Cienfuegos, ciudad verdeazulada

Magalys Chaviano Álvarez
22/4/2019

Luna, cienfueguera luna,
alma eres sobre el mar…,
mira cómo viajan, los camaroneros,
a encender luceros, en el litoral…

Fragmento de la canción “Luna Cienfueguera”,
José Ramón Muñiz Carballo.

 

Cienfuegos es azul y verde, huele a mar y todo su entorno es marinero. Fundada el 22 de abril de 1819 en torno a un árbol de majagua, en el sitio que ahora conocen los pobladores como el Parque Martí —centro histórico urbano declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco—, es una de las ciudades más jóvenes de Cuba.

Algunos historiadores reconocen que el objetivo de la Corona Española, al fundar la Fernandina de Jagua, era el de blanquear la sociedad cubana. Pero más allá de los antecedentes históricos de una ciudad afrancesada, aunque los padres fundadores estuvieran establecidos en la Luisiana, Cienfuegos deslumbra por su belleza de arquitectura ecléctica, sus calles amplias y rectas de trazado neoclásico, así como por una filosofía que distingue a su gente y que llaman cienfuegueridad, una especie de relación establecida entre los moradores y la urbe.

Trazado urbano y Bahía de Jagua. Fotos: Julio Larramendi
 

Un diálogo entre tradición y modernidad complementa esta filosofía que distingue a los pobladores de la capital provincial, situada al centro-sur de la Isla grande. Y es que de alguna manera los cienfuegueros son hiperbólicos cuando de calificar como bella e inigualable a su ciudad se trata.

Entre el numeroso sector de rellollos que la veneran y magnifican, al punto de que sus amigos le reconocen como el presidente de los cienfuegueros rellollos, se cuenta el Dr. Alfredo Darío Espinosa Brito. En torno al tema de la cienfuegueridad y si la considera o no una característica, comenta:

“Modestamente pienso que Cuba es, a la vez, una mezcla sui generis y un gran crisol de culturas, lo que, en el caso de Cienfuegos, se expresa con características especiales. Aquí podemos encontrar un rico y atropellado collage —en el tiempo y en nuestro espacio— a Maroya, Guanaroca, Caunao, al Padre Las Casas, el indio Juan, Mari Lope, la Dama Azul, Don Luis De Clouet y sus colaboradores, Tomás Terry y sus contemporáneos, la bahía, el puerto, el ferrocarril y las lomas, la Sociedad Filarmónica, el primer Colegio Médico de Cuba, imprentas y periódicos, nuestros generales de la Independencia (desde Jolé al general Candela) y sus tropas, Luis Pernas, el Jardín Botánico de Soledad y el primer ingenio azucarero americano, el tercer Obispado del país, la primera escuela de enfermeras fuera de La Habana, el Observatorio de Montserrat, Alfredo Méndez, huelgas y congresos obreros, grandes músicos y trovadores (Eusebio Delfín, Loyola, Marcelino Guerra, la orquesta Aragón, Benny Moré, José Ramón Muñiz y su Luna Cienfueguera), Enrico Caruso en el Teatro, Luisa Martínez Casado y Arquímides Pous, la rumba de cajón, los bembés, el Ateneo, Radiotiempo…
“Los colegios y las escuelas (públicas y privadas, laicos y religiosos, con un amplio diapasón, pero todos dignos de recordar), el Cienfuegos Baseball Club (campeón con Marrero al frente) y el Club Cienfuegos de pelota profesional (único equipo con nombre de una ciudad fuera de La Habana), las Regatas, el Casino Español, el Yacht Club y Club Minerva (también las divisiones entre blancos y negros en el Prado y en el parque Martí), las Ferias Agropecuarias e Industriales, las Asociaciones de comerciantes, el Sindicato de Carreros y Vendedores de Las Villas, las comparsas de los Chucheros, los Moros Azules y los Príncipes de la Caridad, Bienvenido Rumbaut y Carlos Rafael Rodríguez, Juan Olaiz, Arnaldo Díaz, Julio González Maíz, Florentino Morales y Samuel Feijóo, los consulados de varios países como ninguna otra ciudad del “interior”, el Comité de Instituciones de Cienfuegos —único en su clase— y, finalmente, el 5 de Septiembre, que nos llevó a ser la primera ciudad libre de América Latina, al menos por un día. ¡Maravilloso coctel, primer crisol de nuestra cubanía!”.

“La cienfuegueridad no es un sentimiento ni un sentido de pertenencia, es una actitud ante la vida, ligada indisolublemente al mar, el mar como paisaje, como espacio para la contemplación y el recreo, es sentir que desde cualquier esquina puedes llegar al mar; saber que para construir la agradable zona de Punta Gorda hubo que quitarle un pedazo al mar, y si la ciudad crece, lo hace alrededor de él, así sucedió con Junco Sur. El Malecón es un banco para descansar mirando el mar y es un paseo inolvidable atravesar la bahía. También es música, en cualquier casa cienfueguera hubo un piano, se aprecia en el bien hablar, el buen vestir, siempre mirando a la prosperidad. Es sinónimo de orgullo, donde quiera que estés dejas que cada quien confiese dónde nació; y finalmente levantas la mirada al aire y dices: ‘yo soy cienfueguera’”, afirma la historiadora, investigadora y rellolla, Mirtha Luisa Acevedo Fonseca.

El Castillo de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua preside la entrada a la Bahía de Jagua, una rada de bolsa, con importancia económica. La Fortaleza fue construida entre 1733 y 1745, bajo el mando del ingeniero militar Joseph Tantete Dubruller, y forma parte del sistema de fortificaciones diseñado por la Corona Española para defender a la Isla de ataques de piratas y corsarios. Cuentan que entre quienes se refugiaron en la Bahía está el tristemente célebre pirata Jacques de Sores. Durante la toma de La Habana por los ingleses llegó a concentrar a la mayoría de las fuerzas militares para reconquistar a la capital. Tras las paredes de esta edificación convertida en museo, se esconde la Leyenda de la Dama Azul, notoria en estos lares. (https://cienfuegospatrimonio.wordpress.com/2008/06/22/la-leyenda-de-la-dama-azul/).

Cienfuegos también resulta conocida como la ciudad de las cúpulas, más de 20 en total, un estilo arquitectónico del siglo XIX que hoy reluce en abovedadas terminaciones, entre las que destaca como la más antigua la de la Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción y, como la más joven, la del edificio del reactor de una central nuclear que se quedó a medias cerca de Juraguá, en el litoral.

 Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción.
 

Entre otras singularidades de esta urbe que llega a su bicentenario, se cuentan: el Paseo más largo de Cuba, que ahora incrementa tres cuadras más, el Prado; el único arco de triunfo ubicado en el parque José Martí, pagado por los obreros; las leonas de mármol del Parque Martí, primeras esculturas de la plaza; y las de la Casa de Leones, ubicada en Prado, así como el mayor cementerio jardín, que lleva por nombre Tomás Acea, uno de los benefactores de la ciudad.

Los hermanos Novo, cronistas contemporáneos de la ciudad, a la que le han cantado y dedicado un sinnúmero de canciones, lo expresan a su manera:

Yo soy, yo soy, yo soy
cubano de Cienfuegos, yo soy
Aquí tengo mi lugar
…. mi montaña y mi bahía
mi sol, mi río y mi mar
el Prado y el Bulevar
y el barrio donde nací
… para decir lo que siento
al saber que soy de aquí, de
Cienfuegos

Y es que esta ciudad verdeazulada que llega a los dos siglos, joven, bella y marinera, resulta fuente de inspiración para poetas, escritores y músicos; es musa y modelo, con himno y escudo propios, y en la que el olor del mar te conduce a cada uno de sus rincones más íntimos.

 

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