Carta Abierta a Pedro El Gordo

Guille Vilar
5/6/2020
El inolvidable flautista del grupo Moncada. Foto: Cadenahabana
 

Hermano Pedro:

De nuevo me agobia la certeza de que uno de mis amigos parta sin haber tenido tiempo para expresar cuanto le quería. El hecho de que nos conociéramos desde finales de los años 70, me hizo creer como que ya todo estaba dicho porque solo de cruzar con tu inteligente mirada en la escena, era evidente que las cosas andaban bien por el grupo Moncada. Pero mira, ahora voy a decirte algo que no me hubiera atrevido antes porque así somos de tímidos los seres humanos.

La primera, es que en todo grupo musical tiene que haber alguien que funcione como una especie de imprescindible contrapeso entre las diferentes tensiones aportadas por los otros integrantes del grupo. Y en el Moncada, ese hombre eras tú. Quizás me haga entender mejor, si te digo que tú has sido para el grupo Moncada lo que Ringo fue para Los Beatles. Es cierto que Ringo no tenía la impronta dominante de Lennon, ni el lirismo de McCartney como compositor y mucho menos el dominio del misticismo oriental de Harrison, pero sabían que podían contar con él porque siempre estaba ahí. Y siempre estaba ahí no solo como el excelente batería para sus canciones sino por la sensibilidad humana que distingue al famoso músico británico. Tu nunca pretendiste tener el carisma del cantante solista del grupo y tampoco el sello mediático de algún que otro virtuoso instrumentista, pero la sobria y asentada imagen de tu quehacer en la escena, me confirmó en más de una oportunidad que eras el recio roble del Moncada al que todos acudían, lo mismo por alguna inquietud musical que para solicitar tus consejos en cualquier conflicto humano.

De todas las ocasiones en que he coincidido con el grupo, y tú sabes que son unas cuantas, nunca encontré en ti a una persona quejumbrosa como si le diera igual tocar hoy a que se suspendiera la función prevista. Siempre nos iluminaste con la única luz que podías entregar: la que desprende un hombre realizado, orgulloso de haber tomado el camino como músico del Moncada durante 48 años y que nada ni nadie, te podría alejar de semejante empeño. Y por eso, mi hermano, con profundo respeto y admiración te reitero que cada vez que el Moncada suba a la escena, serán muchos los que te veremos ahí mismo, con la franca y esplendida sonrisa esperando el momento de hacer tu parte, esa que aportaste a la conformación del sonido integral de una agrupación emblemática de la música cubana contemporánea.

Descansa en paz, hermano querido.

Un fuerte abrazo.

 

Nota:

Cuando en Cuba, una figura pública es bautizada con algún apodo por el pueblo, esta pierde su nombre al asumir orgullosamente tal reconocimiento. Y por supuesto que Pedro Trujillo, no puede ser otro que Pedro El Gordo, uno de los integrantes del grupo Moncada.