Centro Promotor del Humor hace homenaje al punto cubano

Bárbara H. Tápanes
21/11/2018

El punto cubano es una de las manifestaciones músico-literarias representativas de las tradiciones culturales de nuestro país. Se tiene conocimiento de que desde el siglo XVIII se practica en Cuba, y tiene gran arraigo en todo el país, aunque con mayor énfasis en las provincias occidentales y centrales. Múltiples son sus cultivadores, tanto en el campo como en ciudades. Con estos antecedentes a su favor, en el año 2012 fue proclamado Patrimonio Cultural Inmaterial de la nación cubana y en el año 2017 fue incluido en la lista de la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Sin embargo, ¿la divulgación de esta manifestación de nuestro folclor es suficiente?

Frecuentemente, cuando se habla de folclor, al menos en Cuba, muchos obvian el punto cubano y se limitan a aquellas expresiones músico-danzarias de la cultura afrocubana, que sí cuentan con amplia difusión en los medios masivos de comunicación, amén de otros espacios como teatros, casas de cultura, entre muchos. ¿Y qué pasa con el punto cubano?


El punto cubano es una de las manifestaciones músico-literarias representativas de las tradiciones culturales de nuestro país. Foto: Radio Bayamo
 

Si analizamos la parrilla de la Televisión Cubana, el único programa que dedica parte de su hora de trasmisión al repentismo en todas sus variantes, es “Palmas y Cañas”, —por cierto, el programa más antiguo de televisión en el mundo— una vez a la semana. Decimos parte, puesto que también se le dedica tiempo a la música mexicana –que disfruta de gran aceptación- en numerosas ocasiones. En la radio hay espacios que también difunden esta manifestación folclórica, pero la radio, es sabido, no tiene la misma aprobación en la actualidad que la pantalla chica. Si comparamos los espacios dedicados a otras manifestaciones musicales cubanas y extranjeras, el mayor peso lo tienen la fusión, la canción, la trova, el rock…

Recientemente, se realizó la puesta en escena en el teatro Karl Marx, de la capital, del espectáculo Fina trampa, parafraseando el nombre de la novela brasileña en pantalla Fina estampa.

Muchos espectadores buscaban una parodia a la novela, al estilo de las que realizaron en los años 80 en ese mismo escenario Virulo, Carlos Ruiz de la Tejera y otros muchos. Y salieron decepcionados. ¿Por qué? Porque, aunque en esta ocasión fueron humoristas actuales conocidos por el público y de probada calidad, pertenecientes al catálogo del Centro Promotor del Humor, realmente urdieron una “fina trampa” para homenajear al punto cubano. Para ello se sumaron al espectáculo dos indiscutibles figuras del folclor campesino: la repentista Tomasita Quiala y el laudista Edwin Vichot, quienes estuvieron respaldados por Pagola la Paga. Llamó mi atención que, a pesar del virtuosismo de este instrumentista, más que probado en sus apariciones públicas y mediáticas, no fuera casi reconocido por los aplausos del público. Pocos conocían a Vichot.

En el caso de Tomasita, figura que cuenta con el aval de la calidad de sus improvisaciones, y de la simpatía que manifiesta, en este caso enfocadas hacia ese doble sentido que tanto disfrutamos —doble sentido alejado de la vulgaridad— y del que hay múltiples evidencias en la cultura cubana, hubo mayor reconocimiento por parte de los asistentes al teatro. Pero no el suficiente, según mi punto de vista. 

También opino que una revisión del guión no estaría mal. Un espectáculo, por bueno que sea, no debe durar 2 horas 20 minutos. Reducir 20 minutos como mínimo, en los monólogos (el del Habanero fundamentalmente y también en la introducción de Flor de Anís) y en el dúo del Habanero con Pantera, sería saludable.

De todas formas, considero que son más los aciertos de este espectáculo que los desaciertos, pues resulta de un notable valor esta conjunción de nuestros humoristas con el punto cubano, exaltado por Kike Quiñones al finalizar las presentaciones.