¿Sabe usted qué es el ritmo “pujuaté”, quién fue su creador? ¿Cómo se concibió y qué impacto tuvo o pudo haber tenido en la música cubana?

Viajemos a La Habana de los años sesenta. Para ser más exactos al año 1967. El escenario es el cabaret Caribe, situado en el lobby superior, o mezzanine, del hotel Habana Libre. La orquesta base del espectáculo es la Riverside, el segundo show corre a cuenta de la orquesta del músico guantanamero Elio Revé Matos. Pensemos que es el mes de septiembre de ese año y que unos días antes Revé había convocado a un nuevo director musical; y no porque dudara de la capacidad del anterior, que era el pianista de la orquesta y respondía al nombre de César Pedroso.

El nuevo miembro de la orquesta es un bajista, antes había trabajado con la orquesta Riverside, contaba con cierto aval como compositor y arreglista y cargaba en sus alforjas de sueños ideas musicales interesantes. Su nombre, Juan Formell.

César “Pupy” Pedroso y Juan Formell. Imagen: Tomada de Juventud Rebelde

Hasta ese momento el trabajo de la orquesta giraba alrededor del ritmo changüí, una variante primigenia del son propia de Guantánamo y que el pianista (Pupy) había ido conceptualizando, trabajando desde una perspectiva más cercana al sonido del conjunto sonero, del que tenía fuertes influencias debido a su formación. En los dos años que estuvo como director musical de la orquesta, con apenas 21 años, había logrado incorporar un estilo pianístico interesante con el cual había dado una nueva dimensión a la orquesta, lo que la estaba acercando nuevamente al bailador. Ciertamente el changüí para el bailador habanero de la época era música antigua.

Mientras Pupy era ferviente devoto de la tradición sonera, pero abierto a toda influencia musical posible, Formell estaba fuertemente influenciado por el rock y algunas corrientes musicales en boga en esos años

Contra toda previsión, la entrada de un nuevo director musical no generó ni contradicciones ni fisuras en la orquesta —aunque no habían trabajado nunca juntos, sí tenían en común el haber coincidido en diversos escenarios, sobre todo dentro del mundo del cabaret—, al contrario, entre ellos se estableció cierta complicidad humana, pero sobre todo musical. Y además, tenían como amigo común al baterista Blas Egües, que formaba parte de la orquesta Riverside en ese entonces.

Mientras Pupy era ferviente devoto de la tradición sonera, pero abierto a toda influencia musical posible, Formell estaba fuertemente influenciado por el rock y algunas corrientes musicales en boga en esos años; influencias de las que había dado ya muestras en sus trabajos previos, sobre todo al proponer el ritmo “shake” y que encontró en la voz de Elena Burke su principal promotora.

Conocidas son las transformaciones que hace Formell en la orquesta Revé, que era una charanga; pero sus propuestas fueron más allá y decide experimentar con una variante musical en la que la percusión y el piano combinan elementos del rock y el jazz; así como le digo: rock y jazz acercándose al son, pero dentro de la perspectiva de una charanga. En ese primer intento musical convocó a Cesar Pedroso y a Blas Egües, dejándole cierta libertad creativa y apostando a su intuición —que no era más que el resultado de sus estudios, en parte empíricos, de la teoría dodecafónica que le transmitió su padre—, agregó la voz del cantante Dandy Crawford, que se movía dentro del jazz y el twist para completar su idea musical. El resto del acompañamiento estaba soportado por dos violines, una flauta y percusión cubana; pero el peso recaía en el piano y la batería de Blas Egües.

Aquella propuesta, que no pasó de unas grabaciones en los estudios Areíto y una breve difusión en la radio, llevó por nombre pujuaté. Y aunque se quedó detenido en el tiempo, parte de su estructura musical fue trasladada a lo que se conocería como changüí 67 y 68, cuyo primer ejemplo será un tema llamado La flaca; uno de los primero éxitos que llamó la atención de los bailadores jóvenes con relación al trabajo de la orquesta. Aquel sonido, a medio camino entre el sonido de las charangas, el jazz y ciertos aires del rock era toda una novedad dentro de la música popular cubana, que por aquel entonces se enredaba en una larga carrera por encontrar nuevos ritmos, sobre todo tras la fuerza que tuvo el ritmo Pacá, creado por el guitarrista Juanito Márquez, a la sazón uno de los padrinos musicales de Formell en esos años.

El resultado de esta lógica evolución de las ideas musicales de Formell terminó llamándose songo, y en ellas estuvo siempre
el talento y la visión de César Pedroso en el piano. Imagen: Tomada de Trabajadores

En la medida en que Formell iba desarrollando sus ideas musicales en función de la orquesta Revé, la posición del piano se iba fortaleciendo en su concepción del son, y en cada uno de los arreglos que fue proponiendo agregaba nuevas ideas que después desarrollaba Pupy Pedroso de forma magistral; ideas en las que la tradición iba cediendo paso a un lenguaje de vanguardia si se quiere.

Uno escucha los temas de esa época, grabaciones que nunca más se han reeditado y que las emisoras de radio no suelen trasmitir, se podrá tener una idea de cuanto se había alejado el sonido de la orquesta Revé de aquel que la definiera en los finales de los años cincuenta y cómo estaban incidiendo en el gusto del bailador y de algunos músicos de la época. Época en la que coincidentemente Chucho Valdés con su combo transitaba caminos novedosos.

Pero se debió esperar a que en 1968 ocurriera la fractura de la orquesta Revé para que Formell lograra retomar aquellas primeras ideas del pujuaté y comenzara a reelaborarlas. Nuevamente en esta primera etapa estaban a su lado Pupy y Blas Egües, y para llevarlas al público la voz de Miguel Ángel Rapsal, El Lele, que provenía del mundo del rock.

Conocidas son las transformaciones que hace Formell en la orquesta Revé, que era una charanga; pero sus propuestas fueron más allá y decide experimentar con una variante musical en la que la percusión y el piano combinan elementos del rock y el jazz (…) En ese primer intento musical convocó a Cesar Pedroso y a Blas Egües

El resultado de esta lógica evolución de las ideas musicales de Formell terminó llamándose songo, y en ellas estuvo siempre el talento y la visión de César Pedroso en el piano, tanto que en el año 2014, tras la muerte de Formell, Pupy retomó algunos de estos temas del ritmo pujuaté y las vistió con el ropaje del son, pero sin perder aquella sabrosura inicial; sin proponérselo, anunciaba al mundo de la música cubana quien era el abuelo del songo; con una salvedad, aquellas ideas musicales, en el caso de la percusión, fueron llevadas a su clímax por el talento y la habilidad de Changuito en la batería y las pailas.

Por su parte, Pupy continuó llenando espacios en la música cubana, y en algunos de sus temas —con su posterior formación, Los que son son—, aparecen de soslayo algunas de esas ideas que en los años sesenta del pasado siglo anunciaron que la música cubana estaba buscando su propia voz para terminar el siglo.

Tal vez hoy, en vez de hablar de songo, estaríamos hablando de pujuaté, o quien sabe de qué otro ritmo… tal vez el tipo… timba con pop… y el nombre de Pupy Pedroso estaría igual entre quienes más le habrían aportado.

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