Coco Fusco y una desafinada nota en el Clarín

Antonio Rodríguez Salvador
21/12/2020

Luego de numerosos tropezones, por fin terminé de leer un artículo publicado en el diario argentino Clarín, escrito por Juliana Emilia Fusco Miyares —más conocida por Coco Fusco—, artista, escritora y curadora cubana residente en Estados Unidos. Puede que haya sido escrito a la carrera, y luego azuzado por un editor nervioso ante la inminencia del cierre; puede que su versión original estuviese en inglés y se haya empleado el traductor automático de Google, u otro igual de primario. En cualquier caso, y excusando atentados a la redacción, tampoco hay modo de atinarle mínima coherencia en relación con la veracidad de ciertos hechos ocurridos en La Habana el pasado noviembre.

En una suerte de boceto distópico, Fusco se empeña en cubrir con merengue una torta de serrín, de modo que todo parezca hermoso en la foto. Sin embargo, ello no impide que el resultado final sea una clara apología del terrorismo.

Emplea varias técnicas para la instalación laudatoria del llamado Movimiento San Isidro. Por ejemplo, omite hablarnos de las razones por las cuales Denis Solís fue conminado a presentarse en la estación de la PNR, lo cual derivó luego en grosero desacato.

No dice que estaba siendo citado para esclarecer sus vínculos con personas acusadas de realizar actos de sabotaje en Cuba, consistentes en arrojar cocteles molotov a una escuela, un joven club de computación y un consultorio médico de la familia. Por la TV y las redes sociales pudimos ver el interrogatorio policial donde Solís confiesa que convino pagos para realizar ciertas acciones. A mí lo que me importa es el dinero, dijo.

En una suerte de boceto distópico, Coco Fusco se empeña en cubrir con merengue una torta de serrín; pero ello no impide que el resultado sea una clara apología del terrorismo. Fotos: Internet
 

También disimula con velitas de colores los verdaderos “ideales” que guían a esa persona. Suprime relatar que a Solís no lo motiva el amor por Cuba; con pasión este afirma que su presidente es Donald Trump. O sea, adora a quien en menos de cuatro años aplicó unas 300 medidas diseñadas para provocar carencias y sufrimientos al pueblo cubano.

Ciertamente, parecería que no se puede llegar más lejos en la ignominia, pero luego hemos podido ver a otro miembro del supuesto Movimiento pedir a Estados Unidos un bloqueo naval a la Isla, exigir la invasión armada.

Coco Fusco se queja de que estas personas, y otras que las apoyan, son tildadas de mercenarias. Estoy de acuerdo con ella: no es término que les asiente, les queda muy corto. Quien con su actuar busca crear condiciones para que una potencia extranjera invada su propio país —acción en la que morirían decenas de miles de personas inocentes—, no es un mercenario; es un fascista, un terrorista, un genocida en potencia.

En las apenas dos cuartillas de su artículo, Fusco se refiere a la policía cubana en 11 ocasiones. Con ello pretende mostrar al mundo una represión que no existe, algo que es parte de la misma alevosa estrategia que sirva de pretexto para más sanciones que causen más penurias al pueblo. Ella vive en Nueva York y es de piel negra: debería salir a la calle o buscar en Google la expresión “Black Lives Matter”, para saber lo que es brutalidad y represión policial.

Su artículo es cínico, porque en él miente una y otra vez. Aparte de procurar condenas, también persigue hacer control de daños ante el ridículo que hicieron. No son nadie para este pueblo, que está muy al tanto de lo ocurrido. Saben muy bien que si alguna presencia policial les aparece en su entorno, es para cuidarlos, y, si tuvieran vergüenza, lo agradecerían.

Fusco vive en Nueva York y es de piel negra: debería salir a la calle o buscar en Google la expresión “Black Lives Matter”, para saber lo que es brutalidad y represión policial.
 

Igualmente pretende hablar a nombre de la cultura cubana, y mostrar como el total de artistas y escritores cubanos a un grupo de ellos, de motivaciones diversas, que se manifestó frente al Mincult. Los artistas y escritores cubanos son decenas de miles que forman parte de la Uneac y la AHS, y no es que estos apoyen a las instituciones culturales; ellos son la mismísima Institución. Son, por ejemplo, los jurados de los premios que se otorgan. Son los que conforman los Consejos Editoriales y deciden qué libros se publican.  

Finalmente Fusco también prodiga énfasis a Carlos Manuel Álvarez, joven periodista que busca presentar con fachada de héroe, cuando en realidad es solo un peón que cambia de lugar en el tablero según convenga a quien organiza las piezas. En este minuto acabo de leer una entrevista que este joven concedió a eldiario.es, y allí nos dice cosas como estas: “el trumpismo, además de ser un mal global, era sumamente dañino para la causa democrática cubana”.

Caramba, qué ha sido de aquel que difamaba de la colaboración médica cubana, uniéndose al coro trumpista en el objetivo de privar de recursos financieros a nuestro país. Qué pasó con el ideal de Solís y demás de San Isidro, cuyo faro y guía es Donald Trump “Twenty Twenty”. La respuesta es simple: los ideales son el dinero, y ahora hay que girar con la ruleta de Biden. Business is business.