Carmina Burana, la puesta en escena total

Marilyn Garbey Oquendo
27/12/2017

Miguel Iglesias es director de Danza Contemporánea de Cuba, una de las agrupaciones más reconocidas en el panorama mundial en estos momentos. Su presencia en los más exigentes escenarios corrobora la calidad de sus bailarines y la certeza de su estrategia de trabajo. Para cerrar el 2017 presentaron Carmina Burana en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

La puesta en escena de Carmina Burana se estrenó hace casi diez años en el Auditorio Nacional del DF mexicano. ¿Cómo fue posible tejer los hilos para que subiera al escenario habanero?

Siempre tuve el deseo de presentar la obra en Cuba, donde hay tanta calidad artística, donde tenemos a nuestro público. Pero aquí es muy difícil, a veces,  hacer las cosas que uno quiere porque se pasa mucho trabajo para trabajar. Todos quieren que las cosas cambien para bien, pero cuando te toca atender a otros no siempre lo haces correctamente. Para mí no hay nada más importante que Cuba y los cubanos, por eso quería hacerla aquí lo más cercano posible a lo que habíamos hecho en México, pero era costosa la producción. Soy miembro del Consejo Nacional de la UNEAC y, en una de sus reuniones, me encontré con Orlando Vistel, en ese entonces Presidente del Instituto Cubano de la Música, y con Enrique Pérez Mesa, director de la Orquesta Sinfónica Nacional. Este último preguntó: Cuándo hacemos algo juntos. De inmediato respondí: Carmina Burana. Vistel se enamoró de la idea y Rafael Pérez-Malo también, en su condición de presidente del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, nos apoyó en todo. En principio hablé con Bárbara Llanes pero ella no podía, luego se lo propuse a Milagros de los Ángeles y ella trajo al tenor, su antiguo alumno, un joven de 20 años, Harold López Roche. Fue muy bueno trabajar con ellos. Ulises Aquino es mi hermano y me apoyó desde que le hablé de la idea. Digna Guerra llegó con el Coro Nacional y el Coro Nacional Infantil, los niños que fueron como un dulce para todos los que intervenimos en la puesta en escena.

Todos se enamoraron de la idea, incluidos los técnicos, pero no fue hasta el primer ensayo en que vieron el escenario con las pantallas, con los músicos y bailarines en sus puestos, que no se dieron cuenta de la dimensión de lo que estábamos haciendo. Todos estaban expectantes, pero no imaginaban el alcance cultural que tuvo Carmina Burana. Cada uno jugaba un rol y sin que cada uno lo hiciera bien no era posible lograrlo. Ver el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso con gente en los pasillos los tres días de funciones fue una sorpresa para todos. Por allí pasó mucha gente de la danza, la música, el teatro, la política. Aurora Bosch, Carlos Acosta, Frank Fernández, Johannes García, Isidro Rolando, X Alfonso, Santiago Alfonso, Viensayg Valdés, Regina Balaguer, Miguel Barnet, Ignacio Ramonet, Maricel Godoy, Miguel Cabrera, Rosario Cárdenas. Fueron el Ministro de Cultura y el Vicepresidente del país. Todos se conmovieron con lo que vieron.

Fue extraordinario ver en escena juntos a talentos de diferentes manifestaciones, lo cual se agradece.

La temporada concluyó el 17 de diciembre, el día de San Lázaro. No soy religioso aunque estudié en una escuela de curas, creo que de ahí viene mi ateísmo. Organicé una fiesta, quería que nos despidiéramos armónicamente. Mucha gente que fue parte de la compañía y que vino a la función también se sumó a la fiesta. Los miembros del Coro agradecieron que los hubiera convocado, Ulises estaba feliz. Alejandro Banegas fue el vínculo entre la Sinfónica y la compañía, a su padre Joaquín le agradezco me enseñara el sentido de la disciplina, que tuve que aplicar con rigor durante el montaje. Los niños fueron ejemplo para los mayores, y fueron muy disciplinados y muy profesionales. Tuve que pedirle prestado el vestuario del coro a los mexicanos, eran muy chiquitos y apenas le servían.

¿Por qué solo tres días en escena para una obra que requirió tantos  esfuerzos?

En esa semana estaba programada Danza Contemporánea de Cuba en el Gran Teatro. Imagínate que querían hacer cambios eléctricos en la zona y hablé hasta con el Director de la Empresa Eléctrica. Es costosa la producción, pero en otro momento volveremos a hacerlo, y juro que me pondré más pesado de lo que soy habitualmente con todos los implicados en el montaje.

Danza Contemporánea de Cuba está entrenada para trabajar con coreógrafos de diferentes estéticas, en diferentes escenarios. Cómo fue la relación de los bailarines con los otros creadores.

La puesta en escena fue más lenta aquí. Quiero un bailarín con gran calidad de movimiento como Usaín Bolt, con capacidad de pensamiento y cuestionamiento como Albert Einstein, con gran voluntad para trabajar como la de Fidel Castro y con sentimientos como los de William Shakespeare. Les dije: “sigan el ritmo de la música, oigan los cuerpos, ese es su reto. Están bailando aquí, no en México”.

Quisiera saber cómo se originó tan ambicioso proyecto

En los años 70 yo bailé Juegos profanos, una coreografía de Iván Tenorio, con el Ballet de Camagüey, inspirada en Carmina Burana, pero empezó el quinquenio gris y tuvimos dificultades para hacerla. Luego Iván lo rebautizó como Cantata, quería borrar las diferencias de sexos entre los bailarines, no quería se distinguieran por esa razón en escena, quería que todos se vistieran igual y todos llevaran el pelo largo. Desde aquel instante yo me enamoré de esa obra, esos cánticos goliardos a los que Carl Off puso música que hoy en día es una de las composiciones sinfónicas más famosas.

Heriberto Cabezas me dijo en el 2008 que una productora mexicana averiguaba si alguna compañía cubana tenía montada Carmina Burana y yo le dije que sí, que éramos nosotros. Hicimos un equipo de mucha gente talentosa. En ese momento George Céspedes había hecho algunas obras en las que, por herencia de sus padres que son físicos-químicos, tenía grandes habilidades para proyectar grandes movimientos en el espacio. Creía que estaba preparado para trabajar con 40 bailarines y hacer un buen diseño espacial efectivo. Erick Grass hizo el diseño escenográfico y Vladimír Cuenca el de vestuario. Manolo Garriga trabajó las luces y Nelson Navarro las imágenes fílmicas. Se sumó un coro de 100 voces, mexicanos todos, y una orquesta sinfónica internacional. El director de orquesta fue el alemán Leo Kramer con solistas mexicanos, cantantes de ópera radicados en Alemania. El equipo cubano se reunía varias veces en la semana y trabajamos mucho en la idea que queríamos compartir con el público. Si los monjes goliardos le cantaban a la vida, si estaban en contra de la represión de los placeres por parte de la Iglesia Católica, si se oponían a la Inquisición y vendían esos poemas para que la gente supiera que los placeres de la vida eran una bendición de dios, entonces, nuestra puesta en escena sería un canto a la vida. Es un montaje que respeta la circularidad de la pieza musical, son 24 cantos distintos y uno que se repite, el Oh fortune, es el ciclo de vida. Las imágenes transmiten la idea de que el ser humano está destruyendo el mundo, concluye con el pasaje de Adán y Eva, el único momento donde se proyectan imágenes en colores, con la manzana, que era como un recordatorio: estamos a tiempo de salvar a la Humanidad.

El Auditorio mexicano corría a cargo de la producción, nosotros solo llevamos a los bailarines. Nos han acompañado estrellas de la danza como José Manuel Carreño, Rasta Thomas, Hernan Cornejo, Tamara Rojo, Cory Stearns, Annette Delgado, Joel Carreño. Hay que vender las 12 mil lunetas de ese teatro, por eso hay que llevar nombres que el público reconoce y quiere ver.

Danza Contemporánea de Cuba tuvo un 2017 de mucha actividad

En este 2017 hicimos una gira de 18 funciones en el Reino Unido, donde recibimos 4 y 5 estrellas en cada ocasión. Estrenamos Coil, de Julio César Iglesias, y El criterio del camello, de George Céspedes. Inauguramos el Festival Inversión, en Moscú, organizado por el Teatro Bolshoi, y clausuramos el Fall Festival, del City Center de Nueva York. Estrenamos  Equilux, de la escocesa Fleur Darkin, hicimos Carmina Burana en el Auditorio Nacional de México y luego aquí, en el Gran Teatro. Ya comenzamos un montaje a partir de La consagración de la primavera con coreógrafos franceses y ahora mismo Miguel Altunaga, exbailarín de nuestra compañía y miembro de la Rambert Dance en este momento, quien ha coreografiado para Carlos Acosta y está nominado como mejor bailarín en el Reino Unido, está trabajando con nosotros.

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