Constructor de prosas poéticas

Rubén Ricardo Infante
1/8/2020

 

La pasión por Cuba, en especial por La Habana, es uno de los sentimientos que comparten Eusebio Leal e Isabel Bustos. Después que decidió establecerse definitivamente en esa ciudad, Bustos ha encontrado “su lugar en el mundo”. La urbe es también el sitio donde Leal desarrolló su pasión por los espacios que la conforman.

La ciudad, antes retazos de plazas y calles, se fue convirtiendo en un amplio mural, con espacios para las artes, los jóvenes, los niños que habitan sus barrios. Uno de esos proyectos es la sede de la Compañía Danza Teatro Retazos, una sede que recibió el apoyo de Leal, como hombre comprometido con la cultura.

Isabel Bustos, destacada directora y coreógrafa. Nacida en Chile y radicada en Cuba desde 1963. Foto: Internet
 

Este diálogo con la Premio Nacional de Danza 2012 es un testimonio sincero de quien lo admira y lo reconoce como un ser que “buscaba la poesía y la historia de cada espacio y cada edificio”.

¿Quién fue para usted Eusebio Leal?

Además del maravilloso Historiador de La Habana, fue un conocedor profundo de la cubanía. Es un constructor de prosas poéticas. Es un hombre excepcional que encuentra la identidad cultural de Cuba y de América Latina.

Dentro del proyecto de restauración de la ciudad, ¿cómo valora la devolución de su función y utilidad a las principales edificaciones de esta zona?

Creo que Eusebio buscaba siempre, dentro de la restauración del Centro Histórico, la poesía y la historia de cada espacio y edificio. También creó situaciones arquitectónicas que involucraban conocimientos y percepciones de la sociedad, donde buscaba crear jóvenes gestores que hicieran por la salvaguarda del patrimonio cubano.

¿Qué relación sostuvo con Eusebio?

Fue gracias al vínculo de Eusebio con Silvio Rodríguez. El trovador le habló de mí y de la fuerte amistad que había sostenido con Oswaldo Guayasamín. Fue entonces que Eusebio conoció mi trabajo coreográfico y me autorizó a trabajar en la ciudad. Me encantaron las casas museo, allí cree obras que luego llegaron a teatros de Cuba y Europa.

Me enamoré de las calles, de las puertas, los parques, las casas, sus patios interiores, de manera que inicié el festival Habana Vieja Ciudad en Movimiento. Comencé con siete bailarines y hoy asisten cerca de mil trescientos artistas que llegan de todas las latitudes.

Eusebio me comentó: “Busca un local que te funcione como local de ensayos”. Finalmente, en la calle Amargura está la sede de Retazos. “Seremos vecinos, porque me paso a tu lado”, expresó un día. Así fue. Los últimos años fuimos vecinos, y vino a ver algunas funciones. Siempre conté con su apoyo y amistad.

Muchas veces le pregunté si quería que realizara alguna obra en especial, a lo que él contestó: “No, tú debes seguir haciendo lo que haces. Ocúpate del trabajo con los niños y los adultos, las funciones para el público en general y los encuentros y festivales. Ya con eso me ayudas a desarrollar la cultura de la Habana Vieja”.

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