Querido Juan:

Hermano, de nuevo me da tremendo gusto escribirte, y en esta ocasión por tu cumpleaños 80. Supongo que estés al tanto de cómo se va moviendo el escenario de la música bailable actual, pues siempre estabas preocupado por la mejor evolución de las nuevas orquestas, y elogiabas a las que iban marcando el paso, como es el caso de Havana D’Primera y Alexander Abreu.

“La significación de los Van Van para el cubano adquiere una impresionante dimensión”.

Recuerdo aquella entrevista que te hice sobre el Grammy a la Excelencia que te entregaron, y hablaste muy bien de Havana D’Primera. Precisamente hace poco esta orquesta se presentó junto a Van Van en Miami, y acabaron. No dejaron na’ pa’ nadie. Fue tremenda la respuesta del público allí reunido.

Los Van Van están muy bien. Tampoco te equivocaste con Samuelito. Sabías que ese era tu relevo natural.

A propósito de tu cumpleaños 80, te pido permiso para proponer un concepto que te comento por primera vez. Se trata de cómo podríamos nombrar esa reacción que experimentamos los nacidos en esta tierra cuando escuchamos la música de los Van Van; contagiosa e inigualable reacción. No hay que ser musicólogo ni reconocido crítico, simplemente cubano, para saber que es verdad lo que te estoy diciendo. Todo el mundo sabe que llegó un momento en que cada vez que Van Van sacaba un disco nuevo, ello se convertía en un acontecimiento a nivel nacional. Era preciso hablar personalmente con los directores de los programas de radio para que no te quemaran a la vez todas las canciones del nuevo fonograma.

La jugada es todavía más compleja, porque tú sabes que en cualquier descarga que se organizaba entre amigos hasta que no se pusiera un disco de los Van Van nadie salía a bailar, sonara quien sonara. La significación de los Van Van para el cubano adquiere una impresionante dimensión cuando en una calle del municipio santiaguero de San Luis aparece pintada de forma anónima la memorable frase: “Van Van es la patria”. Esa sensación de plenitud espiritual máxima provocada por una música que sentimos tan nuestra —como también podría ser el sabor de los frijoles negros o el inequívoco toque de la clave en el son— merece ser estudiada. La sensación de compartir la sangre de uno como la savia de todo un pueblo, a través del exquisito sabor del songo y de la timba dura, necesita ser explicada. Por tal motivo, propongo nombrar semejante experiencia existencial del cubano como vanvanerismo; concepto que, por supuesto, debe ser analizado y discutido antes de ser aceptado como válido o no.

“Cuando Van Van está sonando, en los cubanos se produce un llamado ancestral”

En lo que sí coincidiremos todos es que tanto los musicólogos como los críticos hemos dedicado horas de nuestra profesión a explicar ese bienestar generalizado cada vez que escuchamos un disco de los Van Van. No importa de cuál época es el disco. No importa si es con Pedrito, con Robertón o con Yeni. ¡Son los Van Van, man! Y cuando esa orquesta suena, cuando Van Van está sonando, en los cubanos se produce un llamado ancestral donde quedamos alegremente hipnotizados por la cadencia típica de ese tumbao; hechizo al cual no podemos dejar de responder, ya sea bailando o sencillamente disfrutando de su escucha. No importan tampoco el color de la piel, la procedencia social, la profesión o el sexo. Todos somos uno en esta convocatoria del sano orgullo de saber que los Van Van son nuestros, son cubanos.

Juan, mi hermano, no podemos dejar que este concepto devanvanerismoque tepropongo sea efectivo solo en fechas específicas, pues estos fenómenos socioculturales —como es el caso de los Van Van— son hechos exclusivos de un momento histórico determinado, y por lo tanto, no podemos dejarlos pasar por alto. Es más, si es cierto que la música une a los pueblos, y si además es cierto que la música de los Van Van une a diferentes generaciones de cubanos, no dejemos que esos discos acumulen el polvo del baúl de los recuerdos, ya que, en el tiempo del Universo, el primer disco de los Van Van fue prácticamente grabado hace tan solo minutos.

“Que suenen los discos de Van Van de todos los tiempos”

No caigamos en la trampa dominante del mercado, donde aparentemente lo que merece ser promovido es lo último que ha salido a la venta. De acuerdo con esta forma de consumir música, incluso la de ayer ya es vieja, por lo tanto, no nos sirve y se saca del juego. Ignoremos esa manía fatal. Que suenen los discos de Van Van de todos los tiempos, pero que suenen, y mucho, en todos nuestros medios. Comprobaremos cómo el término de vanvanerismo encierra la síntesis de un concepto de importancia cardinal para la identidad de la nación, pues mantiene unido y feliz al pueblo cubano bajo los acordes de la música de tu afamada orquesta.

Bueno, Juan, nunca antes te había escrito tanto, pero tú tampoco habías cumplido tantos años como ahora. El pueblo te sigue queriendo como siempre. Pronto te escribo de nuevo para ver qué pasó con todo este rollo que he creado sobre el vanvanerismo.

Muchas felicidades en tus primeros 80.

Fuerte abrazo.

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