Que un grupo de jóvenes, celebrando Halloween en determinada ciudad cubana, pero sea donde sea en nuestro país, se hayan disfrazado como miembros del ku klux klan —no puedo, al menos, escribir con mayúscula esas palabrejas—, además de ser un hecho que debe ser rechazado por la población y detenido por las autoridades competentes, nos indica cuánto aún tenemos que combatir contra el flagelo del racismo.

Hay que incorporar a lo mejor de la población cubana en las acciones del Programa contra el racismo y la discriminación racial.

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