Ciertos obstáculos que entorpecen el pleno despliegue de la soberanía de nuestro arte

Manuel López Oliva
20/4/2021
Conservar el orgullo nacional en nuestro arte. Foto: Internet
 

1. La no existencia de fuentes de recepción objetivas y destinatarios nacionales (personales, institucionales, empresariales, habitacionales e industriales) que permitan a los artistas generar obras para sus coterráneos, identificadas con estos y estos con ellas mediante sentimientos y experiencias de vida y culturales, de alguna manera compartidos.

2. Tener buena parte del complejo de formación profesional, producción, organización, valoración, promoción y comercialización diseñado según normas, tipologías de artistas, tablas de valores, modos de operar y concepciones institucionales transnacionales, lo que expresa una inevitable entrega y dependencia artística a intereses, solicitudes y enfoques legitimadores foráneos.

3. Aplicar una lógica selectiva, curatorial y museológica de periodizar y fundamentar lo artístico, que calca concepciones matrices al respecto de la Historia del Arte y corrientes estéticas propias de los Estados Unidos de Norteamérica y algunas naciones europeas.

4. Mantener a la cultura artística concentrada sistemáticamente en prácticas limitadas del sector profesional correspondiente, a su específico mercado de exportación, a un crecimiento de los productores y especialistas complementarios (sin amplio y diverso destino para tales expresiones), así como a lo propio de la investigación centrífuga, es decir, del arte hacia el arte mismo; a la vez que se deja de lado la interrelación de lo estético en cuestión con el desarrollo social, el mejoramiento de los espacios públicos, la educación civil que implica también formación de sensibilidad y gusto, y una constante generación de nuevas formas de implicar lo identitario y el humanismo.

5. Persistir en la sustitución del sentido de nación —dentro de los creadores y hacedores de la circulación del arte— por el de mercado externo; cuyas leyes y estatutos de prestigio se convierten en lo más importante para estos, ya sea en ferias, galerías, subastas, premios o colecciones; lo cual tiende a implantar en sus conciencias paradigmas que estimulan el egoísmo, la egolatría, la competencia, la enajenación y hasta el abandono del orgullo nacional.