológica del 68”.

En toda su actuación y su reflexionar, resumido en el proselitismo con la religión; la exhortación a la unidad de los emigrados; el reconocimiento al papel de las capas más humildes de la población; la convocatoria a sumar a los españoles que abrazaron la causa o no mostraron animosidad, incluso para que integraran el gobierno; su radical abolicionismo; y la avanzada posición personal ante el tema racial, el bayamés se anticipó a la medular tesis martiana de hacer una república “con todos y para el bien de todos”.

Cualquier nacimiento —esencia de la idea de identidad de un país— significa un desprendimiento, y ningún testimonio escrito que reflejara la tarea de esa gestación nacional fue superior a la palabra manuscrita de Carlos Manuel de Céspedes. Él fue el único de su generación capaz de leer y descifrar los códigos ocultos que dan fundamento a un país. Su testimonio está a la espera de que el curioso busque el minuto germinal de la patria y de la nación.

Doctor en Ciencias Históricas y Doctor en Ciencias, Rafael Acosta de Arriba, actual director de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí,se ha dedicado a labores de investigación, crítica, docencia y promoción cultural.  Es autor de más de una veintena de títulos —entre poemarios y ensayos—, en los que destacan Avidez de la palabra, Los signos mutantes del laberinto, Profecía del vino, De vísperas y silencios. Antología poética, y La seducción de la mirada. Fotografía del cuerpo en Cuba (1840-2013).

Es innegable la pasión y devoción de Acosta de Arriba por el Padre de la Patria, pues desde hace varios lustros se dedica al estudio de tan emblemática figura, como lo demuestran sus libros Apuntes sobre el pensamiento de Carlos Manuel de Céspedes y Biobibliografía de Carlos Manuel de Céspedes.

Estilo depurado y un tono elocuente, sobrio y ameno caracterizan, en palabras del historiador Jorge Ibarra, el libro Los silencios quebrados de San Lorenzo,mientras que, según la opinión de Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana:

Esta obra es como una lámpara encendida de aquellas que se colocaban en el paraninfo de los templos en la antigüedad clásica. Es, y por qué no, un candil como aquel que llevaban los campesinos en la noche cuando se dirigían, cautelosamente, al bohío donde esperaba un futuro mejor el Presidente viejo. A esa peregrinación de la lealtad y de la fe nos sumamos con la íntima convicción de que esta tierra nuestra, la Cuba real, vive y palpita porque existieron hombres como Carlos Manuel de Céspedes y porque hay jóvenes que, como el autor de este libro, han sabido seguir sus huellas. 

Con Los silencios quebrados de San Lorenzo, Rafael Acosta de Arriba no solo aporta nuevas miradas a la esencia y presencia de Carlos Manuel de Céspedes. Esta investigación también entrega una visión renovadora de un capítulo trascendental en la aguerrida historia de la nación cubana a favor de su libertad, de su independencia, de su soberanía.


Notas:

[1] Ediciones Boloña, Publicaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Colección La Puerta Vieja, La Habana, 1998, 498 pp.

[2] Casa Editora Abril, La Habana, 2018, 280 pp.