Comunicando por la equidad de género

La Jiribilla
21/11/2018

Cierto día amaneció La Habana inundada de mensajes. No eran grafitis —como ocurre en una de mis canciones preferidas de Carlos Varela—, sino pancartas gigantes ubicadas en céntricos lugares de la capital.

La semana continuó, y las mismas imágenes aparecieron en bolsas, folletos, sueltos y spots televisivos. Su eslogan resultaba pegajoso, encerraba una profunda esencia y se dirigía a la mujer directamente: Eres más.

Sentí una alegría mezclada con admiración la tarde en que descubrí quién era uno de los responsables de esta campaña de bien público, diseñada por el Centro Oscar Arnulfo Romero. Se trataba de Regla Ismaray Cabreja Piedra, con quien compartí diversas experiencias en la Facultad de Comunicación. Alumna integral, coherente feminista y una consagrada profesional. Con apenas 26 años, Ismaray comenzó a formar parte del equipo de jóvenes que apostó por visibilizar el problema de la violencia de género en Cuba.

Me dispongo al diálogo con esta joven empeñada en desandar los caminos del feminismo.

¿Cómo comenzaste a interesarte por estos temas? ¿Cuáles fueron las experiencias que te acercaron a la violencia de género?

Desde las clases que recibí en la Facultad, despertó en mí un interés que más tarde seguiría creciendo. Lo relacionado con los roles de género se convirtió en temática de amplia difusión entre los estudiantes, e incluso fuera del espacio académico. Comencé así a cuestionarlo todo: ¿Por qué algo tan evidente era invisible ante mis ojos? ¿Por qué ha sido considerado natural el sometimiento de la mujer por parte del hombre?

Debí partir de mi reconocimiento personal del problema, de lo contrario hubiera sido imposible concientizar que llevo toda la vida siendo víctima de la violencia de género. Es necesario ponerle nombre a las experiencias que viví cuando no era consciente de este flagelo: el acoso callejero, la masturbación de los hombres en lugares públicos, los piropos ofensivos y los actos de violencia en los ambientes domésticos, sociales e institucionales.

 Regla Ismaray Cabreja Piedra, es una de las responsables de la campaña de bien público Eres Más

Cuando llegó Eres más crecí en cuanto a conocimiento y la toma de conciencia del problema. Lo más valioso fue escuchar las historias de vida en la voz de sus propias protagonistas; conocer cómo se exteriorizan las prácticas del problema y sus consecuencias; descubrir que hay acciones que golpean emocionalmente a la mujer y ofenden su autoestima. Aunque existan estudios teóricos y definiciones para todo ello, en la práctica el tema tiene poco reconocimiento. Lo peor es que está en juego la vida de muchas mujeres.

¿Cuáles fueron los objetivos planteados por la campaña?

Para nosotros era esencial elevar los niveles de percepción de la violencia psicológica. Lo que no se observa no se cuestiona, y por tanto, no existe. Visibilizar el asunto era el primer paso para sensibilizar a las personas. Concebimos acciones que permitieran informar sobre las implicaciones de este tipo de violencia y sus formas de expresión, así como el papel de las instituciones y organizaciones cubanas encargadas de prevenir y dar solución a este problema social, arraigado en nuestra sociedad patriarcal. Al mismo tiempo, propiciamos el debate sobre la violencia de género. Desde el principio el tema constituyó un verdadero reto, pues al enfocarnos en la violencia psicológica tocamos un eje transversal de la violencia de género, cuyas causas no son perceptibles a simple vista.

¿Por qué la violencia psicológica? ¿Esta es acaso la manifestación más peligrosa a la que puede estar expuesta hoy la mujer cubana?

Sus formas de expresión son muy diversas, así como los ámbitos de perpetración y las prácticas concretas. Enfatizar en los elementos que definen este problema evidencia que se trata de una violencia estructural, producto de la dominación patriarcal, donde las víctimas fatales son las mujeres y los perpetradores son los hombres. Algunos autores sostienen que también puede tratarse de la violencia ejercida por las mujeres hacia los hombres, pero estos planteamientos generan contradicción. Al decir de la filósofa y ensayista española Celia Amorós, “una sociedad igualitaria no produciría la marca de género, por lo que el mismo concepto de género remite al de patriarcado, a que las relaciones entre los géneros son relaciones de poder”.[1]

Estas relaciones de poder establecidas históricamente a partir del predominio de unos sobre otros se han expresado en acciones violentas de tipo físico, sexual, psicológico, económico y simbólico, ya sea en ámbitos domésticos, afectivos, social-comunitarios o estatal-institucionales, traducidos en prácticas como golpes, palizas, violaciones sexuales, amenazas, humillaciones, entre otras.

La expresión física de la violencia de género es la más recurrente y perceptible. Sin embargo, decidimos centrarnos en la violencia psicológica pues su tratamiento atraviesa el resto de las manifestaciones de violencia. Esto no quiere decir que sea la más grave, puesto que todas ejercen perjuicios sobre sus víctimas.

Queríamos impulsar una campaña que hiciera visibles otras implicaciones, menos perceptibles, de la violencia de género. Aunque aparentemente este tipo de violencia no deja huellas visibles, sí influye en el deterioro físico y psíquico de las víctimas. Era necesario dar a conocer algunas de las prácticas concretas en que se manifiesta la violencia psicológica: ofender con palabras, humillar públicamente, obligar a cortar relaciones familiares y sociales, imponer determinada forma de ser o de vestir, obligar a asumir labores en el ámbito doméstico, no tener en cuenta a la otra persona en la toma de decisiones, ignorarla, etcétera.

¿Cómo valoras la acogida que tuvo la campaña por parte del público cubano, especialmente el público habanero?

Eres más se encuentra implementada desde 2014 como campaña nacional contra la violencia de género. Poco a poco ha conseguido ser visibilizada en los medios de comunicación locales y nacionales, lo cual ha ayudado a multiplicar el mensaje. Además, como parte de su plan de acción fueron  diseñadas numerosas actividades formativas y educativas, dirigidas a públicos priorizados. En las acciones que participé estuve rodeada de gente motivada e involucrada con la causa, entre ellos profesionales y habitantes de las comunidades.

Asimismo, los talleres de evaluación llevados a cabo por la campaña contribuyeron a visibilizar los resultados alcanzados y las tareas pendientes. Aun cuando no cuento con estadísticas exactas sobre la percepción del público habanero, puedo decir que es notable la evolución en cuanto al tratamiento del tema por parte de los medios de comunicación y las redes sociales, así como el interés por las acciones asociadas a la campaña. La implicación de las personas en dichas acciones, las alianzas con otras organizaciones y el progreso que ha alcanzado el mensaje de Eres más son algunos indicadores de la aceptación que hemos tenido.

¿Cuáles fueron las metodologías empleadas?

En cuanto al diagnóstico, me resultaron muy útiles las clases recibidas sobre género durante la licenciatura de Comunicación Social. Cuando iniciaron los talleres convocados por el Centro Oscar Arnulfo Romero, recibí conferencias sobre género y violencia de género. Todo ello, sumado a las vivencias de víctimas de la violencia y las experiencias en los Talleres de Transformación Integral del Barrio, nos ayudó a comprender el tema y a contextualizarlo.

¿Consideras la experiencia como un ejercicio interdisciplinario?

Si, definitivamente se trató de un intercambio de saberes y conocimientos procedentes de diversas disciplinas. Nuestro equipo estaba conformado por una diseñadora, un periodista, un realizador audiovisual y una comunicadora social. Cada uno tenía funciones bien definidas, a partir de nuestras especialidades. Éramos un grupo creativo y trabajábamos como un todo, de manera coordinada.

Como comunicadora me centré en el desarrollo de la estrategia de comunicación. La diseñadora trazó las pautas de diseño; el realizador se ocupó de la concepción del audiovisual, y el periodista estudió el uso del lenguaje en los mensajes y las estrategias de inserción en los medios de comunicación. Teníamos que reunirnos con mucha sistematicidad. Una vez que fue aprobada la campaña, comenzó la verdadera puesta en común. Fue un verdadero reto, del que me siento muy orgullosa.

En una ocasión comentaste que “una imagen vale mucho y puede tener múltiples lecturas”. ¿Algunos de los mensajes elaborados ofrecieron diversas lecturas?

Proponer una imagen que exprese una sola cosa es una tarea imposible. La lectura estará siempre condicionada por el contexto social, por los valores y las vivencias del receptor. Las imágenes son polisémicas, sus significados no son limitados. Desde un principio nos preparamos para que las propuestas visuales de Eres más trajeran consigo variadas interpretaciones. Con toda intención la campaña ofrecía al público otra manera de entender, visualmente, la violencia psicológica.

Las tres imágenes quisieron expresar diferentes prácticas de la violencia psicológica, acompañadas de un texto que sirviera de apoyo. La imagen funciona por sí sola, pero la lectura puede diferir en dependencia del receptor. Mostramos un problema que socialmente no se percibe como tal, por ello la campaña fue una oportunidad de realizar sutiles acciones.

Luego vendrían otras lecturas y críticas positivas, pero Eres más creció de esta forma.

¿Por qué decidieron emprender una segunda etapa de la campaña?

En la primera etapa quisimos mostrar a la mujer como víctima de las ataduras (imagen del cinturón), del camino impuesto (imagen del hilo) y de la ceguera (imagen de la mano que cubre el rostro). Ya en la segunda etapa, decidimos proyectar una imagen más alentadora y propositiva en la que se deja ver, por ejemplo, el rostro de la mujer.

La idea era mostrar una evolución. Sabemos que la violencia de género es un problema social enraizado en el seno de nuestra sociedad patriarcal, y que en un día no acabaremos con este conflicto histórico, pero ofrecer una evolución comunicativa en este sentido sí era viable. Es posible que la mujer rompa las ataduras impuestas por la sociedad patriarcal y se emancipe, se empodere. Se pueden quebrar ciertos esquemas, eso quisimos decir con Eres más.

¿Cuánto le falta a la sociedad cubana para ser realmente equitativa y justa en materia de género?

Aun cuando no puedo dar una respuesta exacta, quisiera, en unos pocos años, decir “lo hemos logrado”. Mientras tanto es importante pensar cómo vamos a lograrlo, cómo haremos que nuestra sociedad sea realmente equitativa y justa en materia de género. Enfatizar en las políticas públicas relacionadas con el género es un buen camino. Es necesario iniciar el proceso en las escuelas y en todos los niveles de educación. Además, es pertinente que existan actores comunitarios encargados de dar atención a las víctimas y de visibilizar las implicaciones. Asimismo, se debe contar con una normativa que, desde el Derecho Penal, se encargue de sancionar a sus victimarios.

Los medios de comunicación son fundamentales en la educación y transformación de la realidad social. Constituyen agentes para el cambio social y potencian la preparación de los profesionales en temas de género y violencia de género.

Además de la campaña, ¿qué otras acciones has llevado a cabo en relación al tema?

Me he involucrado en varios proyectos. Empecé el Máster de Comunicación en la Universidad de Sevilla, España, y retomé el tema en la tesis de grado. Me aportó muchísimo la profundización teórica y descubrí muchísimo en el camino. Aunque mi desenvolvimiento se ha visto más activo desde el ámbito académico, no dejo participar en jornadas, congresos y manifestaciones que desde aquí se llevan a cabo. La marcha del 8 de marzo en España fue histórica, debido a la gran cantidad de mujeres que se unieron a la causa. Tener la oportunidad de participar e involucrarme activamente como mujer fue para mí un gran orgullo. Me debo y le debo más al tema. Mientras tanto, intento pensar que mi humilde aporte se une al de muchas y muchos.


Notas:
[1] Celia Amorós: Tiempo de feminismo. Editorial Cátedra, Madrid, 1998.