Ponderar la identidad cubana y reunir virtualmente a más de ochenta artistas autóctonos residentes en el exterior, es la esencia del Primer Festival Virtual de la Cultura “Cuba va conmigo”. La cita estival sesiona del 7 al 9 de julio y se prestigia con la participación de músicos e intelectuales con una prolífica obra, que han tributado notablemente al panorama musical nacional y foráneo. Entre los artistas invitados se encuentra la musicóloga y Dr. C. Xiomara Pedroso Gómez, quien ha contribuido, ampliamente, al ámbito académico en Cuba y allende los mares. Acerca de su motivación para integrar la nómina del evento, la musicóloga expresa:

“Conocer de este Festival fue una agradable sorpresa, pues un evento de este tipo tiene el valor de propiciar la confluencia en un espacio virtual de diversos exponentes del arte cubano en la diáspora y el acercamiento con su nación. Constituye, además, un ejemplo del puente útil y necesario que desde el arte puede tenderse entre la nación cubana y los artistas cubanos de la emigración. No podría haber para mí motivación mayor que esa. Vale recordar que emigrar no es sinónimo de olvido. Por eso una acción cultural de esta índole es un hermoso recordatorio de que ‘el arte no tiene patria, pero el artista sí’”.

Si bien reside actualmente en Sudáfrica, Xiomara Pedroso continúa fortaleciendo sus lazos culturales con la Isla.

Xiomara Pedroso es una artista consagrada, cuya formación académica en diversos roles se desarrolló en Cuba, bajo la égida de importantes maestros y mediante sustanciales experiencias culturales. Sobre sus estudios como guitarrista, musicóloga, investigadora y docente, rememora:

“De mis maestros guardo excelentes recuerdos. Como guitarrista tuve la suerte de contar con tres profesores que dejaron una huella muy importante en mí: Esteban Campuzano, Aldo Rodríguez y Martín Pedreira. A ellos debo mi formación en la práctica instrumental, como docente del instrumento y el desarrollo de mi sensibilidad estética. Todo ello tuvo una incidencia significativa en mi formación integral como intérprete.

“Como musicóloga conté con maestros de renombre y altísima valía, entre los que se encuentran Grisel Hernández, Iliana García, María Elena Vinueza, Laura Vilar, Harold Gramatges, Dinorah Valdés, María del Rosario Hernández, Lino Neira, y otros tantos que no por desmemoria, sino por la brevedad que impone esta entrevista, no menciono. Todos sembraron en mí la semilla más importante: la de amar el trabajo y el sacrificio que demanda la Musicología, su capacidad para movilizar el pensamiento, expandir la mirada en el análisis y comprensión de la música y, sobre todo, el propósito ineludible de no cejar jamás en el empeño de buscar el conocimiento más allá de la academia.

“Hago un alto necesario aquí, para mencionar que además de la preparación especializada en el campo de la música, en el Nivel Superior, la disciplina curricular denominada Estudios Cubanos tributó no solo a la profundización de mis conocimientos sobre Cuba, su historia y cultura; sino también contribuyó a contextualizar, como nunca antes, todo el cúmulo de aprendizajes académicos adquiridos durante mis años de estudio. Entre el fabuloso equipo de profesores del cual tuve el honor de ser discípula puedo citar a dos maestras excepcionales: Hilda Vila y Hortensia Peramo. Afortunada fui y agradecida estaré siempre, de haber contado con una formación de lujo (y gratuita), que, aun siendo perfectible, no cambiaría por otra y que fue definitivamente luminosa”.

“Mantenerme vinculada a Cuba desde la docencia y la investigación, aun viviendo en otras latitudes del planeta, me ha posibilitado enriquecerme en el ámbito profesional, ampliar mis perspectivas de análisis y compartir todo ese cúmulo de experiencias multiculturales en las aulas”.

Si bien reside actualmente en Sudáfrica, Xiomara Pedroso continúa fortaleciendo sus lazos culturales con la Isla. En este sentido, ha contribuido con los saberes adquiridos, al crecimiento de las siguientes generaciones. Así describe los principales proyectos académicos a través de los cuales ha articulado su labor docente entre Cuba y Sudáfrica:

“Salir de Cuba no significó una ruptura profesional con mi país, todo lo contrario. Por casi una década ya, me he mantenido vinculada a mi profesión en Cuba, como profesora titular de la Universidad de las Artes de Cuba (ISA). He impartido cursos de postgrado en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual, participado en eventos científicos dentro y fuera del país, y por supuesto mantengo la línea de la investigación. Interminables han sido las tareas de preparación para cada curso, adquiriendo materiales a los que desde Cuba no se tiene acceso, cursando estudios de superación que se transforman en saberes y herramientas prácticas que entrego a mi país a través de mi práctica docente. Mantenerme vinculada a Cuba desde la docencia y la investigación, aun viviendo en otras latitudes del planeta, me ha posibilitado enriquecerme en el ámbito profesional, ampliar mis perspectivas de análisis y compartir todo ese cúmulo de experiencias multiculturales en las aulas. Experiencias significativas en la docencia podría mencionar muchas, pero para mí lo más importante es saber que, de alguna manera, he sido útil a mis estudiantes, a mi universidad y a mi país”.

Finalmente, Xiomara manifiesta la significación cultural que le confiere al hecho de ser una artista cubana residente en el exterior y enfatiza en la pervivencia de nuestra identidad en cualquier lugar del planeta:

“Ser cubana, artista y vivir fuera de Cuba son tres elementos de una densidad simbólica mayor, que me acompañan a cada lugar del planeta al que me desplazo. Cuba, un país pequeño, con escasos recursos materiales y una capacidad de resistencia encomiable por la que paga un altísimo precio ante las duras condiciones impuestas por el bloqueo del gobierno estadounidense, posee una riqueza cultural e histórica sobre la cual se erige su identidad como nación. Este país, por su historia, raíces, identidad y voluntad de sobrevivir a toda costa, tiene que marcar necesariamente mis pasos por el mundo. Decirme cubana reviste las más diversas reacciones mayormente positivas, de asombro o curiosidad, pero, por encima de todo, de admiración y respeto; incluso en aquellos que la ven desde una postura menos afable.

“Se añade a lo anterior el ser artista, una condición de vida, un estado inseparable de mí desde que amanece hasta que termina el día. El arte, con la capacidad que desarrolla de ampliar la mirada, de movilizar el pensamiento crítico, me ha posibilitado la construcción de una cosmovisión que facilita mi inserción en nuevos contextos socioculturales como una ciudadana del mundo, que como un árbol extiende sus ramas en diversas direcciones; aunque mantiene las raíces en su tierra natal. Explorar el mundo significó una apertura en la visión, un reposicionamiento del punto de mira para entender mejor a mi propio país y al mundo mismo. Eso tiene un impacto notable en mi proyección analítica, en mi comprensión y adaptación a nuevos contextos culturales —resiliencia mediante— sin perder mi identidad. Estas capacidades están intrínsecamente ligadas a mi condición de cubana, forjadas en los rigores vitales que nos hemos visto obligados a enfrentar como país.

“Ser residente en otras tierras obviamente se vincula a lo anterior. Por razones personales mi país de estancia tiende a ser a ratos itinerante. Hasta hoy mi residencia por mayor lapso de tiempo ha transcurrido entre Sudáfrica y China. En ambos casos Cuba comparte episodios de trascendencia histórica con ambas culturas. Una artista y cubana, por demás, en cada espacio de interacción social fuera de Cuba epitomiza una cultura, un modo de ser, una historia. Una artista cubana en estas tierras lleva consigo la inmensa responsabilidad y el honor de representar a su país”.

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