Uno de los casos donde se evidencia su formación marxista es al formular valoraciones acerca de la estructura socioclasista imperante en la Cuba de la seudorrepública.

Carlos Rafael Rodríguez fue un ejemplo de intelectual revolucionario. Foto: Tomada de Cubadebate

Con lucidez devela, en material mimeografiado cuyo propósito era la apoyatura para un cursillo dictado en la Universidad de La Habana en 1966, que luego devino en texto imprescindible a la hora de aproximarse a esa etapa, la esencia de varios de los actores económicos del país:

Cuando se habla en Cuba de una “burguesía nacional”, el concepto hay que referirlo no a los criterios de nacionalidad genéricamente hablando, sino a las posiciones derivadas del “interés nacional”. Desde ese punto de vista, la burguesía azucarera no puede ser considerada como burguesía nacional, aunque sea burguesía nativa, pues su interés histórico contradecía esencialmente los intereses de la nación y su actividad se contrapuso a estos. En cambio, la burguesía no azucarera pudo haber jugado en la etapa presocialista un papel histórico progresista que, sin embargo, no logró cumplir ni siquiera tímidamente.

Con respecto a la pequeña burguesía urbana son también clarificadoras sus opiniones:

Con cierta ilustración intelectual y ambiciones explicables de progreso, la pequeña burguesía urbana constituye desde los primeros tiempos una zona muy sensible, apta para recibir el fermento de la inquietud revolucionaria cada vez que las situaciones históricas lo propiciaban.[1]

Sobre otro de estos capítulos en el pensamiento de Carlos Rafael, meditó la filósofa Olivia Miranda Francisco:

(…) a modo de conclusiones, y retomando la tesis leninista de las dos culturas, Carlos Rafael Rodríguez reafirma que el proletariado cubano, al acceder a la historia de Cuba desde la concepción materialista y dialéctica, estará en condiciones de comprender plenamente la significación que el patriotismo burgués del siglo XIX tiene para el presente, con sus grandes acciones contra el coloniaje.[2]

Rafael Cervantes Martínez valora ampliamente los aportes del destacado combatiente. En el segundo de una tríada de artículos sobre su impronta, dedicado a su legado en el campo económico, argumenta:

La presentación superficial de su polémica con el Che ha dibujado una imagen deformada de su visión del socialismo, reduciéndola a la mera defensa del cálculo económico experimentado en la URSS, dando lugar a lo que él mismo definió como juicios inexactos (…). Para Carlos Rafael, planificación y revolución son partes inseparables de un mismo proceso.[3]

“La presentación superficial de su polémica con el Che ha dibujado una imagen deformada de su visión del socialismo (…)”, argumenta Rafael Cervantes Martínez. Foto: Tomada de Granma

Una idea a destacar es su amplia comprensión del significado de las universidades, en las transformaciones históricas ocurridas en diferentes espacios geográficos. Al recibir el grado de “Profesor de Mérito” de su querida Universidad de La Habana, el 27 de mayo de 1983, realizó una de las más completas exposiciones sobre el tema. En aquella ocasión estuvo precedido por las palabras de elogio de la doctora Vicentina Antuña. Desde la convergencia de múltiples emociones confesó:

El título que se me confiere da por supuesto que he sido el Profesor que habría querido ser y que la vida, una y otra vez, con sus exigencias irrenunciables, no permitió cuajar en mí. Sé bien, por ello, que lo que se toma en cuenta con demasía en esta noche no es en modo alguno una ejecutoria profesoral que no me fue posible tener, sino una conducta cívica y humana de la que, desechando pacatas modestias, sí puedo sentirme orgulloso.

Al disertar sobre el devenir de las Casas de Altos Estudios, se sumerge en las peculiaridades reflejadas en estos centros en diferentes etapas:

La Universidad liberal se proponía, en un medio altamente selectivo en lo político y en lo económico, al cual no tendrían acceso los hijos de la clase obrera, preparar los nuevos grupos dirigentes que debían encargarse de echar hacia adelante al capitalismo avanzado, que había llegado ya desde los primeros años de este siglo a su etapa imperialista en Estados Unidos y en Europa.

Una de las cuestiones que no elude es el papel del profesor en la conducción del proceso docente, y en la formación integral de los estudiantes que, llenos de motivaciones, repletan las aulas universitarias. Su vínculo permanente con ambos componentes, el que mantuvo con independencia de las tareas gubernamentales, le permitía trasladar un mensaje que conserva total vigencia en el escenario actual:

Permítaseme sin embargo decir, autorizado por esas convicciones, que aún mantengo, que la exigencia en la educación debe medirse por los resultados en la calidad de graduandos que producen y no por el número de suspensos que el profesor otorga. Aunque la abundancia de los suspensos puede constituir en algunos casos una ejemplaridad necesaria, pienso que el profesor que sistemáticamente presenta como balance de sus exámenes un alto porcentaje de desaprobados tendría que ser sometido de inmediato a escrupuloso análisis, porque casi siempre esa situación se origina menos en la culpa de los estudiantes que en su propia deficiencia profesoral.[4]

Portada de Con filo en la letra. Foto: Tomada de Trabajadores

En el caso de sus vínculos con lo más granado del movimiento cultural del país, estos siempre fueron estrechos, considerando que, unido a sus responsabilidades políticas, nunca dejó de ser un intelectual de vanguardia. La intervención que realizó en la sede del Ministerio de Cultura, el 23 de marzo de 1982, en ocasión del trigésimo aniversario del movimiento Nuestro Tiempo, da fe de esa intensa relación:

Y en Nuestro Tiempo surgió el verdadero cine cubano, el que hoy sitúa a la Revolución al más alto nivel de la cinematografía (…). Pero para todo partido revolucionario la organización está inseparablemente unida a la proyección política. Para que Nuestro Tiempo rindiera sus tareas, el Partido organizó, dentro de él, un Buró integrado por compañeros y compañeras de confianza que velaban por incorporar de modo democrático y normal las posiciones del Partido a la actividad del grupo. Me gustaría mencionarlos, como reconocimiento a su devoción y entrega. Fueron ellos Sergio Aguirre, Santiago Álvarez, Marta Arjona, Antonieta Enríquez, Alfredo Guevara y José Massip. Dentro de la Junta Directiva, y en estrecha asociación con Harold Gramatges, que tantas veces nos encontró en citas clandestinas en aquella época, se realizó esta preciosa actividad.[5]

Años más tarde, el 28 de febrero de 1996, le envió una nota a la compañera Isabel Monal y unas breves palabras sobre Marx Ahora, “la revista que se está preparando y que tiene actualidad”. En ellas expresaba:

Los países del Tercer Mundo no pueden decidir ellos solo la pelea; pero pueden garantizar vías que aseguren su propio camino. Los años próximos serán de lucha y los países que —como Cuba— tienen fuerzas para decidir su destino deben prepararse para esa gran batalla. Esta nueva revista nace para recoger esa perspectiva.[6]

Monal Rodríguez, a propósito de este hecho, se refiere a la significación de su figura:

Carlos es uno de los grandes marxistas de la región, cuyo pensamiento tenemos que estudiar mucho más (…). Cuando hablé con él le expliqué todas las ideas relacionadas con el proyecto de la revista. Le solicité también algún escrito para ese número (…). Para nosotros esa misiva fue muy importante porque significaba también un apoyo moral, que era lo que más necesitábamos en esos instantes.[7]

“Carlos es uno de los grandes marxistas de la región, cuyo pensamiento tenemos que estudiar mucho más (…)”, sostiene Isabel Monal.

Otro de los elementos que distinguen su quehacer revolucionario es el desempeño en el ámbito periodístico, frente de vital importancia en la consecución de los objetivos estratégicos vinculados al crecimiento político, ideológico y cultural de las masas trabajadoras. Sobre esta actividad que, con el paso de los años, ha sido menos estudiada que el resto de los campos donde incursionó, uno de los principales exponentes del periodismo revolucionario consideró, que:

La mente y la pluma de alto vuelo de Carlos Rafael Rodríguez no descansaron desde que escribió en el periódico El País, en 1931, su primer artículo, que, en su médula, planteaba la absoluta necesidad de la intervención del Estado en la economía nacional e internacional.

Asimismo narra un pasaje poco divulgado de la actividad de Carlos, relacionada con la prensa, donde se evidencia su estatura como intelectual revolucionario, a partir de lo preocupado que se mostró el enemigo ante una visita suya a tierras estadounidenses:

Perteneció al Comité Ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa desde el Tercer Congreso de esa organización en Caracas, donde fue elegido Tesorero, y reelegido sucesivamente en Bogotá y Quito. En 1950 viajó a Nueva York para asistir al Cuarto Congreso. Al llegar a esa ciudad fue detenido y, en lugar de ir al Waldorf Astoria, sede de la reunión de la SIP, su alojamiento fue la Isla de Ellis. Por el hecho de ser comunista consideraron “inadmisible” su entrada a Estados Unidos. La guerra fría, entonces, estaba en uno de sus momentos más significativos (…). En su artículo sobre el episodio de Nueva York, Carlos Rafael Rodríguez expresaba que Estados Unidos había tenido que confesar que un periodista no puede entrar en ese país si tiene ideas opuestas a las que prevalecen en el gobierno de Washington. De un golpe se vieron obligados a confesar que la famosa “libertad de información” a que aluden constantemente es pura patraña.[8]

A propósito de todas las actividades celebradas en ocasión de su centenario —que incluyeron el traslado de sus restos hacia un monumento especialmente construido para depositarlos en el cementerio cienfueguero Tomás Acea—[9] , varios de sus colaboradores se refirieron a su legado.

Carlos Martínez Salsamendi, quien desde 1973, y durante 20 años, trabajara bajo su dirección, fue uno de ellos. Ante la solicitud de que mencionara algunos de los rasgos sustantivos de la personalidad homenajeada, contestó:

En la memoria del curso 1938-39 de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana, sobre Carlos Rafael se expresó: “Ancho de cultura y de talento, su ascensión política reportará substanciosas ventajas a nuestro pueblo”. Fue una acertada premonición (…). Otra faceta de su personalidad fue su dedicación infatigable al estudio, su rigurosidad en todo lo que escribía y una memoria prodigiosa. Se le puede catalogar como un erudito, en el sentido exacto del término. Poseía una cultura enciclopédica.[10]

“Ancho de cultura y de talento, su ascensión política reportará substanciosas ventajas a nuestro pueblo”, se dijo de Carlos Rafael cuando era estudiante de la Universidad de La Habana.

En el 60 aniversario del MINREX, se convirtió también en una figura recordada con especial cariño. Isabel Allende, destacada diplomática y profesora, expresó sobre él:

Imponía mucho respeto. No puedo decir solo que fue un hombre culto. Hombres cultos llenaron la diplomacia cubana y son una fuente de sapiencia que no hemos aprovechado suficientemente, pero Carlos Rafael fue el culto de los cultos, con una inteligencia y una agudeza tremendas. No tenía el mismo carácter de Roa, pero también era muy auténtico, muy cubano, y sabía hacer chistes. A diferencia de Roa, que hacía los chistes más criollos y que utilizaba más el refranero o inventaba sus propios refranes y palabras, Carlos Rafael le impregnaba un dejo de ironía muy fino a sus chistes. Era un hombre de una agilidad mental extraordinaria, con una gran capacidad para el conocimiento de las relaciones profesionales.

“Carlos Rafael fue el culto de los cultos, con una inteligencia yuna agudeza tremendas”, afirmó Isabel Allende.

Al profundizar en su contribución al diseño de una política exterior como la cubana, afirmó que:

Dominaba mucho los aspectos de las relaciones económicas internacionales y también las políticas. Era una persona capaz de argumentar, discutir con cualquiera, incluido Fidel. Siempre les digo a mis alumnos, los escritos de Carlos Rafael hay que leerlos. Cuando repaso su artículo “Los fundamentos estratégicos de la política exterior cubana, tengo que reconocer que él definió ahí lo que estamos haciendo y lo que tendremos que hacer por mucho tiempo.[11]

Carlos Rafael representa, en resumen, una personalidad de enorme importancia para acometer los desafíos venideros. El estudio riguroso de su pensamiento, sin dogmatismo de ninguna clase, tal como hizo a lo largo de su vida, es una tarea impostergable en el propósito de pertrecharnos de un arsenal de ideas de enorme significación.


Notas, citas y referencias bibliográficas:

[1] Carlos Rafael Rodríguez: Cuba en el tránsito al socialismo. 1959-1963, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1979, pp. 42-43.

[2] Olivia Miranda:Carlos Rafael Rodríguez. Tradición y Universalidad, Editora Política, La Habana, 1997, p. 78.

[3] Rafael Emilio Cervantes Martínez: “Carlos Rafael constructor del socialismo”, Verde Olivo, Año 2014, No. 1, Aniversario 55, pp. 28-29. Cervantes Martínez, y el autor de estas líneas, publicamos en el No. 5 de 2013 de la propia revista, el primero de los trabajos mencionados con el título de “Carlos Rafael: cultura al combate”. 

[4] Carlos Rafael Rodríguez: Palabras en los setenta, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984, pp. 5; 19-20 y 44-45.

[5] Carlos Rafael Rodríguez: 30 años de Nuestro Tiempo (Discurso pronunciado por el miembro del Buró Político y vicepresidente del Consejo de Estado Carlos Rafael Rodríguez, el 23 de marzo de 1982, año 24 de la Revolución), Mincult, pp. 5-6.

[6] Ver en: Revista Internacional Marx Ahora, No. 1, 1996, La Habana, pp. 11-12.

[7] Ver en: Hassan Pérez Casabona: “Sin el marxismo no se puede entender el mundo de hoy”, entrevista realizada a la Dra. Isabel Monal Rodríguez, en la sede del Instituto de Filosofía, los días 27 de enero y 6 de febrero del 2015 (Inédita).

[8] Juan Marrero: “Carlos Rafael Rodríguez, un cabal periodista”, Granma, viernes 24 de mayo de 2013, pp. 4-5.

[9] “La urna con los restos fue colocada en el espacio funerario diseñado por el arquitecto Oscar Rodríguez, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, tras salvas de fusilería y los acordes de la Banda de Música del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Durante las conclusiones del acto central por el centenario, realizadas posteriormente en el Teatro Tomás Terry, el doctor Eduardo Torres-Cuevas lo calificó como uno de los más potentes cerebros intelectuales del siglo XX cubano, quien aquilató con gran claridad lo que representaba una revolución como la cubana”. Granma, Ed. Cit., p.2

[10] Ramón Barreras Ferrán: “Ancho de cultura y talento”, Entrevista con Carlos Martínez Salsamendi, Trabajadores, lunes 20 de mayo del 2013, p. 3.

[11] Dianet Doimeadios y Ana Álvarez: “Nuestra Isabel Allende: Cuando se vulnera la dignidad se acaba la diplomacia”, Cubadebate, 20 de diciembre de 2019. Dirección URL. http://www.cubadebate.cu/especiales/2019/12/20/nuestra-isabel-allende-cuando-se-vulnera-la-dignidad-se-acaba-la-diplomacia/

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