Changuito el misterioso celebra sus 70’

Rafael Lam
11/4/2018

En Cuba han existido, entre muchos, otros percusionistas que residieron en el exterior, muchas estrellas: Mongo Santamaría, el Patato Valdés, Orestes Vilató, Candito Camero, Walfredo de los Reyes, Carlos Vidal Bolado. Pero, en La Habana, hay que hablar de tres percusionistas de marca mayor, de grandes ligas: Chano Pozo, rey de las congas; Tata Guines, estrella de la tumbadora y José Luis Quintana “Changuito”, rey de las pailas.

Changuito cumplió años el 18 de enero, no hubo fiesta grande, unas cervezas heladas (frías) y masitas de cerdo. El pailero mayor pasó la raya de los sesenta años de vida profesional. Cuando se hable de Premio Nacional de la Música, hay que recordar a los grandes.


Changuito, José Luis Quintana Fuentes (La Habana, 1948), ganador de tres premios Grammy,
es uno de los más célebres percusionistas que ha dado Cuba.
Foto: Cancioneros.com
 

Changuito, ¿dónde comenzaste en la música?

Empiezo a tocar influido por el ambiente en mi casa, mi papá era músico y ya a los cinco años yo estaba metido en la percusión, también me ayudó mucho Roberto Sánchez Calderín, formaba piquetes con mis amigos, estuve en el grupo Cabeza de Perro, y ya en 1956 responsablemente sustituía a mi padre en la orquesta del cabaret Tropicana y en la Orquesta Habana Jazz. Cuando aquello se empezaba temprano. Le hice una suplencia a mi padre en el cabaret Tropicana.

¿Después de esas experiencias qué hiciste en todos estos años, antes de 1959?

Estuve trabajando con la Orquesta de Gilberto Valdés, Quinteto José Tomé, Artemisa Souvenir, Habana Rítmica 7.

¿A partir de 1959 qué haces?

Comencé con el grupo Los Bucaneros que, en aquellos tiempos tenía mucha aceptación del público joven. Acompañé al dúo de Mirtha y Raúl, trabajé con la Orquesta de Música Moderna de Pinar del Río.

¿Hay una etapa muy intensa dentro del jazz con el maestro Felipe Dulzaides?

Dulzaides tenía oficio, muchas ideas y gracia para el jazz a lo cubano; con ellos aprendo los secretos que el jazz también tenía, influencias del rock and roll y el pop, en la etapa con Los Llopiz-Dulzaides, había un repertorio enorme. En Los Armónicos, estuve de 1964 a 1967, una experiencia muy útil. Alterné con amigos de juventud: Ahmed Barroso, Carlos del Puerto, bajista de Irakere, Rembert Egues y Tony Valdés en la percusión después. Por el grupo de Dulzaides desfilaron casi todos los prospectos del jazz cubano. Por cierto, es Felipe quien me bautiza con el sobrenombre de Chango.

¿El Grupo Sonorama 6 fue un hito en tu carrera?

En 1967  nos unimos  en Sonorama 6: Rembert Egues, Martín Rojas, Eduardo Ramos, Carlos Averhoff y Enrique Plá; de ahí salieron músicos para el grupo Irakere, para el Movimiento de la Nueva Trova y el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. Acompañé al trovador Silvio Rodríguez en su primer disco en la emisora Radio Liberación.

¿Changuito, hablamos de tus libros?

Tengo escrito un libro llamado La mano secreta, que es un material muy útil, donde demuestro la importancia en la percusión de la mano izquierda, llamada “secreta”. Se va a comercializar en todo el mundo por la Peer de Europa.

¿Anteriormente habías publicado otro libro sobre la percusión?

Publiqué el libro Of Master, dedicado al timbal, publicado en Los EE.UU. por la Modern Drum para la Warner Bross. En otros tiempos no consideraban la profundidad de la percusión, hay en ella muchos secretos, ella está apoyada en la clave que hay que dominar, tenerla interiorizada. Es mucho mejor si proviene desde las edades tempranas.

¿Qué tipo de trabajo has hecho en los últimos años?

Yo trabajo solo, de acuerdo a las peticiones que me hacen para grabar algún disco o hacer alguna presentación especial, en Cuba o en el exterior.

¿Me imagino que tienes interés en formar una Escuela Cubana Internacional de la percusión, Mayito Rivera también  tiene esa idea?

Tengo el deseo de tener mi propia escuela, mi nombre es una marca que se puede aprovechar y dar frutos comerciales, necesario para las escuelas de arte. Tengo proposiciones en otros países como Brasil y Colombia donde se mueren por nuestra música, sin embargo en Cuba no encuentro resonancia, apoyo alguno. La Habana Vieja, cuna de la percusión cubana (la conga y la rumba) es el lugar ideal, con el dinero que se recauda cuántas cosas podríamos hacer. Si nosotros no vendemos lo que tenemos de grande y de importante, lo vende otro. Como en el béisbol, la que no hagas, te la hacen a ti.

Tu gran momento llega con Los Van Van en 1969, me dijo Blasito Egües que fue quién te propuso para la orquesta


El percusionista en su etapa con Los Van Van. Foto: La Jiribilla
 

Desde mi etapa en el Ejército Formell estaba en la Banda de la Policía. A mi salida en 1964 ya lo conozco en los clubs donde nos veíamos. En realidad el primer baterista de Los Van Van fue Blas Egües “Blasito” (hermano de Richard Egües), quien  participó en el ritmo songo, un género registrado por Juan Formell. Juanito era el contrabajista, pero tenía gracia para hacer ritmos. Me orientó  la línea ritmática, pero como percusionista al fin, con el tiempo fui haciéndole algunos aportes, introduciendo platillos y ampliando el set. Por supuesto que el percusionista es quien va modelando y llevando el ritmo, como decía el propio Formell. Yo comencé en la banda con batería, después tuve una etapa en la que aplico tom tom de pie, bombo, cencerro y platillo de aire con las campanas, íbamos evolucionando, haciendo cambios, aportes, la música moderna es así.

Habla del songo, ¿hay diversos momentos con el formato de la base ritmática de Los Van Van?

Formell inventó para el bailador un ritmo muy cadencioso, estable, que José Luis Cortés le llama una “salsa tonta”. Eso con el tiempo ha ido cambiando. En mi etapa no abusaba del platillo, solo utilizaba uno. Solo un break y manteníamos el ritmo constante. En la segunda etapa del “songo”, sustituyo la batería y utilizo el timbal, tom tom de pie, bombo, cencerro y platillo de aire. Cuando Mirtha Medina hacía cosas con Los Van Van, vuelvo a retomar la batería haciendo más el beat.

¿Te retiras de Los Van Van en 1992, qué pasó después, cómo manejas tu vida, cómo mantienes el entrenamiento?

Dejo de trabajar en Los Van Van el 21 de enero de 1992, hago una especie de refugio en mi reparto Guiteras, al este de la ciudad. Practico la percusión en la madrugada, costumbre de músico; pero duermo toda la mañana. Uno de mis cuarteles generales fue el centro Sofía, en La Rampa (23 y 0), donde me aprecian mucho. Mi vida es rutinaria, trato de cuidarme lo más que puedo. Soy bastante solitario, es por eso que Pedrito Calvo me puso “El misterioso”. En determinados momentos me dedico a realizar presentaciones especiales y discos en Cuba y el exterior. Aunque en Cuba no le dan importancia a mis aportes, he ganado tres Grammy. El primero en 1998, CD Havana, grabado por Roy Hargrove y su banda Crisol. En ese disco participaron Chucho Valdés, el fallecido Miguel Díaz “Angá”, y Horacio Hernández “El Negro”. El segundo Grammy fue en el 2001, CD La rumba soy yo, de la firma Bis Music. El tercero en el 2004 con Diego El Cigala y Bebo Valdés, CD Lágrimas negras, muy elogiado por el diario The New York Times. En 1996 soy nominado para el Grammy por el disco Ritmo y candela, grabado en San Francisco, California, con los percusionistas cubanos Carlos Valdés “Patato”, Orestes Vilató, la pianista  Rebeca Mouleón y el saxofonista Enrique Fernández. También ofrecí clases magistrales a muchas grandes figuras, una de ellas a Luis Enríquez, el cantante nicaragüense, quien es muy buen percusionista.

¿A qué músico y cantante has acompañado?

He acompañado a Michel Legrand, Tito Puente, Airto Moreira, Diego El Cigala y Giovanni Hidalgo, entre muchos otros.

¿Cómo va la percusión cubana?

Cuba es la potencia más grande de la percusión de América, la mantenemos en barrios, grupos de rumba, congas de carnavales. La fuente musical no baja. Ahora, con  el Boom de la Rumba, la percusión sube más. Hay una serie de jóvenes que ya triunfan por el mundo. Aunque debo decirte que hay que seguir estimulando el dominio del timbal y el bongó, instrumentos muy típicos de Cuba, esa es la tradición que hay que proteger en las escuelas y en los formatos instrumentales cubanos.

¿Tienes algún lema?

Los genios no han subido a la escena.